El chico tardó más de media hora en prepararse, estuve a punto de dormirme en el sofá. Por lo menos me dio tiempo a que Kyree se alimentará bien, de hecho aún estaba en ello. Alguien despertó con hambre. Y hoy tenía pinta de ser un día duro.
— ¿Aún no termino? –Preguntó el pálido mientras se acomodaba bien la americana. –Ese demonio cada vez come más.
— Lógicamente, debe crecer… ¿Por qué tan arreglado hoy?
— Tengo una reunión con varios del equipo y recuerdas que hoy es la comida del club de madres, ¿no?
¿Comida? No pensé que él quisiera venir a la comida que harían. Se de sobra que a él no le gusta ir, pero no hace por no discutir con Jay.
— ¿Ibas a venir?
— Claro, es comida gratis. –Sonrió mientras agarraba las llaves de su coche. – ¿Le queda mucho al demonio?
Negué con la cabeza, mientras apartaba por fin a Kyree de mis adoloridos pechos.
— ¡Por dios avisa, Haelyn! No lo enseñes así como si nada.
Sus mejillas ardían, por el sonrojo. Apartó la vista rápidamente de mi, centrándose en el suelo.
— No seas exagerado, no es para tanto… Debo hacer esto constantemente.
No era lo más agradable, pero ya me había acostumbrado y era algo necesario para Kyree.
Terminamos saliendo de casa, nuestra primera parada era mi terapia. El chico paró el coche delante del edificio.
— En dos horas te recojo aquí mismo ¿Vale? Si sales antes avísame por mensaje.
Asentí con la cabeza, me despedí de holly quien estaba en la parte trasera con el pequeño. Baje del coche nerviosa, de nuevo me reuniría con la doctora Hyn. Subí hasta su planta y espere a que me llamara.
Entre de nuevo en su despacho y tomé asiento, la mujer me inspeccionó de arriba a abajo, bajando un poco sus gafas. Ella era una mujer muy observadora y eso me inquietaba.
— Buenos días, Haelyn. ¿Cómo te encuentras hoy? –Su tono elocuente me molestaba.
— Bien, supongo.
— ¿Cómo fue tu primer día de trabajo? ¿Estuviste cómoda o te sentiste incómoda con el ambiente?
— Un término medio, no fue tan malo como pensé. Pero fue agotador y al principio aterrador. Estuve a punto de no ir.
— ¿Y qué te hizo cambiar de opinión? ¿Qué hizo que quisieras ir?
— Bueno… Fue gracias a Mingi. –confesé con cierta vergüenza.
— Oh ¿ya arreglaron sus supuestas diferencias?
— Estamos avanzando poco a poco supongo. El es un poco gruñón, pero es una persona con un buen corazón.
— Me alegra escuchar eso. ¿Ahora entonces son más unidos?
— Prácticamente si, pasamos casi todo el día juntos, solo que ahora trabajo durante las tardes.
La señora Hyn se quedó en silencio un momento, mientras iba escribiendo en su libreta. Siempre escribe ahí, cuando nos reunimos. Deduzco que irá examinándome y apuntando cosas importantes, o que ella crea importantes.
— ¿Qué emociones sientes cuando estás con él? Por lo que me has ido contando esta semana pasada, es con el que más confianza tienes, a pesar de discutir bastante.
— Es extraño, él me hace sentir protegida. Se enfada mucho y me regaña también, pero supongo que lo hace para ayudarme.
— Osea, que te sientes protegida, y él te transmite confianza. ¿Qué hay de diferente entre él y los otros tres chicos?
— Pues… –me quedé en silencio pensando una razón – Supongo que al pasar más tiempo con él, se creó más afinidad.
— ¿Él se parece a Kenan? ¿Es posible que tengas más afinidad con él, porque su personalidad o gestos hacia ti, son similares a los de Kenan?
De nuevo me quedé confundida ante sus palabras. ¿Eso era cierto? Ambos se preocupaban por mi y es cierto que algunos gestos de Mingi, me recordaban a Kenan. Como cuando me regaño por llegar tarde a casa, eso es algo que Kenan hacía. Mingi se encarga todas las mañanas de levantarse mucho antes y preparar algo de desayunar, además de asegurarse de que despierto a tiempo. Kenan también hacía eso.
Recuerdo los últimos meses de embarazo, cuando me costaba bastante levantarme de la cama y él venía con el desayuno a la habitación. O cuando en mitad de la noche me traía un vaso de leche o agua. Mingi también me hizo eso.
— ¿Señora Hyn, es posible que mi mente esté asumiendo a Mingi como Kenan?
— ¿Crees que es un sustituto?
— No… Espero que no. Kenan era único, no me gusta comparar personas y Mingi a pesar de ser similar con sus gestos, es todo lo contrario a él –Volví a quedar en silencio, con la vista pegada al suelo.
— Es normal que intentes buscar una nueva "casa"; por así decirlo, tu lugar seguro. Mingi ahora mismo, aunque no lo creas, es un pilar fundamental en tu vida.
Eso por mucho que me molestara, era cierto. Sin él, o sin los chicos, seguramente estuviera en un gran pozo de oscuridad.
— Ahora centrémonos un poco en tus sentimientos hacia Mingi. ¿Crees que él podría llegar a gustarte o tu a él? Puede que esa sea la razón por la que cuida de ti. –La mujer apartó la libre al ver mi cara de disgusto. – No me refiero solo a gustar de forma amorosa, Haelyn. Nos pueden gustar personas, sin tratarse de algo amoroso o s****l.
— No sé realmente… De forma amorosa aún no estoy preparada. –centré mi vista en uno de sus extraños cuadros en los que una pareja; sin rostro, posaba semidesnuda, cubriéndose con una sábana. – Pero si estoy teniendo episodios de repentinos saltos de excitación o exaltación. No sé exactamente a qué vienen, pero creo fantasías en mi cabeza y me siento avergonzada por ello.
— Querida Haelyn, eso es muy normal. Tus hormonas aún están en sube y baja. Además, todos tenemos fantasías, lo principal es que no te sientas culpable o infiel a Kenan. Porque no es así.
— No puedo dejar de pensar en qué le estoy fallando…
Pov - Mingi
Llegue a la empresa con ambos demonios, Holly anda bastante rebelde y es un pesado con Kyree. Lo he atropellado ya tres veces, por meterse en medio del carrito. El muy idiota quiere subir a ver al demonio.
Subí en el ascensor, hasta mi planta. Al llegar a ella, me encontré a Seok en la recepción. Me miró con desdén y volvió su vista a la pantalla de su teléfono.
Me acerqué al mostrador, justo donde estaba el. Necesitaba preguntar a Donghee si John y Bang ya estaban reunidos. El chico de unos treinta años me miró sonriente, lleva trabajando en la empresa desde que nosotros debutamos como grupo.
— Buenos días, Ming. ¿Qué necesitas? –Pregunto sonriente.
— ¿Sabes si Kim destrucción y Bang se reunieron ya?
El chico asintió, busco algo en una libreta y arrancó un trozo de la hoja.
— Toma, esta es la sala. Seok, también debes ir. Bang pidió que estuvieran los tres.
Ambos coincidimos en bufar. Nos miramos por un segundo y me adelante agarrando el papel que me dio el recepcionista. Kyree dormía, así que sería una reunión tranquila.
Entre el primero en la gran sala de conferencias. John estaba sentado, mientras que Bang estaba en la cristalera, observando la ciudad. El edificio tiene una de las mejores vistas de Seúl, yo también me quedo a veces mirando. Pierdes la noción del tiempo y es relajante.
— Hombre, Moon Mingi… por fin los tengo a los tres juntos. Esto podría llamarse milagro. –Bromeó con una gran sonrisa, mientras me señalaba la silla.