De vuelta al deber

2345 Words
Antes de que ese hombre espeluznante pueda llegar a mí, una imponente figura masculina se interpone entre nosotros. Afectada por su presencia observo como esos intensos ojos negros me transmiten seguridad, es la persona más intimidante que he visto, pero no siento que sea una amenaza para mí, a diferencia de el otro tipo. Aún así debo estar loca al no sentir ni una pizca de miedo. Es muy guapo, nunca había visto a un hombre tan ridículamente hermoso; cabello liso color n***o intenso, ojos penetrantes del mismo color con un brillo místico y piel pálida, que aunque en cualquiera pudiera parecer enfermiza, combina a la perfección con su apariencia dándole una belleza peculiar. —Su alteza ¿Qué hace aquí? —cuestiona con un rostro inexpresivo, sorprendiendome. —¿Sabes quién soy? —Por supuesto que lo sé. Cómo si le esencia de los Gamma se pudiera ocultar—aclara en un tono sarcástico manteniendo su expresión— ¿No sabes que afuera es un lugar peligroso? ¿Era él la persona de los mensajes? Tal vez me confundí al no saber usar el celular, pero entonces ¿Quién era ese tipo? Escaneo detrás suyo pero no hay rastro de el otro sujeto. —¿Estás bien? —Su grave voz provoca que un cosquilleo recorra todo mi cuerpo, aunque su rostro carezca de emociones noto un sutil tono de preocupación en esta. ¿Me lo estaré imaginando? —Sí... Gracias —Respondo timidamente sin poder evitar sonrojarme, no estoy acostumbrada a hablar con personas que no pertenezcan al palacio escarlata el cual viví toda mi vida, y menos con alguien tan intimidante, irradia un aura que evoca respeto solo con verle. Ahora que lo pienso... Sí es el tipo de los mensajes podría estar involucrado con mi hermana. Sería muy extraño viniendo de Ámbar la noble princesa perfecta, no me lo puedo imaginar. —¿Eres el amigo de mi hermana? —Se me escapa la pregunta antes de siquiera decidir hacerla. —¿Amigo? si... si... —Desvía la mirada. Vaya... primera vez que muestra alguna emoción y es de incomodidad. ¡Bien hecho rubí! Contengo las ganas de cachetearme en un intento de entrar en razón, por suerte una llamada a su celular interrumpe el incómodo momento. Lo contemplo alejarse un instante a atenderla, con la tentación escuchar a escondidas, preguntándome si ya esta enterado que me escapé, aunque de todas formas si aún no lo está, tarde o temprano lo hará, solo la idea me hace sentir avergonzada, dándome cuenta lo irresponsable e infantil que estoy siendo. —Tenemos que irnos —¿Tenemos? Su voz autoritaria me aleja de mis pensamientos. ¿Ya sabrá que me escapé? Espero que no ¿¡Por qué me importa tanto lo que piense!? ¡Me siento tan estúpida!¿Qué pensaba? ni siquiera tengo a donde ir...Todo lo que era quería ser libre una sola vez, ni siquiera aspiraba a ser una humana normal, solo una que toma sus propias decisiones. Simplemente ser una persona real. Dejar de ser un títere para sentirme viva. Observo a las personas reír y divertirse en el parque sin saber lo afortunadas que son. El hombre desconocido al que aún no le pregunto su nombre se queda un momento a mi lado en silencio. —Hay que darnos prisa —A diferencia de su tono sarcástico y autoritario de antes su voz es suave, casi comprensiva. Es como si entendiera lo que estoy sintiendo. Veo a lo lejos una pareja compartiendo una especie de trozo de nube rosa que al parecer es comestible, bromeando y riendo. ¿Así se ve una pareja normal? Sin nada que los ate más que el deseo de estar juntos. Se van tan enamorados... Al verlos alejarse siento un hueco en el pecho. Sé que una vez que vuelva jamás tendré algo com eso. —Rubí...—mi corazón da un vuelco cuando lo escucho pronunciar mi nombre. —Lo sé... —Al menos puedo atesorar esta imagen en lo más profundo de mis recuerdos como consuelo—. Es hora de volver —anuncio. Cuando ya lo he aceptado y estoy lista para irme noto al hombre a mi lado algo indeciso. —Espera en segundo...Quédate aquí —¿¡Ahora qué!? Confundida, lo veo alejarse hasta llegar a un puesto repleto de esa cosa rosa que vi comiendo a la pareja de humanos. Luego de unos pocos segundo está parado en frente de mí con uno en la mano, extendiendolo en silencio ¿Fue a comprarme eso?