Estaba en el cumpleaños de Hernán cuando alguien golpeo la puerta. Al momento de decir que me ofrecía a abrirla, no me imagine con quien me iba a encontrar detrás de ella.
Lo que si estoy seguro es que después de abrirla la sangre se me subió a la cabeza y unos celos tremendos se extendieron por todo mi cuerpo.
Por suerte, para él claramente, Hernán salió detrás de mi evitando que metiera la pata terriblemente.
En mi mente pasaron miles de escenarios en tan solo unos segundos, por lo que cuando Lean pregunto por Mar instintivamente apreté muy fuerte mis puños.
Sí, tuve muchas ganas de golpearlo, de gritarle que se fuera de allí en ese preciso momento y que la dejara en paz, pero si yo no tenía el valor de enfrentarla por miedo a su rechazo porque debía lastimarla haciendo que él se alejara.
Mi mente volvió a tener lucidez cuando escuche a su primo decirle que esperara, que enseguida la llamaría.
Para evitar la confrontación decidí volver a sentarme junto a la mesa, donde había estado unos segundos antes.
Tratando de calmar mi ansiedad comencé a jugar con la tapa de una botella y cuando la vi pasar no sé porque pero instintivamente se la tire a Mar en la espalda.
Quería que me viera, que supiera que estaba, pero inmediatamente me avergoncé de hacerlo y me escondí. No estaba seguro de que me hubiese visto pero definitivamente para el resto de los pibes era un completo idiota.
-¿Qué te está pasando Ezequiel? Estas actuando como un idiota- Me dijo Tato viendo mi actitud infantil.
Largue un suspiro para aliviar mi frustración.
-Basta, déjame en paz.- Estaba enojado, a esas alturas ni yo mismo me soportaba.
Me levante para acercarme a la ventana y poder escuchar algo de lo que hablaban. Para mi desgracia ella lo abrazaba como yo quería que lo hiciera conmigo. Segundos después él dijo algo que no llegue a entender y ella lo tomo de la mano, cada gesto hacía que enfureciera mas. ¿Por qué ella tenía que ser tan dulce y amable con él?
Después escuche que él la iba a compensar por algo, ¿Qué demonios había hecho para tener que hacerlo? Y lo peor era que ella no mostraba enojo sino que la intrigaba lo que sea que él fuera a hacer por ella.
Para colmo no fui nada discreto y Lean se dio cuenta de inmediato que alguien detrás de la ventana los estaba mirando, por lo que tuve que escabullirme para evitar que me vieran.
Cuando volvía a sentarme, Hernán me increpo.
-¿Sigue ahí afuera?- Él era muy protector de su prima.
-Sí, la tiene agarrada de las manos.- Solté con rabia.
Sin siquiera pensar él atravesó el salón y abrió la puerta de golpe, le pidió que entrara porque era de noche y le preocupaba que le pasa algo, que lo hiciera sola o acompañada que no le importaba, podía darme cuenta que lo que pretendía era que se fuera o evitar que intentara ponerle las manos encima.
Nuevamente me asome a la ventana para ver si las palabras de su primo habían surtido algún efecto y en ese momento Leandro tomo su rostro entre sus manos y pensé que iría a besarla, por lo que día una fuerte patada en la puerta y eso hizo que se separaran.
Corrí a sentarme antes de que volviera a entrar y poniendo mi mejor cara de yo no fui intente pasar desapercibido.
Cuando ingreso nuevamente se dirigió a mi primeramente y luego a su primo que estaba cambiando de música unos metros más atrás.
-Ustedes son insoportable solos y cuando se juntan son peor.- Dijo mirándonos a los ojos a ambos.
Mis mejillas se sonrojaron, no pude evitar sentirme descubierto y avergonzado.
Luego ella desapareció de mi vista por un rato largo, minutos después llegaron sus padres.
Cuando ya estuvimos todos, nos reunimos en la cocina para que Hernán pidiera los deseos al soplar las velas de la torta y aprovechando que normalmente se apagan las luces me acerque por detrás de ella y acercando mis labios a su oído le susurre:
-Es lo que provocas en mi, cuando te tengo cerca ni se lo que hago.- Me aleje y ella volteo a ver pero la situación no le dio oportunidad para que me contestara.
De pronto todos aplaudieron a cumpleañero y volvieron a encender las luces.
Cada uno le dio un abrazo o beso y Mar con una de las hermanas de Hernán comenzaron a cortar el pastel.
Cuando se dirigió a mí para entregarme un plato con mi porción no pude evitar acariciar su mano, acto que la sorprendió porque me miro confundida. Solo pude guiñarle un ojo y apartarme.