Abby no podía detener las lágrimas que se escapaban de sus ojos una tras otra, mientras miraba el techo de su habitación acostada en la comodidad de su cama, pero ese día en especial, sentía como si en su espalda se clavaran miles de agujas.
Su cabeza estaba hecha un lío, se le había acumulado más de un problema en tan poco tiempo, que ni siquiera podía imaginarse saliendo de todos y cada uno de ellos.
— ¿En qué momento cambió todo tan drásticamente? Mi familia se destruyó en un chasquido, y cuando pensé que estando al lado de Vincent podía dejar de pensar en todo el mal que hizo mi mamá junto a mi hermano, entonces termina sorprendiéndome, siendo la persona más cruel en la faz de la tierra. ¡Es un perro infeliz! ¿Interrumpir mi embarazo? ¡Está soñando despierto! —Abby hablaba para sí misma en medio de la soledad de su habitación, sin dejar de sentirse frustrada y cabreada, era su manera de desahogarse y pensar de una manera más calmada, el lugar perfecto para sacar todo lo que llevaba por dentro sin herir a alguien por su impulsividad.
— Tardé en darme cuenta de que el ser que crece en mi vientre es lo más valioso que ha llegado a mi vida, ni siquiera los lujos, las joyas, los autos, podían compararse con el valor de mi bebé. Fueron suficientes unas horas para entender que ha llegado a mi vida para cambiarla, para darle sentido, para darme una oportunidad de ser feliz con mi propia familia y a mi manera. No ha llegado en un mal momento, de hecho, ha llegado en el momento perfecto. Sí, y aunque Vincent no lo quiera, no le hará falta nada, porque yo se lo daré todo, le daré lo que a mí me faltó. Ya quiero conocerte. —con el dorso de sus manos limpió la humedad de sus mejillas y se levantó de la cama de un salto para acercarse al espejo y observar detenidamente su vientre aun plano.
A pesar de haber nacido en cuna de oro y tener todo lo que ella quería, nunca había tenido la certeza como en ese momento de que la felicidad no se la daba el dinero, en realidad, su verdadera felicidad crecía dentro de ella, estaba ansiosa por tenerlo entre sus brazos y enseñarle tantas cosas que a ella le hubiese gustado que le enseñasen, lo llenaría de valores, estada decidida a criar a una persona de bien, ese era su único objetivo.
Todos sus males y decepciones desaparecieron con el irrefrenable deseo de convertirse en madre, en la mejor.
Al día siguiente, despertó con un semblante totalmente diferente, el brillo en sus ojos la hacía lucir radiante, su estado de ánimo había ascendido de sobre manera, parecía ser la misma Abby de siempre, solo que ahora más feliz y positiva que nunca, ese día vería a su bebé por primera vez y la emoción se le notaba en cada poro.
No pudo evitar soltar un par de lágrimas al ver la confusa imagen de su bebé en su primera ecografía, y aunque no veía más que la pantalla negra con una diminuta mancha grisácea, se emocionó como nunca, le resultaba difícil de creer que aquello tan pequeño de cuatro semanas de gestación, era el motivo de su felicidad de ahora en adelante.
En la empresa L&J, Vincent tamborileaba sus dedos en el escritorio con impaciencia; la noche anterior había tomado una decisión que, para él, era la mejor para todos.
Después de media hora esperando impaciente en su oficina, la puerta fue abierta sin antes ser tocada, dejando a la vista aquel hombre pelinegro de ojos avellana, su alegre sonrisa y su habitual buen estado de ánimo, iluminó el funesto ambiente provocado por el malhumor de Vincent.
— ¡Hermano! ¿por qué tan alegre? —Bastián Lefebvre lo saludó con tono burlón, al darse cuenta de que Vincent no se soportaba ni él mismo. Le causaba curiosidad saber que era lo que lo tenía de esa manera, si desde hace unas cuantas semanas estaba contento al confesarle sus sentimientos a Abby e iniciar una relación. Bastián conocía muy bien a su hermano mayor y sabía que cualquier cosa podría tenerlo con aquella cara de perro rabioso, pero en ningún momento se llegó a imaginar lo que había detrás de todo aquello. —Supongo que tiene algo que ver con tu llamada. Soy todo oídos, espero que no esté relacionado con la empresa, estoy ocupado trabajando en mis proyectos.
