Los juegos del destino

4139 Words
Dentro de las de las antiguas e impenetrables murallas del mundo oculto, se encuentran aquellos a los que pertenece por derecho legítimo, prisioneros, desconociéndolo tanto, como los que habitan ignorantes de su existencia al otro lado de estas. Al mismo tiempo que mis lágrimas caen por mis mejillas, deslizo mi espalda por la puerta de mi habitación mientras mis pies se rinden a la resignación, evitando el paso de cualquiera que pueda llegar a interrumpir este momento de debilidad. No puedo dejar que nadie me vea así, ¿Cómo podría mostrarme así, siendo la hija del gran soberano este mundo? —¿Rubí? ¿Pequeña, ya estas lista? —Mi madre, la reina, me llama desde el otro lado de la puerta. De un tirón me levanto del suelo, limpiando a toda velocidad las lágrimas de mi rostro con mis manos. Respiro hondo y pestañeo intentando borrar cualquier rastro de llanto, retomando la compostura e intentando interpretar el juego que siempre se me han exigido jugar, el de una digna Princesa Gamma. Poniendo la mejor cara de pocker que puedo, abro la puerta. Al otro lado, con el porte digno de la Reina Gamma, una hermosa mujer con una poderosa melena ondulada pelirroja atrapada en un elegante e impecable recogido, desprendiendo una ansiosa mirada inquisitiva de sus deslumbrantes ojos dorados, los mismos que he heredado. Con solo verla, la carga que conlleva ser su hija se intensifica, y mi fachada se cae ante el sentimiento de impotencia. ¿¡Por qué!? ¿Por que con un completo desconocido? ¿Por qué tengo que casarme así? ¿¡Por qué no puedo saber el porqué!? — Recuerdame por que estoy haciendo esto —Le exijo dejando escapar una pizca de todo el enojo que llevo reteniendo. —Pequeña...— A pesar de que he crecido aún me llama "pequeña", pero a diferencia de todas la veces anteriores que la utilizó, hoy al hacerlo su rostro refleja tanta culpa e impotencia que no puedo enojarme con ella. Como siempre, me trago todos mis amargos sentimientos y fuerzo una sonrisa. —Lo sé, no te preocupes, aún es temprano —La tranquilizo. Resignada y sintiéndome una completa cobarde, la miro con decisión—. Estaré lista. Lista... Lista para Casarme con un completo desconocido del que no se más que los rumores que he escuchado a escondidas. En respuesta, como si fuese una silenciosa despedida, mi madre me besa la frente con cariño y se dirige a la puerta, antes de atravesarla, se detiene y voltea a verme con una dulce sonrisa. —Estamos orgullosos de ti —manifesta antes de desaparecer por la puerta. Estoy segura de que tampoco está feliz de cumplir su deber como reina en esta ocasión, jamás podría culparla. Quedando otra vez a solas en la enorme habitación, angustiada, me vuelvo a perder en esos indeseables pensamientos. No puedo creer que hoy es el día... el día que toda mi vida se me anunció que llegaría y que tanto quería evitar. Hoy es el dia de mi boda con Denon Vanom. Estamos comprometidos desde que era una niña, pero hoy es la primera vez que lo veré. Como la segunda hija de los Reyes Gamma, un linaje de sangre sobrenatural que por generaciones ha usado su poder para mantener el equilibrio y la paz entre las tres razas que coexisten en este mundo: vampiros, hombres lobos y humanos. Mi deber es casarme con Denon Vanom, un total y completo extraño. Lo único que sé de él es que es la persona más poderosa, después de mis padres en las sociedad sobrenatural secreta. Y que reina sobre los humanos en las sombras sobre la fachada de jefe de la mafia más importante. Aunque lo último probablemente solo son exageraciones de rumores que escuche de las sirvientas mientras chismoseaban. Ya que todos se niegan a decirme más, son mi única fuente de información dentro de esta prisión de oro en la que vivo, oficialmente nombrado "El Palacio Escarlata". Siento como si me quitaran la libertad que nunca tuve. ¡Esto es tan ridículo! —¡Tengo derecho a conocer a la persona con la que viviré el resto de mi vida!— Expulso irritada —Lo harás —Mi corazón da un brinco cuando una voz me contesta detrás de mí, pero rápidamente me tranquilizo al reconocerla. —¡Hermana! —exclamo del susto, volteando sorprendida con la mano en el corazón. De pie en la entrada, con una sonrisa apenada veo a mi hermana, Ámbar, con su cabello lacio del mismo color qué la joya que lleva su nombre cayendo como cascada hasta su cintura, arreglado para la ocasión que no quiero recordar, tan pulcro y recto como su personalidad, digna de la princesa heredera al trono. —Lo siento ¿Te asusté un poco? Llamé varias veces pero no hubo respuesta. ¿Un poco? Casi me da un infarto, ¿Cómo puede ser siempre tan sigilosa? Pero sus disculpas no son necesarias, con solo verla se me escapa la primera sonrisa sincera del día. —Si... pero no te preocupes —Le respondo con vergüenza—, sabes que tú eres siempre bienvenida —Me apresuro hacia ella con alegría. Mi hermana mayor es tan dulce conmigo, es la única persona en esta casa que me entiende y escucha. De niñas me ha prometido que cuando ascendiera a reina evitaría que me case para que nunca tenga que irme lejos. Solo recordarlo se hace un nudo mi corazón. Ámbar será una verdadera reina, mientras yo solo seré una reina de nombre. El nudo se aprieta ascendiendo a mi garganta. Ella tomará el lugar de mi padre mientras yo tengo que casarme con quien sabe quién. A veces envidio la posición que tiene como primogénita y eso me llena de culpa. Aun así siempre estaré feliz por ella. Al chocar con sus ojos miel, como si me estuviera leyendo la mente, veo como la comisura de sus labios se curvan hacia abajo —Lo siento Rubí, te he fallado como hermana mayor, es demasiado tarde para cumplir mi promesa. —¡¿Qué dices!? No tienes nada de que disculparte, tú eres quien siempre ha estado para mí —La corrijo rápidamente mientras mi culpa crece, Ámbar es la única que me ha escuchado y comprendido sin exigirme ser una princesa, ha sido mi confidente y mi consejera desde siempre, jamás podría reclamarle por eso, la que debería disculparse soy yo por poner una carga más a una niña que desde que nació como heredera, ha tenido tantas. Se que al igual que yo, escuchar eso no la hará sentir mejor. Por un momento se hace un silencio incomodo que ambar decide romper. —Tengo un regalo para tí —Con las mejillas sonrojadas y desviando la mirada Ámbar me extiende una caja rectangular decorada con una linda cinta rosa. Conteniendo las lágrimas la tomo entre mis manos y la abro con curiosidad. Cuando veo dentro no lo puedo creer, nunca había visto uno tan de cerca. —¡Un teléfono celular! — exclamo perpleja y emocionada, cubriéndome rápidamente la boca, arrepintiéndome de haber hablado tan alto. Suspiro con entusiasmo tomándolo entre mis manos tratando de descubrir como encenderlo, al verme batallar mi hermana lo toma en sus manos encendiendolo por mí, enseñándome a hacerlo. —Pero tengo prohibido usar tecnología—Recuerdo preocupada bajando la voz. En respuesta, Ámbar se inclina hacia mí con una sonrisa cómplice y me susurra: —Será nuestro secreto. ¿Ámbar, la princesa perfecta rompiendo las regla? ¿Por mí? Las lágrimas se escapan de mis ojos. Por otra razón que mis padres se niegan a decirme, la boda será el mismo día que mi cumpleaños. La atención de hoy se fue toda a la boda, Ámbar es la única que ve este día como mío. En el mundo sobrenatural hoy cumpliré la mayoría de edad. Antes de saber que hoy será la boda, planeaba pedirle a mi padre salir al exterior como regalo de cumpleaños. Aún en lágrimas la envuelvo en un fuerte abrazo tomándola por sorpresa, aún así me corresponde. Me separo de ella para mirarla a los ojos. —¡Gracias hermana! —le sonrío, mientras ella me seca las lágrimas. —No ha sido nada —contesta conteniendo las suyas. Observando como su mirada se torna decidida siento como apoya su mano en mi hombro con firmeza —Y sobre la boda no te preocupes, hablaré con Den. —¿Den? — Ladeo mi cabeza interrogante. Inmediatamente mi hermana abre los ojos sorprendida de sus propias palabras. —¡Oh lo siento! es la costumbre —Se recompone de inmediato disimulando el rojo de sus mejillas—, tu prometido, Su Alteza Denan Vanom —Se corrige. Habla de él de forma tan cercana, por alguna razón de solo pensarlo siento una punzada en el pecho ¡Todos lo conocen menos yo! ¡Qué ridículo! es normal que me sienta así, mi entrecejo se frunce al recordar mi situación. —¿Te molesta que me dirija a él de esa manera? ¿Acaso estas celosa? —Ámbar levanta una ceja de manera juguetona. ¿Es una broma? ¿Quién está celosa de quien? aunque inesperadamente me siento atrapada, mis párpados caen con tedio. —¿Cómo podría de alguien que no conozco? —Te conozco, cuando te pones nerviosa contestas una pregunta con otra pregunta —Ambar me conoce tan bien que no puedo esconderme de ella. Sin salida, queriendo escapar de estas desconocidas y desagradables sensaciones, decido cambiar de tema. —Por cierto... ¿Cómo es? Ante mi tímida e inesperada pregunta los ojos de Ámbar brillan de diversión. —¿Tienes curiosidad? —Pregunta con una sonrisa ladeada que no había visto antes en ella. —¿No debería? —cuestiono desafiante, impresionada de ver a mi seria hermana mayor, sonrojarse sin razon. —Bueno... él es... una buena persona —Contesta prácticamente titubeando. Desconcertada ante la actitud inusual de actitud de Ámbar me quedo sin palabras, en cambio ella sin esperarse a ninguna, como alma que lleva el diablo deja rápidamente la habitación, dejándome confundida. Ni siquiera se despidió y ha ignorado dos veces la etiqueta real... Mi hermana que siempre ha seguido estrictamente las normas de la familia real, hoy está actuado tan...distinto. Supongo que es un día difícil para todos. —Con que buena persona... —Repito las palabras de mi hermana despertando una idea que no se como calificar, pero que definitivamente llevaré a cabo —. Si eso es cierto, a el novio no le molestará una pequeña visita de la novia antes de tiempo. ... De alguna manera logré escabullirme por el palacio hasta la zona de invitados sin que nadie me viera, vivir toda mi vida prisionera de estas paredes tiene sus ventajas. Seguí a un sirviente que traía un traje de novio hasta esta habitación. Ahora espero impaciente que salga para entrar. Tengo los nervios a flor de piel, el corazón se me va a salir por la boca, ¡Toda mi vida esperé este momento! Como si hubiese escuchado mis plegarias lo veo salir con las manos vacías. Por fin... Asegurandome que no haya nadie alrededor me acerco con sigilo a la puerta. A solo unos pasos de ella, escucho una seductora, grave y autoritaria voz masculina que me eriza la piel. —No te preocupes Ámbar, puedo perfectamente bien con una princesita mimada. Consternada por lo que acabo de escuchar me congeló a un paso de abrir la puerta. —No es eso a lo que me refiero Denon —Jamás había escuchado ese tono de voz en mi hermana, es casi como si rogara. Mucho menos a alguien ser tan grosero con ella. —No tengo tiempo para esto, hágame el favor de retirarse su alteza Ámbar —Aunque sus palabras son pausadas habla con gran autoridad, es evidente la molestia en cada una de ellas. Solo escuchar esa arrogancia me llena de cólera ¿¡Quién se cree que es!? Absorbida por esa emoción, siento el impulso de entrar y sorprenderlos, pero repentinamente escucho los pasos de Ámbar hacia la puerta e instintivamente me escondo, viéndola salir a toda prisa arrastrando un aura escalofriante con ella. Me quedo completamente estupefacta, no me creo que esa sea mi hermana mayor, nunca la había visto y nunca esperé verla a con una expresión tan aterradora, siempre sin importar qué, ha sido serena y elegante. Una vez me quedo sola en el pasillo, dudo si entrar, pero recuerdo esas palabras. "puedo perfectamente bien con una princesita mimada" Decepcionada y furiosa vuelvo y me encierro nuevamente en mi habitación, dando vueltas de un lado a otro en esta. ¡Estoy Harta! ¡Harta de reglas absurdas! ¡Harta de restricciones sin sentido! ¡Harta de secretos sin justificación! ¡No puedo hacerlo! Por primera vez me niego a hacer lo que me ordenan, ¡Me niego a cumplir mi deber! No quiero decepcionar a nadie pero no me dejan opción. Un sonido sale de mi nuevo teléfono, llamando mi atención, lo tomo y veo un cuadro de texto con la imagen de un chico moreno muy apuesto en la pantalla : "Estoy en la ciudad humana esperándote, no tardes." Sorprendida y confundida a la vez, escucho el mismo sonido notificando otro mensaje: "¿Ambar, estás ahí? " Trato de responder, pero es la primera vez que tomo un celular, no tengo idea de como utilizarlo. —¿¡Cómo se maneja esta cosa!? —Me desespero mientras se repite el sonido anunciando otro mensaje. "Tomaré tu silencio como un sí, no olvides que debes venir por la estación abandonada al final del sendero en el bosque." ¡Conozco ese sendero! estuve allí la única vez que salí afuera. ¡Ese día me regañaron tanto! Me invade el enojo al recordar el rostro de mi padre enfadado, con su habitual semblante de dignidad, unos años más joven que ahora. En los tiempos donde tenía que inclinarse para hablar conmigo porque mi cabeza apenas alcanzaba sus rodillas. —¡Rubí estoy muy decepcionado de ti!— Me regañaba severamente el rey en el hermoso jardín del palacio. —Lo siento... —Sollozaba mientras le pedía perdón a mi padre sin entender que había hecho mal— .¿Por qué no puedo salir? Todos lo hacen. —Algún día lo entenderás, todo es por tu bien. —¡No es cierto eres un mentiroso! —Le grité con frustración, una frustración que hasta el día de hoy ha estado creciendo en mi interior, una que en ese momento intensificó mi llanto. Ante tal situación el inquebrantable rey del mundo sobrenatural, soberano de todos los linajes, me tomó entre sus brazos secando mis lágrimas y adentrándose otra vez al enorme palacio real, tratando de tranquilizarme con una vieja frase que solía repetir cuando no sabía cómo consolarme... Cuando no quería darme respuestas. —La diferencia entre una verdad escuchada por alguien y una verdad descubierta por uno mismo, es el entendimiento Rubí. —La diferencia entre una verdad escuchada por alguien y una verdad descubierta por uno mismo, es el entendimiento...—Vuelvo a la realidad repitiendo esa vieja frase. Cada vez que hacía preguntas, me respondía con ese estúpido refrán, por eso deje de hacerlas, lo había olvidado. —Bueno papá, si nadie quiere decirme la verdad la descubriré yo misma ¡Es hora de salir a conocer el mundo! Abro el enorme armario y me coloco la ropa más común y discreta que veo. —Iré a esa ciudad humana y nadie me detendrá. ... Hoy el palacio está lleno de invitados y trabajadores que van y vienen con los preparativos de la boda. Me camuflo entre ellos hasta el exterior y sigo sin detenerme hasta llegar al sendero del bosque tras el palacio. Dudo en seguir, pero sé que si no lo hago ahora siempre me arrepentiré. Mientras cruzo el sendero, recuerdo que soy una novia fugitiva, y la idea de que ya me puedan estar buscando me hace apresurar el paso, llegando rápidamente a la estación abandonada, sorprendiéndome al ver el lugar completamente destruído. —No son más que ruinas... Cuando estoy perdiendo la esperanza, escucho un ruido, similar a un enorme motor encendiéndose. Me acerco a la fuente de el sonido y veo un único tren, totalmente destartalado en toda la estación, pero definitivamente es la fuente de sonido. Insegura me subo, observando extrañada como el interior es un lugar completamente distinto, como si el tiempo jamás hubiera pasado aquí dentro, el tren se vé en excelente estado, nuevo y pulcro. Apenas me siento sus puertas se cierran y se pone en marcha, mientras va aumentando mi ansiedad. Cuando el tren sale