El mundo a mi favor.

1462 Words
Usa semana pasó, desde aquella maravillosa noche cenando con el Ceo imponente, Alejandro solo le dio un beso suave cuando le colocó el anillo de diamante en el índice, él le había dicho que cuando ella se sienta preparada que sea ella que lo busque, lo mime y lo bese. Brittany llamó a Samira para decirle que un hombre anónimo había pagado su precio, y había dejado algo más extra para que mantuviera la confidencialidad, junto con un contrato que tuvo que firmar, como si Samira nunca trabajó ahí, ella quiso indagar con Samira si tenía idea de quién era, y ella negó saber quién era, le dijo que nadie se le ha acercado, Samira imagina que cuando se haga pública, su relación con Alejandro todas las miradas se iban a posar en ella. Matías la llamó hace dos días pero ella no respondió la llamada, si ya su contrato había terminado, no tenía porque seguir viéndose con él, además le prometió lealtad a Alejandro, sin contar que tiene que cuidar su reputación y la de su novio, por como él la trata, por el amor que le tiene y por su amabilidad no lo iba a traicionar nunca. Alejandro la llamaba a diario, tres veces al día, todos los días, ella le había pedido tiempo, para procesar todo, además quería que todas las marcas en su cuerpo desaparecieran, no quería que Alejandro la viera así, solo de recordar a Hugo y la cara que puso cuando la vio con todas esas marcas se pone nerviosa, Alejandro ascendió a su pedido con la condición, de que solo no dejara de tomar la llamada, que el igual tenía unos socios en la ciudad que habían llegado de Japón y debía prestar suma atención, ella solo iba a la cafetería a trabajar y luego se iba al hospital para estar con su abuela. Alejandro cuando la llamaba, solo le preguntaba que había hecho en el día, que habia comido, ella le preguntaba igual, sobre lo que hacia, hablaba de sus tiempos en la universidad, y hablaban de todo lo que le gustaban. —{Mañana van a operar a tu abuela,}—le dice Alejandro por teléfono. —Si el doctor me confirmó, muchas gracias. —{Te dije que no es necesario que me agradezcas, solo quiero verte feliz.} — Y lo soy te lo juro, no se qué hubiese hecho si a mi abuela le pasará algo, cuando perdí a mis padres y a mi abuelo, sentí como si el cielo me caía encima. —{Lamento no estar ahí para ti en ese momento—dice Alejandro.} — Yo... realmente los extraño,—su voz se quiebra. —{Yo lo sé... pero oremos para que todo salga bien con tu abuela.—dice Alejandro.} —Si. Será mejor que me vaya a dormir, no quiero molestarte más.—dice Samira mientras llora. —{Estarás bien...no llores, mañana tendrás un día largo, pero antes de que vayas a dormir, te traigo algo, yo estoy en tu puerta.} —¿Qué?¿En mi puerta? Pero si no estoy arreglada... —{No me importa si estás bien vestida o no, solo quiero entregarte algo, y ver a los ojos a mi novia, que tengo 6 días que no te veo, ábreme por favor.} Samira corrió hacia la puerta para ver si él estaba ahí ya que no ha tocado el timbre. —Buenas noches... solo estaba cerca y en el día había probado un creme brulee, y quería que tú también lo probaras not...—Samira no dejó terminar la oración Ella da un pequeño salto y lo abraza por el cuello. Esta muy feliz de verlo, ella se sentía un poco deprimida. Alejandro la abraza con la misma intensidad que ella. — ¿Mi muñeca bella, estaba triste? —le dice cuando la pone en el suelo. —Si... pero ya estás aquí.—le sonríe con los ojos aguados. Alejandro mira al suelo y nota que está descalza. —¿Bajaste tan rápido que no te dio tiempo de ponerte zapatos?—la mira serio. —Pasa adelante, te prepararé una taza de té, compre el que te dije, te va a encantar, yo también necesito una taza, me pondré zapatos, no te enojes, tú tienes la culpa por no avisarme con tiempo. —Bueno, pero primero los zapatos—dice mientras la alza en brazos, Samira solo se ríe. Alejandro cierra la puerta, pone el creme brulee en la mesa del comedor y la sube a su habitación en busca de sus flip flops. —Aqui están ¿ves?