Segundo año del secundario me esperaba un año lleno de aventuras y no sabía hasta que punto lo haría.
Había escuchado por los pasillos que en 2do A había una chica nueva, según los rumores venía de una escuela privada y que seguramente sería de esas estiradas que miran a todos con despreció.
Durante el ingreso no pude verla, lo más probable es que estuviera en la dirección arreglando algunos asuntos pendientes.
La primer hora fue aburrida, otra vez comenzar de nuevo, la misma gente, era como si el año anterior nunca hubiese acabado.
Estaba quedándome dormido cuando el campanazo del timbre me sobresalto, mi amigo me hablo.
-Vamos Eze, antes de que te duermas.- Me dijo al oído Walter.
Empujándonos los unos a los otros íbamos bromeando. En los pasillos seguían los murmullos, definitivamente la nueva era el centro de atención.
Pero la mayor sorpresa la tuve cuando termine de atravesar las puertas y ahí estaba ella, Mar.
-¿Qué hace acá?- Me dije internamente.
Ella estaba de espaldas, pero era imposible que me confundiera, tenía que ser ella.
De pronto todos los ojos se posaron en mí, yo no podía apartar mis ojos de ella y a cada uno de los que estaban allí le llamaba la atención mi reacción ya que nunca había mirado alguien con la misma intensidad.
De pronto Noe le susurro algo y al cabo de unos segundos y muy disimuladamente ella volteo a verme.
No supe donde meterme, tuve que bajar la mirada rápido, de pronto hubiese querido que la tierra me tragara.
Una sonrisa tonta se dibujo en mi rostro y mis mejillas estaban más rojas que un tomate.
Me había descubierto y ese juego del gato persiguiendo al ratón, estaba seguro que la divertía.
Pero todo cambio cuando uno de sus compañeros se acerco a ella y le sonrió, ella le devolvió el gesto y eso fue lo que más me enojo. Yo quería que solo riera conmigo, que solo yo fuera el motivo de sus sonrisas. De pronto me encontré en ese punto donde uno se pregunta:
-¿Acaso son celos los que estoy sintiendo?