Habían pasado 6 meses, medio año en el que Mar estaba más enamorada que nunca de Adriel y en el que Ezequiel se había resignado a mirarla de lejos y a cuidarla en cuanto pudiera.
Él seguía con sus constantes idas y vueltas con la rubia, aunque ella sabía que su corazón no le perteneciera hacía todo lo posible por mantenerlo pegado al suyo.
Esa tarde Mar había ido a la casa de un amigo de su novio, para poder pasar un rato juntos. La idea era conversar, jugar videojuegos y tomar algo, pero Adriel tenía otra cosa en mente.
Mar, Adriel, Johanna y el dueño de la casa Alex, estaban en la habitación. Mar y su novio estaban tendidos sobre la cama, ella tenía su cabeza sobre sus piernas y él acariciaba su cabello, Alex tenía a su novia sentada sobre las suyas.
De pronto el dueño de casa y su chica se retiraron a preparar los videojuegos en la sala y la merienda.
-Ven recuéstate conmigo.- Adriel giraba para quedar recostado y palmeaba el costado de su cama.
Mar con un poco de indecisión, le hizo caso.
De pronto estaban tumbados con sus rostros frente a frente, su corazón palpitaba con fuerza en su pecho y los nervios la hacían respirar con dificultad.
Cuando él llevo una de sus manos hacía su rostro la tensión en su cuerpo era más intensa.
-Oye no temas. Conmigo estas a salvo.- Y ahí sin dejar que ella contestara él llevo sus labios junto a los de ella. Comenzó siendo un beso suave, lento, pero a medida que los segundos pasaban la intensidad iba creciendo.
La pasión nublaba su razón y él se aprovechaba de eso. Sin pensarlo demasiado sus manos se posaron en su cintura y comenzaron a subir la ropa de su cuerpo dejando así al descubierto su piel blanca y suave.
Esta se erizaba al sentir las yemas de sus dedos recorriendo su cuerpo, acercándose cada vez más al borde de su corpiño.
La cadera de Adriel estaba pegada a la de Mar y era evidente que su entrepierna estaba muy abultada.
-Oye para, puede entrar cualquiera.- Ella se sentía incomoda con la situación.
-No pasa nada, solo somos tu y yo.- Él quería hacerla suya sin importarle la incomodidad que ella estaba sintiendo.
-Que tus amigos están allí afuera, para.
-¿Qué pasa? ¿No quieres hacerlo conmigo?- Por una fracción de segundos Mar se sintió culpable, no quería cortar el momento porque de verdad lo deseaba, pero él tampoco se esforzaba por hacer que su primera vez fueran una buena experiencia.
-Si quiero, pero no aquí. No me siento cómoda.- Ella se levanto y comenzó a acomodar su ropa. Momento después su amigo grito desde la sala que estaba todo listo para que se reunieran. Adriel se levanto de inmediato, estaba molesto y su actitud lo delataba.
Sin decir nada abrió la puerta de golpe y fue hacía la sala dejando a Mar sola intentando acomodar sus pensamientos sobre lo que acababa de pasar.
Ella entro a la sala con una sonrisa pero la mala predisposición de su chico hizo sospechar a la novia de Alex de que las cosas no estaban bien.
Johanna intento averiguar qué pasaba gesticulando con Mar y esta sonrío y negó con su cabeza.
Aunque el aire se cortaba con un cuchillo, disfrutaron de la merienda y para cuando terminaron Mar se disculpo con los demás para poder marcharse.
-Muy rico todo chicos, pero tengo que irme.
-Oh no, pensé que te quedarías hasta la noche a comer pizzas con nosotros- Comento apenada Joha.
-Me encantaría pero tengo cosas que hacer, así que mejor lo dejamos para otro día.- Afuera estaba anocheciendo y Mar aun tenía que caminar 15 cuadras hasta su casa.
-Bien, pero sabes que eres más que bienvenida a mi casa.- Contesto Alex entusiasmado.
-Gracias chicos, lo pase genial. Ya lo volveremos a repetir.- Dijo ella con una sonrisa.
-Espera, tengo una idea. Tomémonos una foto antes de que te vayas. Quiero que quede retratado este momento.- Comento con alegría Johanna.
-Eso, Adriel acércate no seas aguafiestas.- Dijo su amigo. Él con muy poco animo se acerco a Mar, situó su brazo sobre sus hombros y puso la mejor sonrisa que su disgusto le dejo demostrar.
Se despidieron en la puerta de la casa y Mar se marcho sola hacia la suya.
Durante todo el camino no pudo evitar sentirse mal, la situación la había dejado llena de inseguridades. ¿Había hecho algo mal? ¿Tendría que haber dejado que su primera vez ocurriera? En su corazón ella se sentía culpable de haber arruinado la hermosa tarde que estaban pasando.
Sin siquiera darse cuenta sus lagrimas comenzaron a empapar su rostro, necesitaba un abrazo, pero ¿A quién podría acudir? Su amiga no estaba a esa hora, su primo le tiraría una serie de sermones que en estos momentos no quería escuchar.
Ni siquiera era consciente de lo que estaba haciendo, de pronto sus pies la llevaron hacía un lugar que jamás lo hubiera imaginado.
