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1860 Words
Una semana llevaba conviviendo con los cuatro chicos. Menos Jin, quién seguía en Busan grabando su programa de cocina. Vemos sus programas durante la tarde, ya que no tenemos nada que hacer. Normalmente lo veo con Kook, ya que Mingi está trabajando en una nueva producción al parecer con John y está bastante irritante. Por las tardes se encierra en su habitación y no habla con nadie, no está teniendo muy buena semana. De hecho sólo nos vemos por la mañana, cuando me lleva a la terapia, que es todos los días. El se queda con Kyree y después me recoge Kook, con el pequeño. Holly sigue en casa, ese perro se volvió el mejor amigo de Kyree. Se pasa el día junto a él, incluso nos toca llevarlo por la mañana, porque no quieren separarse. Suerte que a Mingi le dejan llevarlo en la empresa. Ayer, domingo me llamaron para trabajar en una pequeña tienda de conveniencia. Está cerca de casa y cerca de la empresa de los chicos. Por lo que puedo ir andando y recoger a Kyree si está con alguno de ellos. Trabajaré todas las tardes y los fines de semana será por la mañana. No tengo días de descanso, al parecer solo trabajar por la mañana el sábado y domingo, ya se vuelve un día de descanso, al tener las dos tardes… No es justo, pero necesito trabajar. Por fin me reúne con los propietarios del piso, me piden arreglar todo lo que esté dañado el piso y encima suben el cuarenta por ciento el alquiler. Pero ese acuerdo tiene un plazo. Sí no lo tengo en los próximos dos meses, definitivamente me quedo sin piso. Por otro lado, también tengo la deuda con el seguro, es ridículo, pero le demandaron por no pagar. Su lema de mierda, me pone enferma cada vez que lo escucho en la televisión. "Tu seguro de confianza, el seguro que te apoyará en los malos momentos. No duden en llamar e informarse de nuestras tarifas, se parte de nuestra gran familia". Me entran unas terribles ganas de escupirles en la cara. Me levanté a toda prisa, mientras me vestía y acomodaba el uniforme que me hacían llevar. Eran las cuatro de la tarde, durante la mañana tuve mi terapia con la señora Hyn y también fui al club de madres; como le gusta llamarlo a Jay. — Llegarás tarde Haelyn. –Advirtió el chico pálido desde el marcó de la puerta de la habitación, con Kyree en brazos. — Lo sé, lo sé. Solo estoy revisando que esté todo para cuidar de Kyree. — Llevas preparando todo, desde ayer, Haelyn… Tengo pañales de sobra, dejaste varios biberones para sus tomas de toda la tarde y no creo que salgamos de casa. — Necesita un baño antes de dormir, osea antes de las siete. ¿Podrás hacerlo solo? Me asusta dejarte con el — Ay ya vete, eres muy pesada. Venga largo ya, Llegarás tarde tu primer día. No me quedó más remedio que asentir. El sabe cuando pongo excusas y las destroza todas. Me quedé en el marco de la puerta que llevaba al pasillo para salir de casa. El chico me había acompañado hasta esta, no quería irme, tenía miedo y no por lo que le pasara a Kyree. Tenía miedo a todo lo nuevo que se me venía encima. Tenía un trabajo y no sabía una puta mierda de llevar una tienda o de trabajar si quiera en una. — Todo irá bien, Haelyn. Si me necesitas, llámame y te ayudaré en lo posible ¿Vale? Asentí, él asintió y cerró la puerta de casa. Quería empezar a caminar, pero no podía. Mis piernas temblaban de miedo, la gente me miraba raro, normal. La viuda loca del edificio ya estaba dando el cante. Agarré mi teléfono y no dudé en llamarlo. El no tardó en contestar. — ¿Haelyn? — ¿Qué pasa si necesito ya? La puerta del apartamento se abrió de nuevo, esta vez no tenía a Kyree en brazos, pero los traía cruzados. — Haelyn… — ¿Puedo pedirte un abrazo? –Pregunté con cautela. Esperé con ansias su respuesta, a él le pilló por sorpresa. Sonreí cuando él rodó los ojos, hizo un gesto con la mano para que me acercará. No esperé más, lo abracé por su cintura, intentando que fuera lo menos incómodo posible para él. — Todo irá bien, Haelyn. Me bastó escuchar eso de su boca, mientras me daba una leve palmadita en la espalda. Me arme de valor y lo conseguí. Conseguí salir del edificio y llegar al trabajo, me quedé unos minutos mirando la puerta. Respire profundamente y entré. No estaba lista para este paso, pero me veía obligada a hacerlo. Pov - Mingi Debo decir que sonreí durante ese abrazó. La verdad es que yo también necesitaba uno desde hace mucho tiempo, pero me daba vergüenza pedirlo. Agarré de nuevo al pequeño Kyree y me adentre en mi habitación, lo deje en la cama, mientras acomodaba las cosas en mi escritorio. Hoy seguramente no me movería de ahí en todo el día. Dichoso John y su maldita canción. Solo accedo a trabajar con él, por el cincuenta por ciento de comisión. Tomé asiento en mi silla, con el demonio de nuevo en brazos. Empecé a trabajar con él apoyado en mi pecho, no era incómodo y tenía movilidad. Holly estaba a mis pies, mirando lo que hacía con atención. Lo que no esperaba era encontrarme con la llamada de mi madre en la pantalla donde estaba