de la estación, a lo lejos por la ventana veo una enorme muralla transparentosa atravesando las vías del tren, mientras este se le acerca cada vez más, mi cabello desobedece la gravedad, mis oídos se tapan y siento como si estuviera sumergida a metros bajo el agua al mismo tiempo que atraviesa todo mí cuerpo, pasando a través de mí, una enorme ola de electricidad. —¿¡Qué diablos fue eso!? —Me pregunto aturdida y conmocionada, alejándome a gran velocidad de todo aquello que conozco. —¡Tranquilízate Rubí! Todo estará bien. —intento calmarme, aun observando por la ventana como el paisaje cambia adentrándose más y más a un gigante y frondoso bosque. Sin poder evitar sentir algo de arrepentimiento, inevitablemente vuelvo a recordar la última y única vez que salí. Dentro de las enormes paredes del descomunal palacio real, que en ese entonces percibía aún más colosal. En unos de sus recovecos, volteando hacia la pared con mis pequeñas manos infantiles cubriendo mis ojos para aliviar la tentación de mirar, me encontraba yo de apenas seis años jugando el juego favorito de toda mi niñez. — 97... 98... 99... 100... ¡Allá voy!— Anuncio con entusiasmo, lista para ir en busca de el escondite de mi hermana mayor, recordando haber escuchado sus pasos antes de comenzar a contar y siguiendo su dirección, topándome; en uno de esos enormes y majestuosos pasillos bañados por la calidez solar filtrada a través de altos ventanales; con unos mechones de cabello ámbar reflejando la luz, sobresaliendo detrás de una gran maceta de oro puro camuflándose con este. —Jajaja...—Al ponerse al tanto de mi presencia una una risa traviesa se le escapa, justo antes de echarse a correr, escapando de mí. —¡Te vi!— La correteo por el enorme palacio hasta un lugar donde no puedo alcanzarla...o más bien no debo. Me paro en seco, vacilante, Ámbar ha salido al exterior del palacio. —Jajaja — La risa pícara de mi hermana surge desde el magnífico jardín trasero que tantas veces me describió, incentivándome a conocerlo. Dudo un instante en salir pero la emoción y la diversión del juego son más fuertes. Desde que dí el primer paso fuera, me deslumbre por la brisa con refrescantes y reconfortantes aromas de las distintas rosas y flores del jardín, junto su hermosa apariencia que solo podía apreciar a través de la ventana o en un triste florero arrancadas de su hogar. Atraída por la animada risa de mi hermana la correteo con entusiasmo hasta el interior del bosque, saboreando por primera vez la sensación de libertad, colandose un gusto amargo al pronto darme cuenta de que estoy corriendo sola, puesto que la he perdido de vista. Mientras se desvanece la diversión, volteo en todas direcciones, fallando en encontrar el camino de regreso a casa o cualquier rastro rastros de mi hermana. —¿Ámbar? —La nombro con nerviosismo sin obtener respuesta— ¡Ambar! —vuelvo a llamarla en voz alta con desesperaciónnhaciendo un megáfono con mis manos, pero mi hermana no responde. Por el contrario, entre los sonidos del bosque distingo unos suaves sollozos. Me acerco con curiosidad, encontrándome a un niño de más o menos mi edad, con su ropa sucia y rasgada, con unos cuantos raspones recientes en todo su pequeño cuerpo, llorando en cuclillas bajo un árbol. El leve brillo de esos ojos amarillos reflejan tanta tristeza que las lágrimas que derrama parecen ser contagiosas, "pobrecito, debe haberse perdido como yo", no puede evitar pensar conteniendo mi llanto. —Hola, ¿Tambien te has perdido? —Ladeo mi cabeza curiosa. Rápidamente el niño se incorpora y muestra los dientes de manera amenazante soltando un gruñido. Estaba tan inmiscuido en su tristeza que no se percató de mi presencia, al parecer lo he sorprendido, pero su comportamiento extraño lejos de asustarme me causa risa. —Jajaja ¡Que lindo! —sostengo mi estomago adolorido de la risa, es como un cachorrito bebé intentando parecer un lobo aterrador— Soy Rubí ¿Cómo te llamas?—me presento con una brillante sonrisa despreocupada. En respuesta, el semblante del niño cambia a uno de asombro e intriga, acercándose con cautela olfateandome de manera extraña haciéndome cosquillas con su cálido aliento. Me sorprendo un instante, pero rápidamente lo olvido cuando me cautiva su deslumbrante y encantadora sonrisa. —Hueles muy dulce...¡Delicioso! —Expresa el niño con sus cobrizos ojos rebosantes de emoción. Provocando en mí un intensa ola de calor concentrada en mis mejillas, haciendo que me huela a mi misma sin percibir ningún aroma, convencida de que sin duda es un niño extraño pero demasiado adorable, incluso para mí que también soy una niña. Aprovecho que estoy lo suficientemente cerca para acariciar delicadamente los raspones de sus mejillas. Como si nunca hubiera recibido una caricia cierra los ojos pacíficamente como un dócil cachorrito. Las pocas veces que me he lastimado, incluso aunque hayan sido unos pequeños raspones en las rodillas dolía mucho, aunque ya no esté llorando no puedo imaginarme cuánto deben de dolerle todas esas heridas. —¿Duele? —Pregunto con tristeza mientra deslizo delicadamente mis dedos por las magulladuras de su tierno rostro. —Eso no... ¡Esto! —Niega el niño con la cabeza y levanta su pantalón mostrando su tobillo sangrente. Sin pensarlo dos veces, saco de mi cuello un raro collar que tiene atado un pequeño frasco con un líquido brillante dentro. —Mamá me dijo que lo usara en una emergencia —recuerdo. El niño solo observa en silencio como rompo el frasco y vierto el líquido extraño en su herida. Ambos nos sorprendemos cuando este se desvanece desapareciéndola instantáneamente. —¡Whoa!—Los ojos del niño chispean de asombro. Antes de que pudiera decir algo más, a mi espalda escucho la voz de mis padres llamarme a lo lejos. —¡Rubí! —Mi padre corre rápidamente en mi dirección, me toma entre sus brazos y me escanea con preocupación. Para luego cambiar a una expresión severa, que nunca le había visto antes. Y cargándome me lleva de regreso. Mientras me alejo en el regazo del rey volteo hacia atrás en busca del niño, pero solo veo a un pequeño cachorro de lobo observándome desde la distancia. —Rubí, estoy muy decepcionado de ti... El sonido del el tren deteniéndose me trae de vuelta al presente. Trago saliva buscando valor y salgo de este encontrándome nuevamente en lo profundo de un bosque. Sigo los ruidos de civilización que escucho a lo lejos, y comienzo a divisar la ciudad. Cuanto más me acerco el remolino de emociones en mi interior se hace más grande, una mezcla de nervios, excitación, ansiedad y culpa. Cuando puedo divisar la ciudad entre los árboles, justo antes de salir del bosque, me encuentro una muralla idéntica a la anterior, la atravieso con los ojos cerrados y vuelvo a sentir esa desagradable sensación, esta vez con más intensidad. Cuando veo la ciudad, me detengo atónita, descubriendo un mundo nuevo lleno de sensaciones diferentes. Las personas me miran de manera extraña, siento que llamo demasiado la atención, aunque no tanto como ellos la mía. Avanzo integrándome poco a poco a ellos y me detengo en un lugar increíble lleno de personas divirtiéndose sobre unas máquinas gigantes, ruidosas y coloridas. En la entrada hay un cartel que dice "Parque de diversiones", me paro a contemplar a las personas. Entre la multitud, un hombre me llama la atención, diferente al resto de personas que van de aquí para allá alegre y distraídamente, su comportamiento destaca, aunque está sonriendo, no parece feliz y mucho menos estarse divirtiendo, sino más bien parece estar al acecho. —¡Es el hombre de la foto! —Lo reconozco. En cuanto me ve se dirige hacia mí con esa sonrisa aterradora e inmediatamente comienzo a arrepentirme de haberle hecho caso a su mensaje, quiero huir pero de alguna manera estoy paralizada.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD