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1542 Words
El día terminó, me fui a mi habitación tras terminar de cenar. Debía preparar las cosas para bañar a Kyree e ir a dormir. Mañana sería mi primera terapia y también aprovecharía para dejar mi currículum en varias empresas de entretenimiento, discográficas y empresas relacionadas con la producción de música. Incluso lo dejaría en tiendas que vendan equipos de música, instrumentos y cosas de ese tipo. Sinceramente me daba igual el trabajo, mientras tuviera un trabajo. Terminé de bañar y acomodar a Kyree para dormir, aproveche para dormir un par de horas, hasta que el pequeño se despertará. Pov - Mingi Estaba ya por mi quinto sueño, cuando él demonio con pañales me despertó. Bufé incrédulo al ver que eran las tres de la mañana. El demonio tiene claras sus horas. Me levanté a regañadientes y salí de la habitación. Me dirigí a la habitación de la chica y abrí la puerta con cuidado. Vi que ella aún dormía, pero el demonio seguía llorando. Rodé los ojos, para después acercarme a la dichosa cuna. Me vi en la obligación de agarrarlo en brazos, si no quería quedarme sordo. Mi pregunta era ¿Cómo podía dormir ella con este ruido horrible? ¿Tan agotada esta? Salí de la habitación con el pequeño más calmado, este mocoso solo quiere estar en brazos. Intenté dejarlo en el columpio ese de las narices con el que casi me caigo tres veces el día de hoy, pero en cuanto lo deje, su llanto empezó más fuerte. Entre en la cocina con él en brazos y mirándome atentamente. Es terrorífico, su mirada me recuerda a Jun de Tomorrow. Tiene ojos similares. — Lo haces aposta ¿Cierto? Lloras para que te lleve en brazos, porque sabes que no me agradas. Su pequeña sonrisa le delató, y me la contagió. ¿Qué hago sonriendo como estúpido a las tres y picó de la madrugada y con esta cosa en brazos? Debería estar durmiendo, en vez de tomándome un vaso de leche. Me terminé el vaso y él aún no se dormía, no lloraba, pero no sé dormía. Y estaba seguro de que esté cabroncete empezaría a llorar en cuanto lo soltara en su cuna. Por lo que escuche a Jin hyung durante la época en la que su sobrino era un bebe de meses, era que estos necesitaban sentir la presencia de sus padres o de alguien cercano, para dormir. Supongo que el diablo no siente a su madre cerca de la cuna y eso también le hace llorar. No tengo ni puta idea ¿Qué hago comiéndome la cabeza con esto? No debería preocuparme lo más mínimo. Eso dijo mi yo interior, lástima que ganará mi conciencia. Terminé sentado en uno de los sofás que tenía Jimmy en la habitación, estaba justo al lado de la cuna. Me acomode hay esperando que él se durmiera y pudiera largarme a dormir. Me seguía sorprendiendo cómo dormía la chica, abrazaba a la almohada, como si le asustara dormir sola y necesitara sentir a otra persona. Luego recordé que su pareja falleció dejándola sola. Supongo que es triste pasar de estar acostumbrado a dormir, comer, bromear, discutir con una persona y que de un día para otro desaparezca de una forma tan trágica y para siempre… dejé de mirarla, sería incómodo si ella despertará y me viera mirándola dormir. Observé la habitación con la poca claridad que entraba por la ventana y entré las cortinas. Me llamó la atención la agenda que había sobre la mesita de noche y mi lado chismoso me gritó que cotilleara. Y pues la obedecí, agarré la agenda de tonos violetas en mis manos. La abrí y me llamó la atención las dos primeras páginas. En una ponía metas y en otra deudas, había más deudas que metas. Sus metas eran conseguir trabajo estable, superar la muerte de Kenan y recuperar el piso. Todo esto decorado con tonos pasteles, mientras que él laso de deudas, que eran unas cuantas, estaban decorados en tonos rojos. Si, se nota que tiene veintidós años. Es demasiado inmadura. Una de las deudas llamó mi atención, si no pagaba los arreglos de la casa, perdería el piso. Lo que me lleva a pensar, ¿Porque quiere una chica que está sola, un piso tan grande y caro? ¿Por qué mantenerlo y no alquilar algo más pequeño? Aún me sigo preguntando qué provocó el incidente en su cocina. Según escuche ella no encendió el horno para nada. Y aunque esté loca, la creo. Pov - Haelyn Desperté a las seis de la mañana, Kyree