Abby cerró la puerta de oficina detrás de ella conteniendo las lágrimas que se habían acumulado en sus ojos, su estado de ánimo había cambiado por sexta vez en lo que va de día, ahora no estaba molesta, no, se sentía frustrada, irritada, quería llorar y tirar todos los objetos de su oficina, quería hacerse bolita sobre el sofá y no saber nada del mundo, pero se detuvo cuando observó una vez más las primeras imágenes de su bebé. No tenía motivos para perder el control, al contrario, tenía un gran motivo para sonreír y estar radiante, ya no iba a permitir que las emociones la superaran, cada vez que sintiera que todo iba mal, vería a su bebé, aunque no se podía distinguir muy bien las imágenes. Abby tomó una bocanada de aire y acarició su vientre aun plano, como si pudiera toca