¿Me lo está dando? —¿Para mi? —Pregunto con incredulidad. —¿Hay alguien más? ¿Habrá pensado que por eso los miraba? Al verlo Pareciera...es difícil saber si está avergonzado viendo esa cara. Con una sonrisa penosa lo acepto, tomo un pedazo y lo llevo a mi boca sintiendo cómo se derrite en esta ¡Delicioso! —Gracias —Sonrío con gratitud mientras noto un leve tinte rojizo en sus orejas detrás de ese rostro inexpresivo. Así que tiene un lado dulce, no parece estar acostumbrado a este tipo de cosas. ... Mientras caminamos por las animadas calles de la ciudad hacia el tren, escucho con curiosidad las conversaciones de las demás personas. Entre todas ellas, una en especial me hace detenerme involuntariamente. —Lo sé, aún no creo que sea real que existan ¿Crees que sean reales? —Expresa una chica con preocupación. —No seas ridicula, Esa estupidez de los vampiros es solo una excusa del gobierno —Responde su amiga con incredulidad. ¿Vampiros?¿No se supone que son un secreto? —Por qué inventarían algo tan absurdo para ocultar la verdad detrás de tantas muertes, no tiene sentido —Debate la chica. ¿Muertes? mis ojos se agrandan y un escalofrío desagradable recorre mi cuerpo. —Seguro hay algo grande detrás de todo eso... —Vuelve a agregar su amiga. Siento que alguien tira repentinamente de mi brazo sorprendiéndome, forzándome volver a andar con más velocidad que antes. —Deprisa —Ordena el hombre con evidente molestia, al parecer no soy la única que escuchó. —¡Espera!—Protesto Intentando soltar mi brazo sin resultado. Aunque su agarre no es tan fuerte coma para lastimarme, es lo suficientemente firme como para evitar que me zafe. ¿Quién se cree que es? —¡Puedo caminar sola!—Declaro con enfadada, logrando que se detenga y voltee a verme con esos intensos y penetrantes ojos oscuros. —¿A sí? No lo parece...—Su agarre se debilita, tomo la oportunidad de liberarme y apuro el paso tomando la delantera sin voltear atrás, sintiendo su mirada aún clavada en mi espalda. En cuestión de minutos llegamos al bosque topándonos con el muro brillante y transparentoso. Solo de pensar que debo volver a pasar a través eso me dan nauseas. Respiras hondo y lo atravieso lo más rápido que puedo. Tan pronto como estoy del otro lado mis piernas pierden toda su fuerza. Siento que unos brazos grandes y firmes me sostienen antes de que tocar el suelo. —¡Rubí! —Exaltado lo escucho llamarme. Bueno, como todas las decisiones que he tomado hoy ¡No fue buena! creo que veo borroso... ¿Es idea mia o este tipo esta preocupado? —¿Hoy es tu primera vez cruzando el campo Aóratos? —Me cuestiona como si ya supiera la respuesta. —¿El qué? — Evidentemente ya la sabía, por supuesto que no había atravesado esa cosa antes en mi vida. —¿Cómo es que no sabes algo tan simple? Si no lo usas desde niño tu cuerpo no reacciona bien—Su tono de voz me molesta ¿Me estás regañando? ¿Tu a mí?¿Cómo iba a saberlo? Si es la primera vez que veo esa cosa, tienes suerte no tengo fuerza para discutir. —No lo sabía... —Todavía queda otro más por atravesar no creo que tu cuerpo lo resista. El miedo a sus palabras provoca que me aferre a él involuntariamente y al instante siento su pecho vibrar. ¿Se está riendo de mi? Siento como sube la temperatura de mis mejillas y suelto mi agarre inmediatamente. —No te preocupes no es nada más grave que un mareo algo fuerte —Me tranquiliza en un tono juguetón—. Aunque nunca se sabe con los humanos, siempre tan débiles. ¿Se esta burlando? Voy a borrarle esa sonrisa sínica y...¿Sensual? ¡En que estupideces estoy pensando! sacudo la cabeza alejando esos vergonzosos pensamientos, debe ser el mareo... si eso... el...campo o como se llame. Cómo si pesara lo mismo que una pluma, si previo aviso él me levanta y comienza a caminar hacia el tren cargándome. —¡Bájame! —Exijo sacudiendo mis piernas, pero como si no le hubiese dicho nada sigue su camino—. Puedo caminar—Insisto. —Lo dudo. Refunfuño ¡Es tan terco como...como yo! le dejaré ganar esta vez, solo porque puede que tenga razón. Subimos al tren. Y otra vez quedo desorientada por sus inesperadas acciones ¿Pero qué hace? Esperaba que me dejara en un asiento y él se sentara en otro, pero para mi sorpresa se sienta conmigo en su regazo. —¿Qué haces? —Quédate aquí, mi cuerpo te servirá como escudo frente al