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1645 Words
La segunda semana pasó volando y de la tercera casi ni me entere. Un mes llevaba conviviendo con los cuatro chicos, bueno, en realidad tres. Ya que Jin seguía en Busan y tardaría un poco en volver. Su programa estaba triunfando, ¿quién no querría ver a Kim Jin cocinando todos los días en televisión? Yo no me los pierdo, los veo en la hora de la comida y es tremendo. Le encantan los chistes de papá y los suelta bastante mientras cocina con el otro chef. En cuanto a mi trabajo ya estoy bastante adaptada, pero es duro atender a los clientes. Muchas personas mayores no quieren que yo los atienda y debe hacerlo Donghae. Con él cada vez me llevó mejor, una vez vino a comer a casa, coincidió con el fin de semana que pasaron los señores Min aquí. Ese fin de semana fue extraño. Mingi se comportó extraño y lleva así, desde ese día. Está distante y según él, Donghae no es agradable. Cada vez que lo nombró, él rueda los ojos y se pone de mal humor. En cuanto a los señores Moon, solo conviví con ellos dos tardes y fueron amables conmigo. Tengo entendido que pronto harán un viaje a Daegu, y quieren que Mingi vaya con ellos. Pero este no quiere. Salí de la habitación mientras bostezaba. Hoy tenía el día libre, pero por la gran tormenta que estaba habiendo. Ayer me llamó Donghae para avisar de que no abrirían la tienda, por el aviso de tormenta. Por lo que hoy tampoco fui a la terapia o al club, desperté tarde y Kyree ya no estaba en la habitación. Jay estaba en el sofá, viendo un programa, mientras comía ramyeon. — ¿Y Mingi? — Salió a comprar, se llevó a Kyree con él. No creo que tarden mucho en llegar, se fue ya hace rato. Tomé asiento a su lado, con unos palillos, ya que me ofreció comida. Ambos comimos mientras veíamos el primer capítulo de la serie que había grabado Jimmy. Jay estaba siendo crítico con cada detalle que veía. — No puedo creer que esta basura les pareciera mejor que yo. La verdad es que yo no podía decir nada negativo, entiendo que él habla desde el dolor de la traición. Minutos después, él se encerró en su habitación. Kook aún no se levantaba, por lo que estaba sola, con Holly, quien seguía en casa a pesar de la llegada de Yeo. Ambos perros deben estar separados, porque a nada se pelean por territorio. Jay mantiene a Yeo en su habitación gran parte del día y la otra parte, se lo lleva a todas las grabaciones que tiene. En el caso de Bam, él está castrado y realmente pasa de los dos perros. A pesar de ser el más grande, en tamaño y pequeño en mentalidad, era el más pacífico y tranquilo. Acariciaba la cabeza de Holly, mientras miraba por la ventana las gotas caer. Seúl estaba bajo un cielo gris, pero agradable a la vista y al olfato. Me gustaba el olor a lluvia. Decidí que era buen momento para leer un libro y agarré el primero que vi en la estantería. Me adentré en la lectura, como llevaba meses sin hacer. Añoraba poder leer tranquila o hacer cosas similares en silencio, unida en una gran paz interior. Algo complicado desde que Kyree vino a este mundo. Estaba tan sumida en la lectura, que me enteré de la llegada del chico. Solo aparte la vista del libro, cuando lo escuche toser más de tres veces. Venía con el pelo empapado y la ropa pegada a su cuerpo. Kyree por el contrario iba bien cubierto en su carrito. — Estás empapado. — ¿No me digas, en serio? Fíjate que no me había dado cuenta. Su sarcasmo me hizo reír. El volvió a toser, mientras se alejaba por el pasillo. Me levanté dejando el libro a un lado y agarré a Kyree en brazos. Él dormía plácidamente, así que tomé de nuevo asiento donde estaba y continué mi lectura con él en mis brazos. Media hora después, él chico apareció por la sala, con su pijama puesto. Vino directamente a mi lado y se dejó caer en el sofá, apoyando su cabeza en mi brazo. Entendí que él quería atención, ya que no suele buscar o necesitan toque físico. Reparé en él, y me di cuenta de lo roja que estaba su nariz y como sorbía por ella. — Te ves horrible, ¿te encuentras bien? Hice la pregunta sin apartar la vista del libro, el gruñó como respuesta. — Me duele la cabeza –su voz sonó mucho más grave de lo normal. Lo peor es que ame, su voz gruesa y enferma. Me tomé la libertad de poner mi mano en su frente, fue fácil notar la fiebre. Se había enfermado con la lluvia. Seguramente cogió frío al caminar mojado por la calle. — Tienes fiebre, ¿te diste una ducha de agua caliente? El