Mírame por quién soy.

1493 Words
—Espero que te gusten los mariscos, es la especialidad de la casa.—le dice mientras llena otra vez su copa. —Si, me gustan.—sonrrie Después de dos horas y haber disfrutado de tres botellas de vino y una cena deliciosa, donde cada plato servido fue el protagonista de su lujosa velada. Alejandro se atrevió a lanzarse al agua. El no era de los que se andan con rodeos ni jueguitos. Cuando algo lo envolvía y llamaba su atención, él quería poseerlo y hacerlo suyo. No quería que aquella mujer se le fuera de las manos. Por el número de la tarjeta en su gaveta supo a qué se dedicaba Samira, pero de todos modos mando a investigarla, ya él sabía quién era ella antes y después, y lo que ha pasado desde la muerte de sus padres, el sentía la necesidad de protegerla, de ayudarla, él quería que ella lo llegará a amar no por lo que tenía sino por quién él era. —Me gustaría que llegáramos a ser... más que solo amigos—le dice a Samira mientras toma un sorbo de su vino. —Yo le agradezco todo lo que ha hecho por mí señor Valdivia, y me disculpo por todos los inconvenientes y malos ratos, que le he provocado, pero somos de dos mundos muy diferentes. No me imagino ser ni siquiera una amiga. —Umm, veo que has leído por ahí, quienes dicen que soy. Pero déjame decirte que los post o noticias por ahí, siempre tivergizan la verdad de quién soy realmente. —Para ser honesta solo cuando venía en el carro con Rolando, me atreví a husmear un poco, y con lo que vi en el periódico de economía, y el New York Times, usted tiene un imperio formado, tiene a sus pies miles de empleados que trabajan para usted, y ni se diga de la cola de mujeres de la alta alcurnia, que esperan que salga del título de soltero millonario, para que le lluevan solicitudes de compromisos. —Así es, yo soy dueño de mi imperio, y necesito a una gran mujer a mi lado, pero no soy de los que se casa por moda, o porque tenga un buen apellido o la respalde una buena familia, no soy ese tipo de hombre, la persona que yo elija realmente debe gustarme, debe hacerme pensar cada minuto en ella, debe hacerme preocupar, debe hacerme desearla y solo tu provocas todo eso en mi, en tan poco tiempo.—dice Alejandro mientras sostiene su mano sobre la mesa. A Samira aquellas palabras le parecen irreales, ¿el pensaba todo este tiempo en ella? Ella quita su mano de la mesa y la lleva a su regazo. —No soy la mujer que usted se imagina, no tengo un pasado limpio, no soy pura y no creo que usted se fije en alguien como yo, si supiera lo que hago para ganarme la vida. Si los medios se enteran que tiene una cita o peor si se enteran que alguien como yo estoy a su lado créame su reputación estará arruinada. —Pero si yo no fuera quién soy, ¿crees que llegaría a gustarte... crees que llegarías a enamorarte de mi?—dice Alejandro. —Talvez...pero ese no es el caso, usted es un hombre poderoso, yo solo le traería problemas. Sería más fácil yo enamorarme de usted que usted de mi. Alguien como yo solo es bueno para usarse y ser tirada a un lado—dice mientras se levanta de la mesa y se para al borde del balcón con la copa en la mano. —Y si te digo que me gustas y que quiero conocerte, poco a poco y...¿si te digo que me enamore de ti desde el primer momento que te vi llorando, al pie de aquellos escalones?—dice mientras se para al lado de Samira. —Yo... no esperaría que alguien como usted llegue a amarme.—dice mientras observa la luna llena. —Se que tal vez tienes miedo de darme una oportunidad o crees que solo te quiero para calmar mis deseos carnales, pero no es el caso. Yo estuve casado por 22 años mi esposa murió en un accidente automovilístico, y tengo 6 años soltero, mi cama no a tenido en ella a otra mujer, por más increíble que parezca, yo ame a mi esposa profundamente y me fue arrebatada de un momento a otro, yo no volví a enamorarme de nadie, porque las citas que tuve eran vacías, no me llamaba la atención ninguna mujer, por eso dejé de tener citas y me centré en mi negocio, después de un año me dieron el título del sortero millonario más codicioso. Se que no eres una mujer interesada, no me importa de donde vienes, ni que haz hecho para vivir, solo me importa que te volví a encontrar y estas frente a mi. —Yo... no sé qué más decirte.