trabajando. — Mierda… –Maldecí en voz alta. Esa mujer es tan pesada, si no respondo se pasará el día. Pero si lo hago, me dará un enorme sermón, por no haberlos ido a visitar cuando recogí a Holly. No esperé y fui por la mañana, cuando ellos estaban trabajando. Lo hice aposta, para no encontrarme los. Tuve que responder, por su insistencia. Apreté los labios al ver su cara de cerca en la pantalla. — Amh… Omma aléjate de la cámara, solo veo tu nariz. — Estás tecnologías son tan raras… ¿Cómo estás Mingi? — Bien supongo, estaba trabajando, Omma. — Así qué de niñero, ya me dijo Jae que le estabas haciendo un favor a una vecina. — Es amiga, mamá. Intentaba centrarme en las letras que escribía en mi cuaderno de canciones. — ¿Pero por qué no se encarga el padre? Es extraño dejarle el hijo a un amigo. — Es complicado mamá, su situación no es la mejor. Me pasaré por casa el sábado, Jun vendrá también. — Mejor nos pasamos nosotros por allí, hace tiempo no vemos a Kook, ni a Jay. Llevaremos cena y será un fin de semana divertido, ya lo verás. No muy convencido acepté. El problema sería que mis padres, bien tradicionales, no sabían que Haelyn, una chica. Estaba viviendo con nosotros, cuatro hombres. No pensaba decir nada ahora, prefiero que se lo encuentren todo de sopetón. Antes de aguantar un sermón ahora. Seguimos hablando un poco de cómo estaban llevando su restaurante, la vida de mis padres se basa en trabajar, trabajar y darme sermones. — Mingi-aah deberías empezar a tener citas, pronto tendrás treinta y ya será muy tarde para todo… Ya ves lo bien que te ves con un bebé. Negué con la cabeza, mientras abultaba los labios. — No estoy preparado para eso. Se suponía que estaría con mi grupo hasta los treinta y cinco, ahí es cuando ya pensaría en un futuro. — Mingi a esa edad como mucho podrás tener un hijo y cuando el niño crezca un poco, tú serás demasiado mayor para poder atenderlo como te gustaría… si lo tienes con treinta y cinco, cuando ese niño tenga unos diez años, tú tendrás cuarenta y cinco. Y eso si hablamos teniéndolo justo con treinta y cinco, que lo veo algo difícil ya que tardarás tiempo en encontrar una pareja con la que realmente quieras eso. Me saliste bien especialito y no te será fácil encontrar a la persona adecuada. — No me agobies ahora con eso mamá, Jae ya tiene treinta y no le reclamas nada. — Jae ya tiene novia, no puedo agobiarlo. Pero tu ni eso tienes… Me preocupo por vuestro futuro, no quiero que estéis solos cuando tú padre y yo ya no estemos. Seamos honestos, no hablas con el resto de la familia, no tienes casi comunicación con tus primos, más que para felicitarlos en cumpleaños. Solo tendrás a tu hermano, me preocupa que se queden solos, los dos. — Está bien, intentaré mirar por encima alguna app de citas. Pero no prometo nada, mamá. Ver la enorme sonrisa de mi madre, me dejó en claro que estaba bien jodido. Pero por lo menos así dejara de molestarme con esto del reloj biológico. Estaba deseando colgar, pero ella seguía hablando y hablando, está vez de mi padre. Hasta que Kyree empezó a llorar por hambre. — Debo ir por su comida. — Me derrite el corazón verte tan atento a ese pequeño. Rodé los ojos mientras me levantaba y salía de la habitación, dejando a mi madre aún en la pantalla. Haelyn me había enseñado a calentar los biberones, debían tener una temperatura ni muy caliente, ni muy fría, osea templado. Esto de hacer de niñero empezaba a gustarme y también a inquietarme. Volví a mi habitación ya con el biberón en mano, tomé asiento de nuevo frente a la pantalla. Mi madre me miraba atenta, mientras mantenía sus codos en la mesa. — Debes mirar la temperatura antes de dárselo, Mingi. –Me regaño al ver que iba a dárselo del tirón. Suspire con frustración, mientras dejaba mi espalda pegada al respaldo de la silla. No recordaba cómo se miraba la temperatura, me lo había explicado la chica loca tres veces y no presté atención, ninguna de las tres veces… — ¿Cómo se miraba? — Hay varios métodos, los más comunes son probar tu mismo la leche o echarte un poco en la muñeca. ¿Dónde está su madre? Es muy pequeño para tomar de biberón. — Me quedo con la muñeca. –Comenté con obviedad. – Está trabajando y no hay otra forma. — En mis tiempos las mujeres se quedaban en casa atendiendo a los niños, en vez de trabajar. ¿Dónde está el padre? Me sigue pareciendo rara la situación. — Está muerto mamá –Fui directo, necesitaba que el fin de semana no sacará el dichoso tema. – Murió en un accidente, un borracho se llevó su moto por delante. — Oh dios mío, pobre chica… Es duro criar un hijo sola, mira cómo lo pasó la tía Hee, todos tuvimos que ayudarla en ese momento y su hijo ya tenía dos años, ni me imagino siendo tan pequeño. — Debo colgar mamá, debo trabajar. — Está bien, te dejo trabajar. Te llamo en otro momento y ten paciencia, veo que el pequeño no está acostumbrado al biberón y tardará en aceptarlo. Me limité a asentir, me despedí de ella con un gesto de mano y di por finalizada la videollamada.
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