Bastián ni siquiera esperó que su hermano lo invitara a sentarse, él simplemente se sirvió un vaso de whisky y se sentó en la silla al frente de su escritorio, quedando cara a cara con Vincent, ansioso por escuchar lo que tenía para decirle.
No lo había visto desde el lanzamiento de la nueva marca de Sarah Doinel, en aquel evento que descubrió que le gustaba la misma mujer que su hermano, pero teniendo en cuenta que Abby estaba evidentemente enamorada del mayor de los Lefebvre, prefirió no expresar sus sentimientos a aquella alegre y elocuente mujer que lo cautivó con sus ocurrencias, y a pesar de que tenía un pequeño porcentaje de las acciones de L&J, se mantuvo alejado y ajeno a lo que ocurría en la empresa, necesitaba espacio para disipar lo que sentía por Abby Dubois, pero al parecer, cada vez que intentaba olvidarla, más la recordaba.
Por supuesto que, para Bastián, aquello no era correcto, es por eso por lo que tomó su distancia, lo último que quería era entrar en conflictos familiares por una mujer que no sentía lo mismo por él.
Bastián hacía sus esfuerzos por sacarla de su mente, pero le resultaba realmente difícil, pues había descubierto lo mucho que le atraía lo prohibido y, sobre todo, pensaba en ese día que compartió con Abby en el lanzamiento de L&J, no recordaba haber pasado un día tan maravilloso como ese a su lado.
“¿Cómo dejo de pensar en la mujer de mi hermano? Joder.” Pensó Bastián, mientras se tomaba un trago de su whisky sin apartar la mirada de Vincent, quien ignoró por completo cada palabra de su hermano menor, pues toda su atención la tenía puesta en los documentos que terminaba de poner en orden para entregárselo al pelinegro.
— Te dejaré todas mis acciones de L&J. —cuando Vincent soltó aquellas palabras como si fuera lo más casual del mundo, Bastián se ahogó con su bebida y tuvo que escupir el whisky para toser sin control alguno.
Vincent ni se inmutó, a pesar de que Bastián seguía tosiendo como si fuese a escupir un pulmón en cualquier momento, en silencio puso el folder con el traspaso de las acciones sobre el escritorio al frente del pelinegro y de inmediato se levantó de su asiento para servirse un vaso de whisky, lo necesitaba.
— Dime que estás bromeando. —fue lo primero que dijo Bastián una vez que pudo recuperarse y dudó en hojear el folder que miraba como si en aquellos documentos estuviese escrita su sentencia de muerte.
Vincent se tomó la bebida de un solo trago que le quemó la garganta y volvió al escritorio con despreocupación, como si aquello no fuese un asunto con tanta importancia.
— Te estoy dejando la totalidad de mis acciones, eres la única persona en la que puedo confiar tal cosa, eres mi hermano, sé que mis acciones están en buenas manos, Hugo no es tan responsable como tú. Creo que en este momento eres la única persona que no quiere molerme a golpes. —respondió Vincent inexpresivo, mientras guardaba sus pertenencias en una caja, ya no tenía nada qué hacer en ese lugar.
Bastián no salía de su asombro y ante las palabras sin el más mínimo indicio de broma, le dio un vistazo al documento con el ceño fruncido, confirmando que la totalidad de las acciones de su hermano ahora estaban a su nombre, solo le faltaba poner su firma para que se convirtiera en una realidad.
Vincent se iba.
Más de una pregunta se pasó por la mente de Bastián cuando terminó de leer hasta la última hoja y cerró el folder para mirar atónito a Vincent. Desde el momento que recibió su llamada supo que algo no andaba bien o que quizá algo le pasaba y quería el apoyo de su hermano, pero no se imaginó que podría ser tan grave o importante como para dejarle todo sin pedir nada a cambio, le estaba regalando su trabajo, su dinero, Vincent estaba abandonando el barco repentinamente, y de pronto sintió la necesidad de saber el porqué.
— A ver, espera un momento, me estás tomando por sorpresa, ¿por qué estás haciendo esto? ¿Tuviste algún problema con Sarah? Es nuestra prima, podemos buscar una solución, no creo que quiera molerte a golpes, ¿por qué lo haría? Todos sabemos lo mucho que te aprecia, siéntate y hablemos esto con calma. —Bastián se rehusaba a aceptar tal cosa, no tenía ni la menor idea de lo que pasaba o lo que condujo a Vincent a tomar esa drástica decisión, pero no dejaba de pensar que podía solucionarse.
Qué equivocado estaba.