Deje el coche justo en la puerta del edificio, la chica entró de copiloto, no le daba tiempo a entrar detrás, por el tráfico que había.
Íbamos en silencio y yo tampoco sabía que decir o preguntar. Ella iba muy callada y ganas de hablar no parecía tener.
— ¿Cómo te fue? –Pregunté con cierta cautela.
— Bien supongo… el jueves debo volver.
Notaba su incomodidad, pero por lo que sé, por experiencia, es mejor sacarlo, que dejarlo dentro. Eso me decía mi psicólogo, bueno lo sigue diciendo cuando le llamo de vez en cuando para desahogarme. El señor Ryu debe estar hasta las pelotas de mi. Suerte que ese señor tiene paciencia para regalar.
— El jueves ya irá mejor, ya lo verás.
—No tengo mucha fe en ello… ¿Y Kyree? ¿Fue una molestia?
La observé de reojo y me sonroje al ver que me miraba atentamente. Hace años que no soy una persona tan pública como antes, sigo teniendo fans, pero ya es más difícil tener contacto con ellas, más que por mis r************* . Tener a alguien de otro género mirándome, me pone tímido.
— Amh bueno lloró un poco, pero no fue nada grave.
— En cuanto empiece a trabajar buscaré una niñera o algo así, bastante molestia soy ya.
— No te negaré que eres una molestia, porque para mí lo eres. Pero el demonio ese de atrás y yo, tenemos varias charlas pendientes… creo que es mejor que ese dinero lo guardes para arreglar el piso y no para niñeras… Son caras y la mayoría no son muy fiables.
No iba a admitir que me agradaba la compañía del demonio con pañales, pero era cierto. Es como una terapia para mi, me desahogo con ese pequeño, le cuento de todo y siento que él me escucha. Aunque seguramente no lo haga y ni siquiera me entiende. Y de ser así, seguro le parezco plasta.
Pero eso no lo admitiría delante de Haelyn, ni siquiera en voz alta.
Tuve que hacer un parón, para echar gasolina al coche. Haelyn aprovechó para ponerse en la parte trasera y atender a Kyree. Él demonio ya tenía hambre, ese niño come más que Kook. Y tiene buenas mejillas, no se que le preocupaba a Haelyn de su alimentación, cuando sus mejillas de ardilla son muy notables.
Nuestro siguiente destino, fue el edificio donde eran las clases o como lo llama Jay, club de madres. Era un edificio con bastantes plantas preparadas para cursos, había literalmente cursos de todo. El más conocido es el de cocina. Muchos jóvenes aprovechan estos cursos para añadir experiencia y sus currículum y conseguir un título al terminar el curso.
En este caso, nos tocó subir hasta la séptima planta, del edificio de doce plantas. Está vez si pudimos sacar el carrito, ella si sabía montarlo. Yo fingí que antes lo había sacado, no iba quedar en ridículo.
Al salir del ascensor, nos quedamos en una recepción con una decoración exageradamente infantil y colorida. ¿Por qué? No lo sé, si la edad máxima es hasta el año, esos niños no se fijarán si hay una jirafa pintada en la pared. Lo peor de todo es que solo habíamos dos hombres al parecer. El otro tipo de la sala se llamaba Seokang un empresario bastante reconocido en Seúl por anunciar su orientación s****l en un programa de variedades, cuando literalmente le comió la boca al presentador. Con el que aparentemente llevaba ya tres años de relación. Una forma explosiva de dar la noticia.
Actualmente deben de llevar unos cinco años y al parecer adoptaron una bebé de origen africano.
Me mantuve en silencio y detrás de la chica. Si, lo acepto, tengo miedo. Son diez mujeres, con bebés, en una pequeña sala. Obviamente voy a tener miedo.
¿¡Por qué acepté venir aquí!?
Tome asiento junto a la chica en el extraño círculo que crearon en el suelo. Notaba sus miradas, la mayoría sabían perfectamente quién era, y ni me había cubierto la cara hoy. Debí haberlo hecho.
Algo que no sabe Haelyn, es que estas "clases", cursos o como lo quieran llamar, son pagando. Yo lo p**o, y yo elige las horas y el grupo con el que prefiero estar. Por lo que la mayoría de mujeres de aquí, son o personas famosas, como actrices, o mujeres de hombres famosos.
Realmente no sé porque accedí a pagarlo, supongo que con la esperanza de que el demonio con pañales dejará de llorar. Era como un seguro a largo plazo, ella aprendía a controlar al mocoso y yo dormía, y por un precio aceptable. Podría pagar todo el año, con la comisión del cincuenta por ciento que me llevaré por aprobar la maqueta de John.