necesitaba comer y su llanto me despertó. Me lleve un susto de muerte, al encontrarme al chico pálido en el sillón, totalmente dormido, mientras apoyaba su cabeza en la madera de la cuna. Me pareció enternecedor y me dio lástima, seguro le dolerá la espalda mañana y se andará quejando. Agarré a Kyree en brazos y lo acomode para darle el pecho. Cuando ya lo tenía bien colocado, me acerqué al chico y le di varios toquecitos en el hombro. El solo gruñó, mientras se estiraba. — Ve a la cama –Ordene volviendo a centrarme en el pequeño. — Ya voy, mamá – Dijo aún con los ojos cerrados, se levantó tambaleándose y se dejó caer en mi cama. — ¿mamá? –Repetí incrédula. Me hizo gracia, él estaba tan dormido, que ni sabía dónde estaba. Media hora estuve dándole el pecho a Kyree, esta vez se quedó dormido bastante pronto. Lo acomode de nuevo en su cuna y mire de brazos cruzados al chico que rondaba con la boca semiabierta en mi cama. Me acerqué a él, apoyando los brazos en la gran cama. Todos tienen habitaciones grandes y camas grandes, como si fueran de hotel. Di de nuevo leves toques en su hombro. — Señor Moo… Mingi, está no es tu habitación, ve a la cama. — mmh – gruñó añadiendo un gesto de mano, para que lo dejarán en paz. — En serio, ve a tu habitación, debo dormir para estar lista, Mingi. Esta vez sone más borde, lo que hizo que el más se molestara. Tiró de mí brazo, obligándome a subir a la cama y terminando tumbada a su lado. — Haz silencio de una, eres muy molesta. –Gruño acomodándose en la cama dándome la espalda – Más molesta que el demonio con pañales. Me hizo gracia el apodo. Sonreí mientras imitaba su acción dándome la vuelta. No me molestaba compartir cama con él, es tan grande que cabrían cuatro personas, por lo que es difícil que lleguemos a tocarnos. Esto es todo lo contrario a lo que tengo en casa, mi habitación si es similar en tamaño, pero no tenemos tantas cosas de decoración caras. De hecho la mayoría de cuatros son fotos hechas por Kenan, sin ningún tipo de valor, más que el sentimental. Nuestra cama es pequeña, Kenan lo quería así. Según él, prefería que fuera pequeña, cómoda y reconfortante. Quería una cama de matrimonio, no una en la que no pudiéramos encontrarnos. Está claro que nuestro piso era mucho más pequeño que el de los chicos, ya que el suyo son en realidad dos pisos reformados y unificados. Por la tanto, estaba preparada para que los siete convivieran aquí. Algunas habitaciones se nota que eran de dos, porque la mitad está puntada de un color y la otra de otro. Como en el caso de Jimmy, él debía compartir con Seok o John. Me quedé dormida de tanto pensar. Cuando desperté por la mañana, el chico ya no estaba y Kyree tampoco. Salí de la habitación bostezando, caminé hasta la sala donde Kook estaba sentado en el suelo, jugando con Kyree que estaba en el columpio de bebés. Bam estaba con ellos dos, al perro le daba curiosidad el pequeño. Lo que me sorprendió fue ver al caniche de tonos marrones, el perro se acercó a mí y me estuvo olisqueando por un rato. No me interpuse, pero debo oler bastante mal, necesito una ducha. Entre en la cocina, con este siguiéndome. Iba tan concentrada en la bolita marrón que no me di cuenta de que estaba Mingi y terminé dándome un golpe con su pecho. Levanté la cabeza lentamente, sintiendo como mis mejillas empezaban a coger un color rojizo. Él me miraba mientras apretaba sus labios e hinchando sus mejillas. En otro momento diría que eso es adorable, pero la vergüenza no me deja centrarme en eso. — ¿Interrumpo? –Kook usó un tono divertido y travieso, su sonrisa delataba pensamientos extraños. Y creo que la situación en la que nos encontrábamos daba pie a esos pensamientos. El chico de tez pálida apartó disimuladamente las manos de mi cintura y tomó distancia. — ¿Qué quieres? Eres tan molesto, ¿no tenías trabajo? Haz algo productivo, Yeon. –Agarró su café, y me señaló con su mano libre – Y tú, date una ducha y prepárate, llegarás tarde a la terapia y no andaré de chófer toda la tarde. Dicho eso, salió de la cocina con su café en mano. Kook me miró sonriendo, para después negar con la cabeza y agarrar una banana del frutero. Volvió a salir por donde había entrado.
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