Enamorándome

1276 Words
POV LEANDRO Pensé que mi nuevo año iba a ser tranquilo y sin sobresaltos como los anteriores, pero estaba equivocado. El primer día que la vi entrar a mi salón, sentí que las mariposas revoloteaban en mi barriga. -¿Qué demonios está pasando? Me pregunte para mí mismo. -¿Qué son estas sensaciones tan raras? Estaba sorprendido. Nunca me había enamorado por lo que todo era raro para mí. De repente una chica que nunca había visto en mi vida despertaba unas sensaciones muy extrañas en todo mi cuerpo y no sabía cómo reaccionar a eso. Para mi suerte era muy simpática, aunque algo tímida, pero charlar con ella se hacía verdaderamente fácil una vez que hacíamos que fluyera. Cada día que pasaba, más amigos nos hacíamos y yo cada vez sentía con más intensidad la necesidad de protegerla, de cuidarla. Los últimos días de mayo nos habíamos acercado un montón, pero también lo había conseguido Ale. Su cercanía fuera del horario escolar me molestaba, hacía que mi sangre hirviera. Para mi desgracia a ambos nos gustaba y habíamos acordado que si a Mar le pasaban cosas con alguno de los dos simplemente lo aceptaríamos. Los abrazos que nos dábamos, tener los míos rodeando su cintura, cuidar de ella cuando se sentía mal o sus brazos rodeando mi cuerpo eran la cosa más maravillosa de este mundo. Tal vez simplemente estaba soñando demasiado pero era un sueño del que no quería despertar. Imaginaba con algún día poder besar sus labios, los imaginaba suaves, dulces, pero no quería arruinar lo que teníamos y arriesgar nuestra amistad si a ella no le pasara lo mismo. El día anterior a que fuera el cumpleaños de Mar, Ale y yo salimos a pasear en el auto de su padre, según él este le había dado permiso. Pero no era así, lo había sacado de su garaje sin su consentimiento y para nuestra desgracia un idiota se nos cruzo y terminamos haciéndole un pequeño bollo. Esto llego a oídos de nuestros padres y eso complico todo, porque al siguiente día era el cumpleaños de Mar y a ambos nos prohibieron ir a esa fiesta y peor aun él tendría que trabajar con su padre y yo pintando casas o cortando el césped de mis conocidos para que entre ambos arreglemos el desastre que ocasionamos. Estuve toda la noche pensando en cómo decirle que no podría ir y creo que en el fondo más que su decepción podía escuchar a mi corazón romperse. El siguiente día llego y aunque ya era tarde no tuve los cojones de decirle que no iba a ir. A las 8 de la noche sonó el timbre de mi casa y yo estaba encerrado en mi cuarto y en pijamas. Segundos después mi madre entró en mi habitación y me dijo que ella estaba en mi puerta buscándome. Mi sorpresa fue tal que ni pensé en que vestía solo salí a la calle a verla. Claro ella nos había citado a las 6 en su casa, por lo que le preocupaba que no fuéramos. Con toda la pena del mundo tuve que sincerarme y ver como sus ojos se entristecían, pero ya nada podía hacer el daño estaba hecho. Al día siguiente no fui a la escuela, no me sentía bien por lo que no pude verla. Pero a la tarde cuando me encontré solo en casa, no pude evitar salir de la cama, vestirme e ir a buscarla. Para mi desgracia no estaba en su casa, pero su madre muy amablemente me indico que estaba en casa de su primo y como llegar. Era el cumpleaños de este, me arme de valor y golpee la puerta. Fue una gran sorpresa cuando Ezequiel abrió la puerta, me miro seriamente. Podía ver en sus ojos que realmente no le agradaba. Aun así le pregunte por Mar y en ese instante su primo se asomo evitando que este contestara. -Hola Hernán. ¡Feliz cumpleaños!- Esboce con una sonrisa. -Gracias.- sonrió -Perdón por molestar pero estoy buscando a Mar.- Las manos me sudaban y mi frente comenzaba a transpirar a pesar de estar en invierno. -Ah sí, ahora la llamo.- Ellos cerraron la puerta y me quede esperando apoyado en mi bicicleta. Unos segundos después ella apareció frente a mí. Sorprendida se acerco y me abrazó. -Hola Lean. ¿Qué haces aquí?- Me dijo mientras me abrazaba. -Hola hermosa. Solo quería verte, quería disculparme por lo de ayer. No era mi intención fallarte, anoche no pude dormir. Me sentía culpable por arruinar tu día.- Baje mis ojos al ras del piso, estaba apenado verdaderamente. - No pasa nada, lo entiendo.- Dijo tomando mis manos en las suyas. El calor de su cuerpo se transporto inmediatamente al mío recorriendo cada una de mis venas y haciéndolo sentir más cálido de inmediato. -Claro quería que estuvieras y me dio pena pero entendí que no fue porque no quisieras hacerlo.- Ella me miró comprensivamente. -Te prometo que lo voy a compensar.- Dije con una sonrisa -¿Y cómo?- La intriga se notaba en su mirada. -Mmm… es una sorpresa. Vas a tener que ser paciente.- Comente con una sonrisa. - Sabes perfectamente que esa justamente, no es una de mis cualidades. Pero por esta vez y solo por esta vez… voy a esperar.- Me guiño un ojo y mi cuerpo se derritió con ese gesto. Al estar de frente a la casa, podía sentir como nos observaban. Era como si miles de ojos juzgaran cada uno de nuestros movimientos. Al instante ella volteo hacía donde mis ojos estaban puestos, la ventana. Pudo notar que nos observaban, que no había intimidad para hablar de lo que quisiéramos. De inmediato, quien fuera que estaba detrás de esta, al sentirse descubierto, la abandono dejando un movimiento en las cortinas. -Bueno parece que hay mucho chismoso, mejor voy a volver a entrar.- Me dijo apenada. -Sí, es un poco tarde y salí de casa sin avisar.- Me excuse, aunque no quería soltar sus manos. En ese momento su primo abrió la puerta de golpe y nos enfrento. -Mar, es tarde. Es peligroso que estés aquí afuera sola. Mejor entra, no quiero que te pase nada.- Él me ignoraba completamente. -No estoy sola. por si no ves estoy con Lean. No seas irrespetuoso.- Ella frunció su ceño y lo miro fijamente. -Lo que sea, entran ambos o solo tú me da igual. No quiero que te quedes aquí.- Él cerró la puerta fuertemente. -Que insoportable es. Cuando se pone en plan sobreprotector no lo aguanto.- Dijo soltando un fuerte suspiro. -Puedo entenderlo. Tampoco me haría feliz verte con un chico hablando a estas horas de la noche.- Me arrepentí inmediatamente de decir esas palabras, fue como si hubiesen escapado de mi boca sin poder procesarlas. –Lo siento, solo fue un pensamiento en voz alta.- Mis mejillas ardían. -Ok no sé cómo responder a eso, pero voy a entrar antes de que salga de nuevo y termine dándole un puñetazo.- Me abrazó. Cuando nos separamos tome su cara entre mis manos y deposite un beso en su mejilla. En ese momento un golpe en la puerta detrás de su espalda nos sobresalto haciendo que nos separáramos. -Ve cenicienta, tu hora de irte ha llegado.- Nos reímos juntos. -Gracias por venirme a ver.- Sus ojos estaban alegres. -Mar, feliz cumpleaños- Me subí a mi bicicleta y me marche, mientras ella me veía alejarme. No me importaba que me esperara en casa, nada iba a quitar de mi cuerpo la felicidad de tenerla cerca aunque sea solo unos minutos. Ella era lo mejor que me podía pasar.
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