Sarah siguió los pasos de su amiga al darse cuenta de lo que acababa de pasar y miró preocupada el auto de su primo hasta que desapareció de su campo de visión. Por supuesto que supo que no sería conveniente mencionar lo más mínimo que estuviera relacionado con Vincent, por miedo a la manera en la que pudiera reaccionar la castaña. Aunque era más que evidente que Abby se estaba mordiendo la lengua del coraje y que si lo tuviese en frente, sería capaz de golpearlo hasta el cansancio solo para desahogarse, así que prefirió no soltar ni una palabra hasta que llegaron al piso de presidencia. En completo silencio, Sarah miraba de reojo el rostro de Abby, sus mejillas levemente sonrojadas le hacían saber que la sangre hervía en su interior y que ocultaba su enojo y los insu