campo Aóratos —Me informa con tranquilidad. ¿Estás jugando conmigo? me pregunto mirándolo fijamente escudriñando en su rostro—. Hablo muy enserio, quédate aquí si no quieres que tu condición empeore—Sus ojos perforan los míos, sé que habla muy en serio. Podría decirle que puedo estar en otro asiento hasta que llegue donde está el campo. Pero aunque no me complace admitirlo estar en su regazo rodeada por esos firmes y cálidos brazos es agradable. No puedo creer que el lugar más cómodo en el que he estado sean los brazos de este hombre. Definitivamente algo anda mal conmigo. Dejo caer mi cabeza en su pecho sintiendo los latidos de su corazón. Levanto la vista para ver su cara. Su rostro se ve tan serio e indiferente como la primera vez que lo ví. Entre su piel pálida mi mirada se dirige a un ligero rubor en sus orejas ¿Se sentirá incómodo? Sin saber por qué, como un insecto que se dirige a una luz brillante, mis manos se dirigen a sus pálidas mejillas. En cuanto la punta de mis dedos las tocan las veo teñirse de rojo y su mirada parece flaquear. —Tu...—Espero sus siguientes palabras pero nunca las pronuncia. Los latidos de su corazón aumentaron su velocidad ¿O es el mio? Al volver en mí, rápidamente aparto mi mano. —Lo siento...—Me disculpo apenada—¿No te sientes incomodo? —No te preocupes —Maravillada viendo como la comisura de sus labios se levantan me quedo sin palabras. ¿Esta sonriendo de verdad? A diferencia de las anteriores esta perece una sonrisa sincera. Sin más me acomodo levemente y cierro los ojos escuchando los latidos de su corazón. A medida que estos se regulan, me invade el sueño como si de la mejor canción de cuna se tratase. Antes de caer profundamente tu último pensamiento sale a la luz; De alguna manera siento que este día volvió a ser una ocasión especial,a partir de hoy espero que siempre me regales tu sonrisa. ... Me despierto con la sensación desagradable de atravesar el campo Aóratos, pero mucho más leve que las veces anteriores. Me percato que el hombre que me acompaña me envulvuelve en sus brazos cubriéndome con su cuerpo. El tren se detiene y me carga de forma natural, cómo si ya estuviera acostumbrado a hacerlo. Ahora mismo no tengo la energía para decir algo. Al bajar sigue el sendero en el bosque como si ya conociera el camino. —Ya estamos llegando, bájame si no quieres que mi familia arme un escándalo. —No lo creo... A decir verdad no quiero que se preocupen, ya tengo suficiente con la tontería que hice. Además mentiría si dijera que no me aterra la reacción de mi padre. —Ya me siento mucho mejor —Miento. A regañadientes me baja cuidadosamente una vez llegamos al palacio. De donde inmediatamente escucho a mis padres. —¡Rubí!—Exclaman mi nombre al unísono angustiados. ¡Oh no aquí viene! No puedo evitar cerrar los ojos, pero todo lo que siento es como me inunda el perfume característico de mi padre. al abrazarme cálidamente casi con desesperación ¿Está llorando? creo sentir como le tiemblan las manos acariciando mi nuca. Mi padre, el maximo rey siempre ha sido de un fuerte carácter, nunca lo he visto, ni siquiera imaginado alguna vez, llorando. Solo termina el abrazo para escanearme con preocupación, pero mi madre lo interrumpe imitándolo con otro abrazo de oso. —Mi pequeña ¿No te has hecho daño? ¿No sientes ningún dolor? —Me escanea la reina esta vez. —Llamaré al doctor— Anuncia mi padre dejándome estupefacta ¿Cómo? ¿No va a regañarme? —Mamá, papá, estoy bien —Trato de tranquilizarlos pero soy interrumpida por otra voz familiar. —¡Rubí! ¡Denon! ¡Por fin están aquí! —De...¿Qué?¿Ha dicho Denon? Ámbar sale a toda prisa con una gran sonrisa dejándome aún más desorientada. —Denon Vanom, has traído a mi hija sana y salva, pídeme lo que quieras.—Estupefacta observo como mi padre el Maximo Rey, el único y poderoso Gamma se reverencia solemnemente ante el desconocido que me trajo a casa. Seguido de su esposa, La única e irremplazable Reina Gamma —Mil gracias a la Gran Luna Del Antiguo Imperio. Antes de que poder reaccionar mis piernas flaquean y mis ojos se nublan. —¡Rubí! Las voces a mi alrededor se sienten como un eco cada vez más lejano hasta que mi mente finalmente se apaga.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD