La sonrisa de Abby no se esfumaba ni por un momento, se sentía emocionada hasta las lágrimas al ver por primera vez a su bebé en aquel monitor, aunque en las imágenes ni siquiera se le encontraba una forma, le resultaba difícil de creer que en su vientre había vida.
De hecho, ser madre estaba muy alejado de sus planes y ahora era una realidad, a pesar de que la situación no era la mejor y que todo se haya salido de control por las malas decisiones de un hombre, estaba ansiosa porque el tiempo pasase rápido y poder conocer a su hijo o hija.
Abby no lo decía, pero por dentro anhelaba que fuese una niña.
— Ya, pero dejando a un lado el tema de mi bebé que sabemos que está todo en orden por el momento, ya escuchaste a la doctora, necesitas tomar un descanso y tiene razón, tienes muchas responsabilidades sobre tu espalda, y aunque cada uno ha puesto de su parte, y que los problemas se van disipando, debes tomar un respiro, ambas empresas quedan en buenas manos, por lo tanto, vas a ir con Alexander al crucero privado el fin de semana, no lo voy a posponer, no tienes excusas para seguir postergando la gran sorpresa. —Abby no desperdició la oportunidad para recordarle a su mejor amiga la reservación que había hecho a su nombre, con la única intención de que Sarah diera el siguiente paso con Alexander, comprometerse.
Al parecer, hablando de otros asuntos y manteniendo la mente ocupada, Abby dejaba de pensar en la tragedia del día anterior y también olvidaba de a ratos al hombre que en un momento amó, pero que ahora detestaba con todas las fuerzas de su ser.
Ni siquiera podía pensar en su nombre sin sentirse cabreada.
Estacionando el auto a las afueras de L&J, Sarah Doinel soltó una ligera risa, mientras negaba divertida con su cabeza. Abby siempre se salía con las suyas y esta vez no sería la excepción, no iba a negarse, la verdad es que también necesitaba un respiro después de tanta turbulencia en su vida, unos días de descanso no le caerían mal.
— No volveré a rechazar la idea, prepara todo para este fin de semana. Dejaré la empresa a cargo de Vincent, y… —Sarah dejó las palabras en el aire al darse cuenta de que había mencionado aquel nombre.
Sarah sabía muy bien que, aunque Abby se mostraba indiferente ante el inesperado rechazo de Vincent hacia su propio hijo, por dentro estaba hecha un desastre, y que si no dejaba escapar su llanto en ese mismo instante era porque, probablemente, la noche anterior había llorado a mares en la soledad de su habitación.
No había nadie que conociera mejor a la castaña que Sarah Doinel.
— No importa, Sarah, puedes decir su nombre en voz alta frente a mí, no es como si me fuese a morir por escucharlo, igual sigue siendo socio de la empresa y es el más capacitado para hacerse cargo de todo. Hablando de eso, quiero que sepas que he tomado una decisión, Sari, voy a dejar la empresa, seguiré siendo socia, pero en las sombras y estaré cuando sea necesario, pero quiero dejar atrás todo lo que puede afectar mi embarazo, podré estar tranquila como me lo recomendó la doctora. —Abby le informó a Sarah la decisión que había tomado durante el camino a L&J, y su sorpresa mezclada con angustia fue más que grande, al igual que el pinchazo que sintió en su corazón.
En cuestión de segundos, Sarah pensó en el tiempo que han trabajado juntas, desde que tomó las riendas de la empresa de sus padres; durante ese tiempo, pasaron por las mejores y peores situaciones, juntas de la mano habían logrado salir de los momentos más críticos.
“Piensa abandonar todo y echar por la borda su esfuerzo y tantos años de trabajo.” Pensó una nostálgica Sarah, pero en el siguiente segundo se puso en los zapatos de su mejor amiga, entonces recordó que ella misma había pasado por una situación similar.
“La entiendo tan bien, que es como si estuviera reviviendo ese oscuro momento, la comprendo porque lo primero que yo también pensé en aquel entonces, fue alejarme de todo lo que podía perturbar mi tranquilidad y pensar en mi hijo. Ahora debo apoyarla y estar para ella, tal y como ella lo estuvo para mí desde que volví a París, no se merece menos.”
