JULIAN CUARTAS Aquí, todos los días son lo mismo. Antes de que el sol inicie a colorear el cielo en sus diferentes matices, ya están los gallos alborotados, cumpliendo con la misión que les asignó el creador. Me niego a levantarme y hacerles caso, suficiente he madrugado y trasnochado durante mi carrera, así que tengo en mente aprovechar el poco tiempo que me queda de libertad, antes de tener que apersonarme de los deberes que la fortuna de mi familia me impone. Me levanto tarde, mientras desayuno, una de las criadas arregla mi cuarto, organiza mi ropa y al vestirme, quedo oficialmente listo para hacer casi nada. Mi padre en estos días solo me exige que pase un rato cada día en una de las boticas para conocer el personal y me empape un poco de cómo es el tema de la administración y los s