Ya habían pasado dos meses desde que Mar compartía escuela conmigo. Cada vez se me hacía más insoportable tenerla cerca, no podía evitar mirarla todo el tiempo, no podía sacarla de mi mente en ni un maldito segundo del día.
Intentaba con todas mis fuerzas mantenerme a raya, ella podía intuir lo que generaba en mí.
Incluso en este poco tiempo que llevaba en este lugar dos de sus compañeros no le perdían pisada, incluso comenzaba a sospechar que ellos gustaban de ella y ambos intentaban conquistarla. Y eso si no contaba con Javier, que era un año menor que nosotros pero que durante los recreos estaba siempre buscándola para bromear sobre sus equipos de futbol, ambos eran hinchas de equipos rivales y eso hacía que hirviera mi sangre porque en ese juego inofensivo podía sentir que él siempre buscaba un excusa para tenerla cada vez más cerca.
Era esperable que ningún otro chico pudiera apartar sus ojos de ella, si era verdaderamente preciosa. Hasta un ciego podría sentir su belleza, porque no era solo física sino también espiritual.
Ese día la mañana había comenzado lluviosa y el viento cada vez era más fuerte. Pocos alumnos había llegado, incluso mi profesora estaba retrasada, cuando veo a Mar que llegó corriendo y empapada.
Entro apurada a su curso cuando uno de sus compañeros se acercó a ella.
-¡Hey! ¿Qué paso? ¿Te olvidaste el paraguas? –Comento Leandro acercándose a ella.
-No, el maldito viento lo rompió. Tuve que dejarlo en el basurero. –Decía ella asomando su cara hacía la ventana y mirando hacia abajo.
-Estas empapada amiga. –Comenta Noelía un poco preocupada.
-Lo sé, estoy muerta de frío.- Ella estaba tiritando.
En ese momento Lean sube sus brazos y comienza a quitarse su sudadera.
-Toma, quítate tu ropa mojada y ponte esto.- Él acerco su ropa hacía ella.
-¿Qué? No, ahora tendrás frio.- Él se acerco a ella.
-No, estoy bien. Tener la ropa húmeda te hará mal. Al menos úsalo hasta que tu cuerpo se caliente.
Todo en el salón prestaba atención a la charla que se desarrollaba entre ellos.
Yo había salido de mi curso y desde el pasillo miraba toda la situación.
Claramente ella se había dado cuenta de la reacción del resto, por lo que tomo su ropa y le agradeció.
-Gracias Lean. Pero solo por un rato, en el recreo te lo devolveré.- Él sonrió y no dejó de mirar sus ojos.
En ese instante, decidió salir del curso para cambiarse en el baño.
Al hacerlo me encontró en la puerta mirando la situación.
-Hola Eze. ¿Está todo bien?- Me dijo algo sorprendida.
Me puse nervioso, fue como si me hubiese encontrado haciendo algo que no debía.
-Ho…Hola Mar. No, está todo bien.- Conteste tartamudeando.
-¿Qué haces aquí? ¿Buscas a alguien?- Dijo algo confundida.
Mi mente me repetía –Piensa Ezequiel, no quedes como un idiota.-
Tenerla cerca me ponía de nervios, mis facultades salían volando por la ventana.
Desde adentro de su aula algunos chicos nos miraban sin comprender que pasaba.
-No, solo te vi pasar mojada y quería saber si tenías ropa seca para ponerte. Es que traje una chaqueta extra, podría prestártela hasta que la tuya se seque.- Intentaba sonar convincente.
-Wow gracias, eres muy amable. Pero Lean ya se ofreció a darme algo de lo suyo.- Señalaba la sudadera que tenía en su mano- justo iba a cambiarme.
-Oh bien, bueno si la necesitas mi oferta sigue en pie.- Ambos caminamos juntos en silencio, era agradable tenerla cerca, nuestro silencio era para nada incomodo.
La deje entrar mientras volvía a mi aula, por suerte llegue a tiempo. El profesor ingreso detrás de mí.
Este no había cerrado la puerta al entrar por lo que cuando termino la vi pasar con la ropa de otro, una punzada se instalo en mi corazón. Ojala hubiese preferido la mía, tener su perfume en mi ropa hubiese sido lo más lindo del mundo.
Aunque tenía que reconocer que esa sudadera enorme la hacía ver muy sexy.