Sarah era consciente de que los tres hermanos Lefebvre eran muy distintos el uno del otro, y que, probablemente, Bastián en ese momento estaba enterado de lo que el mayor de los Lefebvre había hecho, y se acercaba a Abby para darle todo su apoyo. Bastián no se sorprendió por la manera en la que Abby le habló, al contrario, comprendió que desconfiaba de él como si fuese el mismísimo Vincent, pero no le importaba, tenía tiempo de sobra para demostrarle que eran dos personas completamente diferentes, que eran como agua y el aceite. Tenía tiempo para hacerle entender que, aunque la situación le doliera en el alma, era lo mejor que podía haberle pasado, porque todas sus desdichas la condujeron al mejor camino, la condujeron a caminar de su mano y no la iba a soltar. —