Afuera hacía frío, sus manos estaban enterradas en su chaqueta, sus mejillas estaban frías y rojas por el viento y las dudas comenzaron a atormentarla cuando la casa de Ezequiel se presento frente a sus ojos.
¿Él sería capaz de abrazarla sin hacer preguntas? Solo necesitaba sentirse apoyada, no quería que la juzgaran. Estaba en un debate interno, se disputaba entre tocar o no el timbre y cuando el no hacerlo gano la batalla y se disponía a dar media vuelta para marcharse la puerta de la entrada se abrió y una señora rubia y de estatura pequeña se hizo presente.
-Hola. ¿A quién buscas?- Dijo muy amablemente.
-Ho… hola. Lo siento, no quería molestar.- Su voz salió suave, los nervios la estaban traicionando.- Estaba buscando a Ezequiel.
-Oh está arriba con su novia- Espera que enseguida lo llamo.- Ella no le dio la oportunidad de contestarle cuando desapareció de su vista.
De pronto Carolina y él se asomaron por la ventana derecha de la planta superior y en ese preciso momento Mar comprendió que la decisión que había tomado no había sido la correcta por lo que dio media vuelta y comenzó a marcharse a paso firme y rápido. Unos segundos después una voz la detuvo.
-Espera, no te vayas.- La voz agitada de Ezequiel se escuchaba potente detrás suyo.
Él la alcanzo cuando ella casi giraba en la esquina. La tomo suavemente por su brazo e hizo que girara para mirarla a los ojos.
Estos estaban vidriosos y amenazaban con derrumbarse en cualquier momento.
-Mar, ¿Qué pasa? ¿Por qué has venido a buscarme? –Él la miraba inquieto, Carolina ahora había pasado a un segundo plano, su única preocupación era su preciosa rulitos.
-Lo siento, no debí venir.- Contesto ella con un hilo de voz.
-No, debe ser importante porque de no serlo jamás lo hubieses hecho.- En su interior se sentía una idiota, ¿De verdad sería capaz de contarle lo que paso? ¿Podía ser tan cruel de decírselo cuando sabía sobre los sentimientos de él? Pero si ahora estaba con la rubia, eso quería decir que él había dejado de quererla y quizás ahora podrían ser amigos.
-De verdad, no pasa nada. Regresa con ella, debe estar esperándote.- Mar mordía su labio por su interior pero este comenzó a temblar e hizo que se delatara. Sus ojos se empañaron e hicieron que su visión se nublara, pero aun así luchaba por que sus lagrimas no se derramaran.
-Ven.- Contesto él intentando que ella se acercara para envolverla entre sus brazos.
-No es necesario.- En ese preciso momento fue él quien acorto distancias y la encerró en un fuerte abrazo.
Cuando ella sintió sus calientes brazos y sus ardientes labios en su frente, no pudo evitar llevar los suyos sobre su cintura y dejar que la tensión acumulada la desbordara.
El momento no duro demasiado, pero estar de esta manera la hacía sentirse segura, protegida. ¿Y si ese era su lugar feliz y estaba al lado del chico equivocado? ¿Y si al final se daba cuenta tarde y lo perdía para siempre? Ahora estaba más confundida que antes, pero mucho más aliviada.
El encanto se rompió cuando unos aplausos detrás de ellos se escucharon.
-Felicidades. Linda escena.- Pronuncio con furia Carolina.
-Tranquila, aquí no ha pasado nada. Solo es un abrazo amistoso.- Dijo Mar intentando calmar las aguas.
-Entonces suelta a mí chico y compórtate como tal.- Lanzo con enojo.
-Lo siento, no era mi intención molestar a nadie. Me voy.- Ella comenzó a alejarse de los brazos de Ezequiel. -Gracias.- Dijo mirándolo a los ojos.
-Espera- Él intentó detenerla pero su novia lo impidió.
-Déjala, ¿A dónde crees que vas?- La rubia estaba molesta.
-Basta, deja de ser tan controladora. Estaba triste, solo necesitaba hablar.
-Pero no era lo que hacían, la tenias muy bien, pegada a tu pecho y con tus labios en su cuerpo.- Los celos la estaban volviendo loca.
-Sí, es mi amiga te guste o no.-
-Me aburrí de esto, vamos a tu casa y volvamos a los que estábamos haciendo antes de que nos interrumpieran.- Ella lo tomo de su mano e intento dirigirlo nuevamente a su casa.
-No, me canse. Te llevare a la tuya.- Él comenzó a caminar.
-¿Qué? ¿Es enserio? Me vas a dejar así por esa idiota.- Dijo con ira.
-Primero no es ninguna idiota, segundo eres tú y tus celos enfermizos los que me molestan, me quitas las ganas de querer estar contigo. Y ahora camina que es tarde y quiero regresar a mi casa.-
-¿Sabes qué? Mejor vuelve a tu casa, yo puedo arreglármelas sola.
-Si es lo que quieres.- Se acerco a ella y beso su mejilla. –Que pases una linda noche. Y así dio media vuelta y la dejo en la mitad de la calle enojada como niña pequeña.
-Idiota, me las vas a pagar. Tú y esa infeliz.