Entramos en el supermercado, el chico parecía estar desorientado. Como si nunca hubiera estado en un sitio como este. O al menos solo.
Evitaba a toda costa tener contacto visual con cualquier persona, de hecho parecía asustado. ¿Le da miedo la gente? En cuanto empezamos a caminar por el pasillo, me cambió el carrito de la compra, por el carrito de Kyree. Prefiera llevar al pequeño, que atender debidamente las compras de su propia casa.
Hubo un momento que tuvimos que pasar por el pasillo de lácteos, pero este estaba bastante lleno de personas. El chico prácticamente se escondió detrás de mí, llevando el carrito de Kyree del revés.
— ¿Qué haces? –Pregunté con una mueca de confusión.
— Nada… Solo no me gusta la gente tan de cerca. Soporto a grupos pequeños, pero me agobian los centros comerciales y las tiendas… Suerte que en el hospital apenas había personas por los pasillos, más que enfermeros.
— Por eso nunca haces las compras, ¿No?
— Mi vida se basa en ir del trabajo a casa y de casa al trabajo. Estar con más personas ya no está en mis planes… desde que el grupo se disolvió, evitó estar en eventos o cosas con mucha gente.
— Comprendo… creo que ambos estamos en situaciones de confinamiento similares.
Volvimos a quedarnos en silencio. El me dio un papel con la lista de cosas que debía comprar. Eran muchas, demasiadas diría. Pero son millonarios y poco les importa gastar.
El carro de la compra no tardó en llenarse y el se fue soltando un poco, aunque seguía pegado a mi como lapa. Tardamos aproximadamente una media hora o más, en comprar. Aproveche para comprar pañales y cosas de Kyree, necesitaba para esta semana. Cada uno pagó lo suyo y volvimos al coche.
— ¿Necesitas ir a algún sitio más? –Preguntó mientras arrancaba el coche.
— Umh… –Intenté hacer memoria de que más cosas debía hacer, pero soy mala recordando. –Debía ir a preparar mi currículum, pero puedo hacerlo desde casa si me dejan usar un MacBook o un ordenador.
— En casa tienes. No creo que a ninguno de los chicos le importe dejártelo.
El trayecto a casa, fue un poco incómodo. No podía retrasar más el momento de comer de Kyree y tuve que darle el pecho. Es algo que me incómoda en todos los sentidos, más que nada por el hecho de que se me queden mirando tanto hombres como mujeres… aparte del dolor que siento en los pechos.
— No creo que sea adecuado que hagas eso con el coche en marcha.
— ¿Prefieres que se pase el camino llorando? Ya lo he retrasado de más.
Díez minutos después, ya estábamos en el parking del edificio. Cuando entramos en su casa, nos encontramos con Jay disfrazado de policía. El chico regañaba a Yeo, quien debía de haberle robado comida.
— ¿Qué mierda haces así vestido, Jay?
— Estoy rodando un nuevo drama, y mi papel es el del policía del amor. Hago que las personas que se odian, se enamoren… ¡Podría practicar con ustedes! Me dijeron que debía ser más real.
— No, gracias. –Dijimos al unísono.
Ambos nos miramos frunciendo el entrecejo.
— Oh vamos no sean así, son las únicas personas que conozco que se odian. –Se quejó iniciando un berrinche infantil y abultado los labios.
— No la odio, solo es difícil de soportar.
— tú tampoco es que seas la alegría de la huerta. Eres dramático, exagerado y muy gruñón. –me crucé de brazos.
— ¡Ven! Son mi oportunidad para este gran papel. Debo superar al dichoso de Jimmy, antes de que me vuelva a robar un papel. –comentó con rencor.
El pálido rodó los ojos, para terminar llevando las bolsas a la cocina y poner fin a la conversación. O al menos huir de ella.
Me quedé un rato con Jay, viendo las noticias. Todo iba bien, hablaban de política y todo eso. Pero Jay se puso serio al ver a Jimmy en televisión. El chico rubio estaba promocionando su buena serie, una en la que hace de doctor. Papel que al parecer le robó a Jay.
— ¿Entonces él y tú estáis peleados? –Pregunté con cautela, cuando él castaño bufó al escuchar a Jimmy decir que era el papel de su vida.
Soltó un largo suspiro, mientras apoyaba su cabeza en el respaldo del sofá. Al parecer le cuesta hablar de lo sucedido.
— Jimmy era mi mejor amigo, era un hermano para mí y me traicionó… Él sabía lo importante que era para mí ese papel y aún así, tuvo la cara y los cojones de arrebatarmelo.
Hablaba lleno de rencor, se ve a simple vista que aún no superó tal traición.
— ¿No lo hablaron? Digo para arreglarlo y no echar a perder una amistad de tantos años.
— Lo hablamos, discutimos y nos dijimos cosas muy feas… El se fue de casa, porque los demás estaban de mi lado y eso le jodía. Todos sabían lo importante que era para mí.
— Lo siento, debió de ser duro para ti.
— Ya es agua pasada, simplemente paso de él y lo ignoro cuando nos cruzamos. Jimmy ya no existe en mi vida, al menos hasta que se digne a pedir perdón… –Hizo un parón, para centrarse en mí. – Paremos de hablar de mí, ¿cómo te fue en el médico?
Me incomodaba un poco hablarlo, pero supongo que sentí que ellos debían saberlo, al convivir conmigo este pequeño tiempo.
— Me han dicho que debería ir a terapia y a unas clases para madres primerizas.
— ¡Eso debe ser divertido! Es como un club del libro, pero con bebés.
— Espero que sea divertido… la verdad es que me siento bastante insegura, me da miedo ser la más estúpida del grupo y quedar en ridículo.
— A esos grupos puedes ir acompañada ¿no? Podemos turnarnos para ir contigo y que sea más ameno. –Ofreció de forma amable.
— Ya les estoy causando demasiados problemas, no quiero ser otro peso para ustedes.
— Por favor, no lo eres. Yo iré los miércoles, son mis días libres.
A la conversación se unió el chico pálido, mientras traía consigo su MacBook y una taza de café. Tomó asiento en el mismo sofá que yo y suspiro.
— ¿Qué hablan del miércoles? ¿Hay algo importante?
— El miércoles seré yo quien acompañe a Haelyn al club de madres. El resto de días deben ir ustedes, seguramente Kook vaya los martes y Jin creo que no podrá, sale de viaje mañana.
— Comprendo, espero que la pasen bien. –Se centró en la pantalla de su MacBook.
— Tú debes ir el resto de días, hyung.
La cara del chico detonó de todo, menos alegría. Tenía justamente cara de "¿Me estás jodiendo?"