Nos vamos

823 Words
POV Ezequiel Para cuando la noche termino Carolina seguía a mi lado pegada como un perro guardián. En la puerta de la disco siempre había taxis estacionados, que aprovechaban la oportunidad y se aseguraban los clientes. Ni bien atravesamos la puerta diviso a Mar, sola, esperando el suyo. Hernán se acerca a ella y la increpa. -Prima, ¿Dónde están las demás? -Se fueron, me dejaron sola. Las busque pero no las encontré.- Dijo ella alzando sus hombros y restándole importancia. -¿Y tu novio?- Comentó Hernán con desgano. -Se fue también, no vive cerca de casa. -Pero podría haberte acompañado.- Le reprocho él. -Puedo cuidarme sola.- Dijo ella mirándolo fijamente. -No tienes porque hacerlo.- Caro lo interrumpió. -Ya dijo que ella puede sola. ¿Por qué no confían en lo que dice?- Hernán giro su cuerpo para enfrentarla. -No estoy hablando contigo.- Mar posó su mano en el hombro de su primo. -Basta. Tiene razón, ya he pedido mi taxi. Voy a llegar a casa sana y a salvo, no te preocupes. -Cancela tu taxi, vienes con nosotros.- Pronunció autoritariamente. -¿Qué? No, voy a ir sola. Deja de ser un controlador. -No lo estoy consultando contigo, es una orden. Cancela ese taxi. Te vienes en el nuestro. Ella camino hacia la chica encargada de tomar los viajes y unos segundos después estaba a nuestro lado nuevamente. Nosotros ni nos acercábamos a pedirlo, la chica nos conocía y entremedio de la multitud siempre nos hacía un lugar y nos asignaba uno. Mar tenía frío, con sus brazos envolvía su chaqueta de cuero a su cuerpo. Quería abrazarla, calentar su cuerpo, decirle que no tenía porque andar sola por la vida, que yo quería cuidarla hoy y siempre. Nuestro auto se estaciono frente a nosotros, Hernán se sentó en la parte delantera, Mar detrás del chofer, yo iba en medio y Caro del lado del acompañante. -¿Prima vas bien?- Dijo mi amigo girando su rostro hacía la parte trasera. -Iríamos todos más cómodos si yo hubiese ido en otro taxi.- Él giro sus ojos ignorando su comentario irónico. El vehículo avanzaba y solo nos iluminaba la luz que entraba por las ventanas, con disimulo no pude evitar tocar el costado de su pierna con mi dedo meñique. Era un movimiento sutil, pero generaba un millón de sensaciones en mí. Retire mi mano unos segundos y volví a intentarlo, Mar miraba por la ventana. De pronto azotó su mano en su pierna, llamando la atención de todos. -¿Qué paso?- Dice su primo confundido. -Nada, un mosquito que estaba molestando.- Le contesto con una sonrisa en su rostro y sus mejillas sonrojadas. Él también sonrió y no menciono mas nada, solo meneo su cabeza de un lado a otro. Ella devolvió su vista a la ventanilla. Su piel era muy suave, estaba algo fría y hubiese dado cualquier cosa por tener sus piernas en mi regazo y calentar su cuerpo con la temperatura de mis manos. Me contuve de intentarlo nuevamente cuando sentí el brazo de Carolina aferrarse al mío más intensamente. Bajamos todos en la casa de Hernán, él camino unos metros para dejar a su prima en la suya, la abrazó y beso su frente. Luego me acompaño a hacer lo mío con la rubia. Cuando volvíamos caminando hacía nuestras casas, me increpo. -Sabes que no puedes jugar a dos puntas, ¿Cierto?- Él volteo su rostro para mirar mis ojos. -No lo hago.- Mentí. Era cierto, no podía mantenerme alejado de Mar, Caro no podía alejarse de mí y esto se estaba convirtiendo en un círculo vicioso muy peligroso. Definitivamente alguien saldría lastimado y esperaba que no fuera Mar. -Se que mientes, nos conocemos los suficiente como para darme cuenta de eso.- Nos detuvimos frente a mi casa. -De verdad, no tienes que…- Me interrumpió inmediatamente alzando su mano. -No digas nada mas, solo déjala ser feliz. Y si ese tipo con el que esta es el indicado lo aceptare y si no le romperemos la cara, pero deja de cruzarte en su camino. -Lo intentare.- Quería ser sincero y cumplir con mi palabra pero la tristeza era mucho más grande que todo lo demás. Mi amigo y yo nos despedimos con un pequeño abrazo. Atravesé la puerta y la casa estaba en absoluto silencio, todos dormían, por lo que me quite los zapatos y en absoluto silencio subí las escaleras y abrí sutilmente la puerta de mi habitación. Tire el calzado a un costado y me tumbe boca arriba aún vestido. Las palabras de mi amigo pesaban en mi mente, ¿Por qué tenía que ser tan doloroso dejarla ir? Verla con alguien me partió el alma, quise llorar, gritar que la amo como a nadie en el mundo, que no me imagino al lado de nadie más, pero ella ama a otro y yo simplemente lo tengo que aceptar, o al menos eso creo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD