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1314 Words
Mi primer día en la tienda fue raro, conocí a un chico un año mayor, él fue quien me enseño como iba la tienda y también era mi compañero. Kang Donghae, veintitrés años, es el hijo de los dueños de la tienda, por lo que intento llevarme bien con él. Algo que por ahora me ha sido fácil. Es un chico educado y muy bromista, ayuda a sus padres en la tienda por la tarde y por la mañana estudia medicina. — Haelyn recuerda acomodar las cajas de tabaco en el estante, los altos los acomodó después. Asentí con la cabeza, mientras abría la caja que dejó en el mostrador. Fui sacando poco a poco las cajetillas de tabaco y acomodándolas en el estante. Como él dijo, no llegaba a las altas, así que tuve que esperar a que él volviera del almacén. Entre los dos terminamos de organizar las cosas para cerrar la tienda. Caminábamos a la par, mientras tomábamos una lata de Coca-Cola. — ¿Fue duro el primer día? Es la primera vez que hago de jefe. — La verdad nunca imaginé que llevar una tienda fuera divertido y a la vez agotador. –Sonreí mientras miraba la lata en mis manos. El tomó un sorbo de la suya, después soltó un largo suspiro con cierto cansancio. — Mañana será más tranquilo, los lunes siempre son complicados, siempre hay más clientela y llegan los encargos de toda la semana. — Ya odiaba los lunes, ahora con una razón más clara. Saqué mi teléfono al escuchar el tono de llamada, dudé en contestar o no. No se si es de mala educación contestar estando con el jefe. Era Mingi y estaba segura de que solo llamaría para preguntar si ya había salido de trabajar. Me envió varios mensajes a lo largo de la tarde, para ver si todo iba bien. — ¿No vas a responder? Es una llamada muy tarde, puede ser algo importante. Asentí, me alejé un poco de él, mientras seguíamos caminando. Lo curioso es que vivimos cerca y él se ofreció a acompañarme cuando cerremos la tienda, ya que son altas horas de la noche, concretamente las doce de la madrugada. — ¿Si? ¿Está todo bien? — ¿Haelyn dónde estás? Son pasadas las doce y media y sales a las doce menos diez. No se tarda tanto en llegar de la tienda a casa. Me sonó a típico sermón de padre preocupado, puse los ojos en blanco y responder un simple "Ya voy camino a casa" seguido de un "en diez minutos estoy allí" Volví con Donghae cuando di por finalizada la llamada. El chico me acompañó hasta la puerta de mi edificio y se despidió de mí con un hasta mañana, acompañado de una leve reverencia. Llegue a casa agotada, me quité los zapatos en la entrada, como siempre y me asusté al entrar en la sala. Moon Mingi estaba sentado en el sillón de masajes, con Holly en su regazo. — Al fin llegas. Has tardado más de cuarenta minutos en llegar a casa, cuando no se tardan ni veinte. –Se cruzó de brazos después de dejar a Holly en el suelo. — ¿Estás bien? Pareces enfadado… — Estoy enfadado, mi tarde fue una puta mierda. El demonio me vómito encima, después de darle de comer. No contento con eso, cuando fui a darle un baño, se hizo pis encima de mí… y encima llegas tú y me tienes en ascuas esperando que llegues. ¿Sabes la cantidad de depravados y pervertidos que hay en la calle a estas horas? — Bueno una nueva experiencia con Kyree ¿No? –Sonreí nerviosa, esperando que su enfado cesará. – Bueno si, pero es Seúl, no es tan normal que pase algo… — Veo que no te molestas en ver las noticias… Hay un grupo de niñatos acosando a chicas, ya hubo varios casos que llegaron a más que golpes. Si es una ciudad segura, pero como en todo país, hay ratas. — Está bien, lo siento debí haber avisado de que llegaría algo tarde. Pero estaba hablando con Donghae — ¿Quién mierda es Donghae? No hables con extraños Haelyn. Rodé los ojos, mientras me dirigía a la cocina. Él me siguió de cerca, y de brazos cruzados. — No es un extraño, es mi nuevo compañero de trabajo. Me estuvo explicando como va la tienda, mientras veníamos a casa. Fue agradable y el trabajo no fue tan duro como creí. — Comprendo. –Sonó bastante seco, realmente está molesto – Solo avisa si vas a llegar tarde, por favor… Ve a dormir, Kyree ya está en su cuna, lleva un rato dormido. Salió de la cocina dejándome sola. Me preparé un vaso de agua y agarré un par de galletas. Me dio el tiempo justo de ponerme el pijama, cuando Kyree se despertó. Me acomode en el sofá junto a su cuna y aproveché mientras él se alimentaba, para comerme las tres galletas que había cogido. Estaba agotada y lo único que quería era dormir, algo que él no pareció entender. — Kyree por favor, deja dormir a mamá… Lo necesito. Al parecer él entendió lo contrario y aún con el estómago ya lleno, siguió llorando. Me esperaba una dura noche. Pov - Mingi Eran las dichosas cuatro de la mañana y el demonio seguía llorando. ¿Qué narices está haciendo Haelyn? Me levanté a regañadientes, con Holly siguiéndome los talones. Abrí la puerta de su habitación, sin llamar, ni andarme con rodeos. Me llevé las manos a la cintura, al ver a la chica dormida en el sillón, con el bebé en brazos. — Ahs Haelyn… Agarré con cuidado al bebé y di varios toques en el hombro de la chica. — Haelyn ve a la cama. –Ordene tajante, mientras tiraba un poco de su brazo. De lo agotada que estaba, ni rechisto. Se dejó caer en la cama y yo tomé asiento en el sillón. Kyree dejó de llorar, pero seguía inquieto. — ¿Qué te pasa hoy, pequeño demonio? Andas enfadado –Pregunté exhausto. Al llevar un rato ya en ese sillón, empezó a dolerme la espalda y el maldito mocoso no se dormía. Lo bueno era que no lloraba, solo babeaba mi mano. Llegó un momento que no lo soporté más, me levanté y acomodé al pequeño en la cama, justo en medio de la chica y de mi. Si, me acosté en la cama. No tenía otro remedio y pronto serían las cinco de la mañana. Mi vista se centró en la chica por un momento. Dormía plácidamente, absorta de lo sucedido. Era la primera vez que me fijaba un poco más en su rostro, la verdad es que no suelo mirar mucho a la cara de la gente, me incómoda el contacto visual. Pero ella estaba totalmente dormida. Lo que más me llamó la atención, fue el pequeño lunar que tenía en su nariz. Se me hizo familiar y pude afirmar que Kyree era su hijo. Tenían la misma nariz y el mismo lunar. Viendo a los dos así de cerca, se notaba bastante que eran madre e hijo. Me inquieta un poco lo despistada e inmadura que es. Las cosas no son seguras ahora en Seúl durante la noche y que salga tan tarde de trabajar me deja intranquilo. Para ser sincero no me gusta nada que trabaje en una tienda de conveniencia, se cobra mal y el trato de los clientes suele ser complicado, más si eres extranjero. No creo que sea el trabajo adecuado para ella. Pero soy consciente de que necesita dinero urgentemente y a elegido el trabajo más rápido. Dejé de darle vueltas al asunto, me acomode mejor en la cama dejando mi brazo entre el bebé y la chica a modo de protección por si ella se movía.
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