—se ríe. —No vuelvas a andar descarsa.—la besa—ahh...maldición, te había dicho que esperaría a que seas tú la que se acerque primero—dice mientas hunde su cara en el cuello de Samira. A Samira no le importó que fuera él que la besara, al contrario le gusta, Samira toma su rostros entre sus manos y lo besa. Fue un beso muy suave pero cálido a la vez. —¿Vez? ya estamos a mano—dice Samira. Pero cuando Samira abrió los ojos para mirarlo, solo ve un deseo irremediablemente apetitoso, él se mordía el labio inferior, Samira supo que había tocado una tecla en su corazón, ella sabía que él quería más, y ella también lo deseaba, todas los días que ellos hablaban, ella siente que acercó más a su corazón, nunca tuvieron conversaciones candentes, pero eso no quería decir que no se emocionan, con solo escuchar sus voces. Así que Samira lo vuelve a besar, para que él tomara todo lo que él quisiera de ella y él volvió a tomar de sus labios, todos esos besos que guardaba solo para él. —Muñeca, si sigues no podré aguantar, por favor, no me tortures —le susurra Alejandro. Samira vuelve a mirarlo a los ojos, lo toma por una mano y lo sienta en la cama. Ella se sube en sus piernas, Samira trae una bata con mangas largas, y un dibujo de oso en el frente, a Alejandro aquello le pareció tan sexi, que su erección se hizo sentir, entre las piernas de Samira. No te estoy torturando, solo seguimos conociéndonos, mi cuerpo aún tiene...cicatrices, pero si no quieres no puedo obligarte. —¿Eso es así? Te dije que no me importa como te ves—dice el mientras posa sus manos en su gran trasero y los acaricia —Estoy enamorado de ti, desde el primer día que te vi, al principio solo pensé que era algo físico, pero cuando pasaban los días no te podía sacar de la cabeza, me sentí arrepentido, de que en ese momento, no entre contigo al hospital. —Yo estaba muy mal, con todo lo que pasó con mi abuelo y volvió a mi mente lo que pasó con mis padres, cuando estuve a solas, mire el abrigo que me habías dejado, me sentí agradecida de que me habías ayudado, no creas que debiste haber conducido más rápido, ya mi abuelo llevaba una hora muerto, él llegó sin vida, pero no quisieron decirle a mi abuela. —Entiendo. pero ya no estés triste, tu abuelo está en el cielo. Aquellas palabras hacen sentir en paz a Samira, ella vuelve y lo besa, él la rodea con sus brazos. Alejando se tumba de espalda, luego gira dejando a Samira debajo de su espectacular cuerpo. El la sigue besando en el cuello, desliza sus manos debajo de la bata, y agarrando su ropa interior, la arranca de su piel acariciando luego su muslo, y sus caderas, aquella sensación cuando rompió su panty la excito tanto que hace que mojará más, Hugo no dejaba de besarla solo se detuvo para sacarse la ropa, dejando todo en el suelo, Samira levanta la vista mientras él se de vestía, pudo admirar aquel cuerpo escultural de 2 metros, algunos 108 Kg de peso, y casi 20 centímetros de carne erecta entre sus piernas, —Eres muy...grande—dice en voz alta inconscientemente. —No te asustes, te llevaré al paso, trataré de no ser tan duro contigo—le dice mientras la besa. El quita el camisón dejando visibles las marcas rojas que aún permanecían en sus muñecas, toma sus manos y la besa. —Para mi eres hermosa—le dice mirándola a los ojos. Comienza a besarla desde el cuello y se posa un momento entre sus dos montañas, besando y acariciando sus aureolas y succionando sus pezones aquello le pareció una tortura a Samira, él la besa lentamente en la piel bajando hasta su centro sirviéndose a sus anchas, la comió hasta que Samira no aguantaba más y deja salir un gemido que la hace estremecer hasta la médula.
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