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1345 Words
Desperté al escuchar la alarma de mi teléfono, mis ojos pesaban por el sueño que aún sentía. Me dolían los pechos, lo que me dejaba en claro que debía alimentar a Kyree. Me sorprendía que aún no me hubiera despertado con su llanto molesto. Abrí mis ojos lentamente, intentando adaptarme a la luz que entraba entre las cortinas. Cuando al fin mi vista se enfocó, me sorprendí por la cómica y adorable escena. El chico dormía boca abajo, con su brazo protegiendo al pequeño. Ambos estaban muy cerca el uno del otro, lo más cómico, era la boca entreabierta y los ronquidos que se le escapaban. Kyree estaba despierto, pero calmado. Hacía pequeños ruiditos adorables con su boca y también babeaba. Me acerqué más a él, quedando a centímetros del brazo del chico. Acaricié de forma cuidadosa la mejilla del pequeño, me era imposible no sonreír cuando se trataba de Kyree. Cuando él sonreía, recordaba a Kenan. Tiene sus ojos y su boca, seguramente en unos años enamore a todo el mundo con su gran sonrisa. Así era su padre, tan elocuente y encantador. Su sonrisa fue lo primero que me cautivo, cuando nos conocimos. Me asustaba un poco que él se pareciera demasiado a su padre y me obligara a recordarlo el resto de mi vida, pero eso era una gran tontería. Lo mejor que me ha pasado en esta vida fue conocer a Kenan y ahora tenía la oportunidad de apreciar día a día el mayor regalo que me dio. Kyree me recordaría toda la vida a la persona que más ame y la persona que me enseñó que el amor va más allá de las simples películas de romance. El decía que el amor está en todas partes y que solo las personas que lo sienten son capaces de entender las locuras que se hacen por amor. Mi vida fue una locura gracias a él, una locura llena de amor y experiencias únicas. Y no tengo porque olvidar eso o porque sentirme mal al recordarlo. Supongo que con el tiempo y las terapias aprenderé a ver el pasado con una añoranza buena y no como algo malo y trágico. — Haelyn Llegarás tard… ouh hyung –Kook se quedó anonadado en el marco de la puerta. Mingi empezó a despertar bostezando y estirándose. Aún estando medio dormido era caudaloso con Kyree. — Mocoso ruidoso… –gruñó aún con los ojos cerrados. Giró su cuerpo, quedando boca arriba. Dejó escapar un largo suspiro y se incorporó quedando sentado en la cama. Sus ojos seguían aún adormilados, miró a Kook con ellos entrecerrados. Aún debía adaptarse a la luz que el menor había dejado entrar al abrir la puerta. — ¿Qué haces ahí parado? Ve a desayunar Yeon. –Ordenó mientras se rascaba la nuca. El más joven sonrió de forma adorable, asintió con la cabeza y salió de la habitación. La vista del mayor reparó en mí, me miró aún con sus ojos dormidos y después se centró en el pequeño. — Ve a ducharte, tienes terapia y el dichoso club de madres. Seguía gruñendo. Me da que el día de hoy se lo pasará gruñendo y quejándose. El volvió a tumbarse al lado del pequeño. A mí me tocó levantarme y agarrar mi ropa para ir al baño a ducharme. Estaba por salir, cuando él habló frenandome. — Ve mejor a mi baño, el de Jin fue limpiado hoy. Eso era cierto, Jin era el único de la casa que tenía contratado servicio de limpieza en su habitación y su cuarto de baño. John y Seok también debían tenerlo, pero al irse de la casa, la mujer solo viene a limpiar las cosas de Jin. Es extraño, pero supongo que los demás no quieren que alguien toque sus cosas y prefieren hacerlo ellos mismos. Salí de la habitación, para meterme justo en la última, del pasillo. La habitación de Mingi, la verdad, no había entrado nunca, más que para llamarle desde el marcó de la puerta. Su habitación no era llamativa, los