Prólogo.
Abby miraba atónita el resultado de la prueba de embarazo.
Positivo.
Sus manos temblaban de miedo al saber a lo que se enfrentaba, en su vientre crecía el hijo del hombre del que siempre ha estado enamorada, y que, hasta hace poco, le correspondió.
El plan era sencillo, no le daría la noticia, hasta tener su primera cita prenatal, pero sus planes se vieron afectados por algo que ni ella misma podía controlar, su imprudencia.
— Preocupado, preocupado. Pues deja de preocuparte, ella está bien, ¿quieres un motivo de preocupación? ¡Te lo daré! ¡Estoy embarazada! —cuando Abby gritó aquello a los cuatro vientos con exasperación, el tiempo pareció detenerse, se supone que no iba a dar la noticia hasta el día siguiente.
Julián quedó atónito en su lugar, mirando con sorpresa a una sonrojada Abby, quien parecía que en cualquier momento iba a estallar de enfado, sí, era evidente que estaba muy cabreada con Julián y no podía controlar sus emociones después de enterarse de su embarazo, pero parecía que estaba descargando todo lo que llevaba por dentro con el pobre hombre.
De pronto, el cuerpo de Abby se tensó y se quedó de piedra al escuchar una muy conocida voz detrás de ella.
— ¿Estás embarazada? —la áspera y gélida voz de Vincent, heló la piel de todos los presentes, esta no era la manera en la que debía enterarse. Sinceramente, nadie quisiera estar en el pellejo de Abby, pero eso le pasaba por no poder cerrar su boca, ni controlar sus emociones. —Abby, contesta.
Abby ni siquiera era capaz de girar para verlo a la cara, se quedó inmóvil en su lugar, mirando con ojos bien abiertos a Julián, como si estuviera pidiéndole telepáticamente que la salvara, sin embargo, no había nada qué hacer, Vincent iba a enterarse de todos modos y Abby debía afrontar la situación.