—agacha la mirada nerviosa. Samira no puede creer aquello, siente como si fuera un hermoso sueño o tal vez está escuchando cosas por haber tomado tanto. —No tienes que decirme nada, solo espero que me aceptes humildemente, quiero llegar a conocerte, quiero hacer que te enamores realmente de mi, solo te pido que me seas leal solo a mi, que te entregues a mi en cuerpo y alma, yo cuidare de ti, y de tu abuela.—le dice mientras pone su mano en su rostro. Alejandro al verla pensativa, soltó su rostro y se dio media vuelta, para tomar su saco de la silla, Samira pensó que él ya se abría resignado y que se iba para dejarla atras, ella volvió a mirar la copa en sus manos, pensaba que era lo correcto, alguien tan bajo como ella no podía siquiera con soñar esa vida. Para su sorpresa Alejandro no tomó el saco para irse, él puso su saco en los hombros de ella, para protegerla del viento. Samira levanta la vista, ese hombre con más de dos metros de altura, un Ceo imponente, con riquezas y fama, poseía los ojos más hermosos y la voz más sexy que jamás había tenido a su lado. —No te preocupes por el contrato de Brittany la del bar, ya me encargue de eso. Samira se dio la vuelta tan rápido, como Alejandro mencionó a Brittany, su rostro palideció. —¿Entonces sabes quién soy y a qué me dedico?—pregunta atónita. —No te enojes, no me malinterpretes, solo te investigue por precaución, por accidente vi la tarjeta en tu habitación y no pude evitar saber de que se trataba, de todos modos, soy alguien que debe cuidarse. Ya eso está resuelto, y he saldado tu deuda en el banco, al igual que la semana que viene tu abuela va a tener la operación que necesita, no debes preocuparte por las facturas del hospital, mi fundación se encargará de todo eso. Lo hice para que seas libre, no porque debas pagarme ni nada por el estilo, si decides darme o no una oportunidad, que sea porque realmente me quieres a tu lado, se que eres una mujer muy fuerte y has pasado por muchas tragedias, se que eres independiente, muy trabajadora y no te gusta que te tengan lástima, se que te gusta ayudar a animales en peligro, y sabes ayudar al que más lo necesita, se que tienes un corazón lleno de amor,—le dice mientras pone sus manos en los hombros de ella. A Samira se le salen las lágrimas, no pudo contenerse, al ver que alguien la conociera tan bien con solo haberla visto dos veces, siente como un peso en sus hombros se a esfumado, con solo decirle que su abuela sería operada, bastaba para robarle el corazón, Samira no podía articular palabras, por las lágrimas veía el rostro de Alejandro borroso, parpadea varias veces y las lágrimas ruedan por sus mejillas. Alejando la abraza fuertemente, y le besaba el rostro cubierto de lágrimas, él no podía imaginarse por todo el dolor, que había pasado Samira, pero sabía que él sería su salvador, sabía que ella lo iba a amar, no por lo que poseía, sino porque había movido su mundo y la había visto más allá de lo que nadie pudo verla jamás. —Muchas gracias...no se cómo pagarte todo eso, realmente me aterra. —Si quieres agradecerme, solo tienes que aceptar ser mi novia. Solo dime qué si. Samira lo miro a los ojos, ¿como no podría decirle que si al hombre que la a sacado del abismo? Ella sabe que el tiempo es su aliado para llegar a amarlo tanto como él la ama a ella. —Si, acepto ser tu novia. Alejandro saca una pequeña cajita de terciopelo, del bolsillo del saco, dentro hay un pequeño anillo con un diamante. —Entonces desde hoy eres solo mía.
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