El rostro de tragedia de Sarah pronto cambió por un gesto compresivo.
Con una ligera sonrisa, asintió con su cabeza estando de acuerdo con los planes de su mejor amiga, sin llevarle la contraria ni una sola vez, a pesar de que aquella decisión terminaría salpicando a la empresa por su ausencia, pero accedería por la tranquilidad de Abby.
— No voy a oponerme, solo tú sabes lo que es mejor para ti y para ese bebé que viene en camino, tienes todo mi apoyo, pero hay algo que me deja inquieta, ¿qué piensas hacer de aquí en adelante? —preguntó Sarah sin dejar de sentirse preocupada por su mejor amiga, aunque tuviera acciones en sus empresas y estabilidad económica, sabía que ella no tenía el apoyo de su familia, pues esta se había desboronado por culpa de la Sra. Dubois y sus malas decisiones.
— No te preocupes por mí, solo es cuestión de tiempo para poner mi vida en orden, sea lo que sea, serás la primera en saber cada paso que daré. —la respuesta llena de seguridad de Abby no disipó la angustia de su amiga, aun así, confió en su palabra.
De lo que Sarah Doinel sí estaba segura, era que Abby es muy capaz de tomar las riendas de su vida sin ayuda de nadie, porque, así como es realmente impertinente y que pareciera que le faltase un tornillo, también es seria y responsable.
Abby no esperó una respuesta de parte de Sarah, con solo ver su expresión sabía que ella más que nadie, entendía su situación.
Tomando sus cosas, salió del auto para iniciar su último día en L&J.
No podía negarse a sí misma que el caso la superaba de sobre manera, si fuese en otra circunstancia, su orgullo ni siquiera la dejaría pensar en la posibilidad de marcharse, pero ahora todo era diferente. No se trataba solo de Abby, ahora una vida dependía de ella, y su prioridad era mantenerse alejada de las personas que podían irrumpir su tranquilad.
En resumidas cuentas, debía alejarse de Vincent, y era consciente de que él no iba a abandonar la empresa ni aunque se lo pidiera de rodillas, por eso prefirió ser ella quien se retirara pensando en su bien y el de su embarazo.
Mientras esperaba que Sarah llegara a su lado, su vista se detuvo en un auto muy conocido para ella, que iba saliendo del estacionamiento de la empresa.
No pudo evitar que sus músculos se tensaran y la sangre comenzara a hervir en su sistema; el Rolls Royce n***o tenía las lunas polarizadas, por ende, no se podía ver a la persona que lo conducía, no hacía falta ser adivino para saber quién era el dueño del ostentoso auto que se mantuvo inmóvil por más tiempo del que debería, aunque Abby tampoco tenía las más mínimas ganas de volver a mirar aquel rostro que admiró en más de una oportunidad.
No quería verlo nunca más.
El auto ni siquiera se detuvo, al contrario, Vincent condujo tan rápido después de mirar en silencio a la castaña que estaba a unos metros más allá, sus manos se aferraron con fuerza al volante haciendo palidecer sus nudillos y pensando que, si se hubiese tardado un minuto más en marcharse de la empresa, quizá se la hubiese topado cara a cara, y era lo que menos quería, en cuestión de segundos desapareció de la vista de ambas mujeres, conduciendo a alta velocidad por las calles de la ciudad, como si de ese modo pudiese ignorar los latidos acelerados de su corazón, el que había dejado de escuchar por tomar decisiones con la cabeza y por eso se había convertido en un ser frío.
— Que le den. —murmuró Abby para sí misma, sin que nadie la escuchara, aunque a ella le seguía afectando, prefería que él no estuviera en el mismo lugar.
Abby lo ignoró por completo en el siguiente segundo, como si no tuviera la más mínima idea de quien iba en aquel lujoso auto que ya no se veía ni sus luces, y cuando vio que Sarah estaba por llegar a su lado, caminó hacia la entrada de L&J con despreocupación, esbozando una ligera sonrisa casi inexistente al tomar con fuerza los resultados de su primer chequeo prenatal, pero por dentro maldecía e insultaba a aquel desvergonzado.
"Terminó siendo una joyita, perro inmundo."