Deje el coche justo en la entrada principal, para esperar a Haelyn. En la parte trasera del coche estaba John, quien seguía llorando en un idioma extraño. Por lo menos el mocoso de su hijo estaba entretenido con Holly.
¿Qué hago ahora con este tipo? ¿¿Por qué debo meterme siempre donde no me llaman??
Vi el cabello largo y castaño de Haelyn, y mis nervios aumentaron. Ella no tuvo una buena imagen de John la otra vez y él no es muy agradable cuando habla de ella de forma despectiva.
La chica llegó hasta el coche y entró sonriente en este, sin reparar en la parte trasera. Estaba centrada en mí. Iba a preguntar qué le pasaba, pero ella se adelantó.
— Gracias por todo, en verdad gracias Mingi.
Al no poder darme un abrazo por estar en el coche, dio una pequeña palmadita en mi brazo. Me pilló por sorpresa, no sabía cómo aceptar ese agradecimiento de la nada y terminé quedándome como idiota mirándola.
Pero me puse más pálido cuando ella reparó en John. Me miró y volvió su vista a John, para de nuevo mirarme.
— Es una larga historia, hablemos ahora en el restaurante.
Ella no dijo nada más, se limitó a acomodarse en el asiento. Notaba su incomodidad demasiado. El trayecto fue extraño y muy silencioso. Sólo se escuchaba de vez en cuando al hijo de John hablarle a Holly.
Dejé el coche en el parking del restaurante que había reservado el club de madres y todos bajamos del coche.
Agarré el brazo de Haelyn, apartandonos un poco de coche para hablar. Ella seguía sin entender que mierda pasaba y no se veía nada cómoda con la situación.
— John no está en su mejor día, créeme que a mi me jode más que a nadie tener que estar de niñero suyo…
— No tienes que excusarte, lo entiendo. Puedes irte a casa, después iré en taxi a casa.
— No, no, yo no tengo intención de irme. –Ella me miró extrañada, sonreí al ver como arrugó la frente. – Es comida gratis, ya te dije que iría si o si… John tiene un hijo, de un año, puede entrar en la comida.
Ella no se opuso, solo se encogió de hombros. Hablé con John y le comenté lo de nuestra comida, se unió a ella. Realmente no sé porqué lo hizo, supuse que se iría molesto. Pero al parecer no quería regresar a su casa.
Caminamos hasta la mesa que habían reservado las madres, todas nos saludaron aún sentadas y con sus bebés al lado o en brazos. John llevaba a su hijo en brazos, mientras que Kyree aún estaba dormido en su carrito. Lo acomode detrás de Haelyn y de mi. Al ser un reservado nadie se opuso o se quejó de la existencia de Holly en el local.
Las cinco mujeres en el caso de hoy, estaban bastante sonrientes y entretenidas hablando de sus embarazos. La verdad es que no prestaba mucha atención, estaba más concentrado en comer el entrecot y en mirar de reojo a John. El sí parecía escuchar con más atención los testimonios de esas mujeres. Aunque realmente no creo que lo estuviera haciendo, seguramente le esté dando vueltas al asunto de antes.
— ¿Cuál fue vuestra peor experiencia durante el embarazo? – preguntó curiosa la monitora o guía del grupo. Aún no comprendo qué es eso.
La mujer sonrió mirando a Haelyn, quien estaba entretenida peleándose con los palillos para agarrar un trozo de carne. Aún no es buena con los palillos y eso que lleva tiempo viviendo en el país.
— Ahm… yo.
Comprendí porque pensaba tanto en responder. Está claro que su peor experiencia en esa etapa de su vida, fue la muerte de su pareja.
Apoye de mano sobre su muslo, por debajo de la mesa. Ella me observó por un segundo y volvió la vista a las chicas.
— Hubo una ocasión en la que me quedé atrapada en una bañera, estaba de siete meses y en esa etapa se notaba muchísimo… la cuestión es que me tocó estar cuatro horas hasta que llegó mi pare… Un amigo a ayudarme.
Soy consciente de que no quiere revelar lo sucedido con Kenan, para que las demás no sientan lástima por ella o la traten diferente por eso.
— ¿Qué estabas haciendo para caer en la bañera? –Se atrevió a preguntar John.
— Estaba limpiando, pero se me cayó el trapo y al intentar agarrarlo, caí dentro, sin poder salir.
La verdad en mi mente imagine algo muy cómico. A las demás también les hizo gracia su anécdota, y ella obviamente también se reía recordándolo.
Las demás también contaron sus anécdotas y la verdad, fue gracioso y divertido. Es incrédulo, pero si, me gusto el ambiente. John no dejaba de mirarme de reojo, creo que le sorprende ver mi cambio de personalidad en este tiempo que hemos estado distanciados.
Perdí la noción del tiempo por lo cómodo que estaba en el ambiente. Tanto que mi mano se pasó media comida apoyada en el respaldo de la suya de Haelyn. Por ridículo que suene, me tocó ayudarle con los palillos. El resto nos miraba divertidos, pero a mí me parecía algo infantil.
En la salida del restaurante Kyree se despertó, Haelyn tuvo que ir en la parte trasera para poder alimentarlo. John se acomodó de copiloto, no sabía donde debía dejarlos.
— ¿Puedes llevarnos a casa? No a mi casa, a nuestra casa.
— Ahora si es nuestra casa… que irónico. –Bufé en voz baja, evitando que Haelyn escuchara la discusión.
Apenas tardamos en llegar a casa, John se instaló en su antigua habitación, mientras que él niño se quedó sentado en el sofá, viendo los dibujos con Kyree. Haelyn se había metido en su habitación y yo observaba a esos dos mocosos.
El hijo de John, es idéntico a él de pequeño. Eh igual de bruto. Revise la hora en mi teléfono y me alarme, a Haelyn le quedaban menos de quince minutos para entrar a trabajar.
Me dirigí a su habitación a paso firme y entré sin llamar. Eso fue una mala idea. Me di la vuelta de inmediato y pegué mi cabeza a la pared maldiciendo me a mi mismo.
— Eres tan exagerado en serio… Solo estoy usando el sacaleches. Me desesperas, ni que en tu vida hubieses visto dos pechos, seguro eres un pervertido de esos que ve fotos indebidas.
— ¡Es incómodo Haelyn! –Me quejé aún dándole la espalda.
— Eres el único que te quejas, los demás lo ven como algo natural… Además, si no quieres verlo, no mires y no entres así de golpe a mi habitación.
Bufé dándome por fin la vuelta, pero centrando mi vista en sus ojos. Lo que es incómodo, porque es más baja que yo.
— Llegas tarde a trabajar, Haelyn.
— No te preocupes, quedé con Donghae en la entrada del edificio. Iremos juntos a trabajar y seguramente volvamos también juntos.
— Ten cuidado y avísame cuando llegues al trabajo y cuando vayas a venir a casa.
Ella rodó los ojos, pero se atrevió a abrazarme. Fue incómodo, porque seguía con esos extraños aparatos en los pechos.
— Gracias por preocuparte, todo estará bien.
Di un pequeño toque en su cabeza, como si fuera un perro y salí de su habitación. Ella apenas tardó en irse de casa, para el trabajo.
Me encontré a John ya en el sofá, aún con su teléfono en mano. El chico intentaba tener la atención de su hijo, pero este se negaba a escucharlo. El pequeño negaba enfadado.
Yo también estaría enfadado teniendo a ese idiota de padre. Kyree empezó a llorar en cuanto John subió la voz, para llamar la atención a su hijo.
Me moleste por su acción, no se da cuenta que gritar a su hijo, no arreglará nada. Agarré en brazos a Kyree, de nuevo Holly estaba gruñendo a John. Lo entiendo, el perro piensa que él puede hacerle daño a su mejor amigo el pequeño demonio.
— No arreglas nada gritándole. –Me interpuse entre ellos. — Deberías relajarte un poco y no pagarlo con el. Es un niño y tu un supuesto adulto, deja de comportarte como un imbécil
John se levantó bruscamente del sofá, me empujó un poco con el hombro y salió de casa dando un gran portazo.
— inmaduro... ¡No me jodas! Otro niño más a mi cargo… esto ya es surrealista.
Me dejé caer en el sofá, con la atenta mirada del mini John. El niño se llevaba la mano a la boca, mientras me miraba.
— Niño mira mejor los dibujos… –Señalé la pantalla, pero al lado su cabeza aún mirándome. Se puso el chupete en la boca y se acomodó a mi lado apoyado en mi brazo.