tonos eran grises, negros y blancos. El escritorio estaba lleno de sus cosas para trabajar y comida, si tenía restos de envoltorios de comida y alguna que otra lata de cerveza. La cama estaba justo en el medio, era grande, como las camas de los hoteles. Resaltaba la estantería que tenía rodeando el marco de la cama, todo estaba ordenado y calculado a milímetros. Lo gracioso era el peluche de kumamon entre los cojines de la cama. Sobre la mesita tenía un libro que debía estar leyendo y una especie de diario. En la otra solo estaba la lámpara y un paquete de pañuelos. Frente a la cama estaba la enorme televisión y a los lados de esta, dos puertas. ¿Cuál era el baño? Son iguales. Me la jugué a pitó pitó gorgorito y ganó la puerta de la derecha. Al entrar supe al instante que ahí no era… Ese era su vestidor y lo tenía bastante desordenado. Quién lo diría, viendo su habitación. Entre en la otra, consiguiendo al fin entrar en el baño moderno. Seguía manteniendo los mismos tonos y decoración elegante que su habitación. Lo curioso fue que tuviera tanto ducha, como bañera. Jin solo tenía ducha en el suyo. Había ropa de Kyree, lo que me deja en claro que anoche lo baño aquí. Me deshice de mi ropa, me di un repaso rápido en el espejo. Mi cuerpo había cambiado tanto, ya no me gustaba. Debía ejercitarme, pero no tengo dinero, ni tiempo para eso. Lo que más me preocupaba de mi cuerpo, además de las estrías, lo feos que se veían mis pechos y algunos detalles que cambiaron, era la dichosa cicatriz de la cesaría. La odiaba tanto, sobre todo por la cantidad de mujeres famosas que mentían acerca de ella. No, no queda marca, todo vuelve a su sitio después… Odio a la gente mentirosa. ¿Tan difícil es ser real? O al menos ser sincero con cientos de personas que te están viendo esperando quedar igual o similar a ti. Pero les mienten, nos mienten haciéndonos creer que con ridículos ejercicios seremos como ellos. Pero no son sinceros, no te explican la cantidad de dinero, la cantidad de horas y la cantidad de personas que están pendiente de ellos y asesorandolos. Y vas tú como estúpido a intentarlo solo y en casa. Es ridículo, es ridículo como nos creemos esa gran mentira. Aparte bruscamente la mirada de mi cuerpo y me adentre en la ducha con el agua templada. Díez minutos después, salí del baño ya vestida con unos simples jeans rotos y una camisa de botones fina y blanca. Debía llevar algo cómodo para alimentar a Kyree. Odia los biberones y recomiendan darles leche materna hasta el año. Me espera un gran suplicio y apenas llevamos tres meses. Al entrar en la sala, el chico ya estaba en el sofá con Kyree en brazos y tomando su café. Holly estaba siendo adorable, el perro le dejaba su pequeña pelota encima de Kyree, esperando este se la tirara para jugar. — Holly no seas pesado –Regaño el chico, aun sin ser consciente de mi presencia. –ve por la pelota. – Suspiro rendido ante los ojitos del pequeño perro. — Despertaron con energía –Bromee entrando completamente a la sala. — Demasiada, diría yo. Toma, debo ir a ducharme. Me paso al bebé con cuidado, él estaba por irse, pero recordé algo. — ¡Espera! Se me olvidó mi pijama allí. — No importa, luego es necesario poner la lavadora. Kook trae mucha ropa sudada de sus entrenamientos, ese mocoso no es capaz de lavarla. Y de Jay ni hablemos… Se fue aún gruñendo hacia su habitación. Como dije, hoy gruñira todo el día. Me tomé el café que el chico me había preparado, y aproveché para alimentar a Kyree. Él pequeño ya estaba preparado para salir, con su ropa puesta. Mingi fue rápido al cambiarlo. Kook ya se había ido de casa y Jay debía estar durmiendo aún.
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