Mi incomodidad aumentó cuando Kyree empezó a llorar. Lógico, llevaba tres horas sin comer y notaba la incomodidad que tenía su madre y seguramente la que tenía yo.
Todos los del círculo miraban a la chica, habían dejado de centrarse en mí, para hacerlo en ella.
— ¿No vas a darle el pecho? Se ve por el llanto que tiene hambre. –Comentó la mujer que al parecer llevaba estos cursos.
— Ah sí, si… iré al baño. –Su voz tembló de lo nerviosa que estaba.
— No querida, puedes hacerlo aquí, como el resto. Aquí estamos en confianza
La mujer de unos cincuenta años, señaló a otra dos chicas. Aparté la vista inmediatamente al ver que estaban dando el pecho. La incomodidad en mi, aumentó.
Si ya me es raro e incómodo ver solo a Haelyn haciendo eso, era peor aún con desconocidas. Pero evidentemente el problema era yo.
Para evitar mirar a lugares indebidos, centré mi vista en los pies del demonio. Me hacían gracia, más cuando le hacía cosquillas y él movía su mano. Descubrí eso con Jun.
— Chicas, chicos, personitas en general. Demos la bienvenida a Haelyn al grupo, ¿puedes presentarte, señorita Zhou?
— Monner, Soy Haelyn Monner. –Corrigió la chica.
La mujer asintió, esperando que continuara hablando. Haelyn se perdió, no sabía qué más decir. Por un momento me miró, asentí con la cabeza invitándola a seguir. Lo que me pareció raro, fue como si necesitara mi aprobación para poder hablar o mi apoyo.
— Pues eso, soy Haelyn, tengo veintidós años y él es Kyree, de tres meses.
— Oh entonces es el más pequeño del grupo, el mío tiene cuatro meses y el mayor de todos es Daniel, con diez meses. –Señaló a un bebé bastante grande y con mejillas muy, muy grandes.
Kyree a su lado, es de grande como su cabeza. La verdad es que el demonio era bastante más pequeño que el resto, el único similar en su tamaño era el bebé de cuatro meses.
— Lo estás colocando mal, cielo.
La mujer de al lado, hizo que el miedo de Haelyn porque Kyree no se estuviera alimentando bien, aumentará.
— ¿No te enseñaron a acomodarlo en las clases de preparto? –Se unió el tipo, mientras acomodaba a su hija en su regazo.
Haelyn negó con la cabeza, sintiéndose aún más pequeña de lo que ya era. Me sentía un poco inútil aquí o eso pensé hasta que sentí su mano en mi muslo. No fue con ninguna intención s****l, pero sí que despertó algo en mi.
No suelo ser tocado, más que por el staff o por los chicos. Es extraño que otra persona lo haga.
— No pude asistir a ellas. –Consiguió decir.
Al instante comprendí lo que sucedía. No pudo ir a ellas, por la repentina muerte de su pareja. Pero eso estas mujeres, y señor, no lo sabían.
— Fue un momento duro, hubo una pérdida de alguien importante y no pudo asistir a las clases. –Me adelanté a decir, ahorrando su mal trago.
— Oh, comprendemos… entonces intentaremos ayudarte en lo posible, eres la más joven del grupo, así que, puedes tratarnos de unnies, si lo sientes más cómodo.
Haelyn se limitó a asentir con la cabeza, con lo que yo no contaba, era ver a dos mujeres tocando los pechos de Haelyn, para enseñarla a acomodarlos bien. Disimule centrándome en mi teléfono y evitando contacto visual.
La primera clase dio por finalizada una hora y media después, justo a la hora de comer. De nuevo íbamos en el coche, esta vez ella iba de copiloto y Kyree estaba tranquilo al haber comido esta vez bien.
— ¿Recuerdas donde dijo Sunhe donde estaba el masajista ese?
— ¿El masajista de pechos? Cualquier pervertido de la calle y sin cobrar por ello…
— No digas tonterías, es un trabajo importante el que hacen… No te haces una idea lo que duelen. Además, según han dicho es bueno para estimular y evitar la mastitis.
— HanSu dijo que ella lo hacía en casa, sin pagar a un desconocido por manosearla.
— Es a mi a la que va a tocar, no se porque te indigna tanto, ni que fuera a ti. Y HanSu tiene a su marido para eso, en mi caso a no ser que haga una güija con Kenan, no es posible.
— Simplemente me parece increíble que un hombre cobre por manosear pechos, ¿Cuándo salió ese trabajo y que tontería estaba haciendo yo? Eso es un buen trabajo sin duda… Aunque también debe ser duro.
— ¿¡Por qué narices estamos hablando de mis pechos!? Yo solo te pregunte si recordabas donde era…