afirmó con un sonido nasal. Se me hacía adorable ver lo débil y adormilado que se veía. — Deberías tomar algo e ir a dormir. Tienes que descansar. Él negó con la cabeza, abultado sus labios. — Prefiero estar aquí. Se incorporó un poco, para agarrar una manta. Esta vez se acomodó aún más cerca de mí, dejando su cabeza en mi hombro. Definitivamente estaba enfermo, para andar tan cariñoso. No le tomé más importancia y seguí con mi lectura, ya me quedaban un par de capítulos para terminar el libro. Pero Mingi y el pequeño Kyree me lo estaban poniendo difícil. El pequeño había despertado y Mingi no dejaba de jugar con sus manos, haciéndolo reír. Se nota muchísimo el crecimiento de este último mes, en Kyree. Ahora está pasando la crisis de los cuatro meses, donde sus horarios de sueño son bastante raros. Ahora sabe chillar y lo hace constantemente para llamar nuestra atención. La mayoría de veces lo hace cuando quiere que lo cargue en brazos Mingi. En cuanto a su peso, ya supera los seis kilos y ama demasiado comer. — ¿Cuándo creció tanto? No lo recuerdo tan grande cuando llegaron a esta casa. El parecía estar en su mundo, haciendo preguntas al aire. Giré mi cabeza para mirarle, su vista estaba atenta al bebé, mientras sonreía. — ¿Qué hacen? ¿Están viendo una película sin mi? Kook apareció por la sala, con su pijama. Nos inspeccionó por un largo minuto y arqueo una de sus cejas. — Veo mucha cercanía entre ustedes… ¿Debería enfadarme? — No puedes enfadarte, porque entonces serías un tipo tóxico. Balbuceo Mingi, aún con su vista en Kyree. Kook negó con la cabeza y se acercó a nosotros. — Yo también quiero pasar tiempo en familia. El menor de la casa tenía intención de acomodarse a mi otro lado del sofá, pero Mingi rechisto. — Primero prepárame algo caliente, me duele la cabeza y tengo frío. –Ordenó con tono infantil. Kook se quejó, pero terminó yendo a la cocina. Media hora después, volvió con dos tazones de ramen. — Solo había dos, te olvidaste de comprar hyung. — Yo no tengo hambre, coman ustedes dos. Mi apetito estaba un poco raro, desde la última semana. Creo que es por el estrés de que se está terminando el plazo y aún no tengo para pagar nada. Se me cierra el estómago solo de pensarlo. Ellos empezaron a comer, Kyree pareció entender que era hora de comer, ya que empezó a berrear por comida. Lo acomode bien en mis brazos y me levanté un poco la camiseta del pijama evitando que se viera algo. Recargue mi cabeza en el sofá, cerrando los ojos mientras escuchaba como sorbían el ramen. Hoy estaba siendo un día raro, un día muy familiar y eso era extraño. Después de comer, Kook puso una serie, concretamente la última temporada de Stranger Things. Todos habíamos visto las anteriores, menos Mingi. Quien no dejaba de hacer preguntas por todo. Estaba tan raro y sumiso estando enfermo. Ya se había tomado sus medicinas, pero insistía en quedarse conmigo. No quería ir a dormir. Nuestra tarde se basó en ver la serie, en cuando anocheció me tomé un vaso de leche y me dirige a mi habitación. Kyree ya estaba acomodado en su cama, con su pañal limpio y su pijama. Lo miraba dormir abrazado a su peluche de shooky. Holly estaba tumbado a los pies de la cuna, adora meterse debajo y dormir ahí. — Es relajante verlo dormir Me asusté al escuchar su voz detrás de mí. Cuando me giré me encontré a Mingi, con su almohada en brazos. — ¿Qué haces aquí? — Bueno… Estoy enfermo, la fiebre me está subiendo y ni Kook, ni Jay quieren acercarse a mi por si se lo contagió. Esos mocosos no quieren cuidar de mi. Hablaba con un tono cada vez más apagado, definitivamente debía descansar. — Está bien, tumbarte a dormir ya. — No me des órdenes, soy mayor que tu. — Pero estas a mi cuidado. Ve a dormir ahora. –Ordene de nuevo, mientras tapaba con cuidado al pequeño. — Primero deberías mirar cuanto me subió la fiebre. Podría ser grave que siga subiendo y fue culpa de Kyree que saliese de casa. — ¿Por qué saliste de casa? –Pregunté mientras buscaba el aparato para mirar la temperatura que suelo utilizar con Kyree. — El peluche de gatito se rompió por culpa de Yeo, tuve que salir y buscar un sitio donde lo arreglaran ya que no quiere más peluches que no sea ese justamente. Es caprichoso el demonio. Se tumbó en la cama esperando que lo atendiera, miraba al techo mientras sonreía recordando lo que vivió esta mañana. Al parecer tan malo no fue, si no, no estaría sonriendo.
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