Primer Viento de verano.

1491 Words
Ya la primavera ha pasado, se empezaba a sentir el calor sofocante, de abril en la ciudad de Manhattan, habían pasado dos meses, desde que Hugo y Samira terminaron definitivamente, pero él no dejo de ir al café. Ella veía que él se detenía de vez en cuando, en la cafetería, para comprar café o algún postre, Samira lo atendía como un cliente normal. El le hablaba de cosas aleatorias, el clima, de un día festivo, del tránsito, pero ella permanecía en silencio, le entregaba su pedido y lo despedía. Samira había hablado con su jefe, para trabajar sólo en el día, sino tendría que buscar otro trabajo, pues ella visitaba a su abuela de 4 a 6 de la tarde y luego se iba al bar a encontrarse con Matías, así que Sergio entro en acuerdo con ella, ya que por Samira y su impresionante trabajo su negocio estaba más próspero. En los últimos dos meses, Samira a Hugo, le había servido sexualmente a diario, ella le cumplía casi todos sus deseos, y caprichos, desde andar con él a todas partes sin ropa interior, hasta sadomasoquismo, solo tomaba libre cuando le llegaba su periodo, con lo que conseguía, ella le pagaba el sueldo a la enfermera y debía menos en el hospital, pero tenía que seguir con esa vida hasta saldar las deudas viejas del banco y pagarle aún a Paola lo que le debía. Una noche Hugo fue al café, esperando verla ya que se le había hecho difícil salir del trabajo, temprano los últimos tres dias y cuando iba al café, Jesús le decía que ella ya se había ido, el iba a su casa en la noche, pero parece que ella no le quería abrir o no estaba en su casa, igual nunca se topaba con los abuelos de ella, él empezaba a creer que ella le había mentido y realmente vivía sola, entonces según el conteo de Hugo, a ella le tocaría trabajar esa noche, el quería volver a intentar hablar con ella para que lo perdonara, desde el mes pasado iba seguido a la cafetería, y aunque ella solo le decía buenos días, cuando lo veia y gracias por su compra cuando se iba, ella debía de ver su sacrificio y su persistencia. —Buenas noches—Saluda Hugo a Jesus. —Buenas noches Hugo, ¿te preparo lo de siempre?—pregunta el chico de pelo rojo. —Si...claro—le dice mientras echa un rápido vistazo a la cafetería en busca de Samira. —Aqui tienes—le dice cuando estuvo lista su orden—. Son 3 dólares. — ¿Samira no está?—pregunta mientras saca el dinero de su cartera. —Samira ya no trabaja de noche desde hace dos meses, pensé que lo sabías...—responde extrañado.—desde que su abuela cayó en cama y su abuelo murió de un paro cardíaco, ella no ha sido la misma. Imagino lo mal que la está pasando, sus padres murieron en un accidente hace más de un año y ahora tiene que pasar por todo eso. Aquello le callo tan mal a Hugo, como un balde de agua fria.¡Cómo es que él no sabía nada de eso! —Gracias Jesus, nos vemos luego—se despide. Hugo se monta en su carro, y pisa el acelerador, para dirigirse a casa de Samira, necesitaba hablar con ella a como de lugar, no podía dejarla sola en una situación así, seguro necesitaba ayuda económica, si su abuela sigue interna durante dos meses, debe tener muchos gastos médicos, sin hablar de que su abuelo estaba muerto, y si esa era la vía para él volver a tener a su mujer, no le iba a importar ayudarla y sacarla de cualquier problema. Hugo aparca el carro, y entra al edificio para subir los escalones a toda prisa, pues ve que el ascensor está fuera de servicio, su corazón está a mil por hora, no se alegraba para nada por lo que sea que estaba pasando Samira, pero esa era su oportunidad de acercarse nuevamente a ella, toca el timbre y efectivamente, nadie responde a su llamado aunque ha tocado el boton 10 veces. Mira su reloj y eran casi las once de la noche, decidido a esperarla hasta la hora que fuera, piensa en regresar al carro. Hugo empieza a bajar escalones, empuja la puerta principal para salir, cuando a lo lejos ve a Samira desmontarse de la parte trasera de un vehículo n***o, con un vestido corto color dorado, ve cuando el brazo de un hombre le agarra la mano, y ella vuelve a meter medio cuerpo al vehículo, viendo la silueta de ambos besandose por el cristal ahumado de la parte de atras, al final esa misma mano le apretó el trasero, antes de cerrar la puerta y marcharse, no pudo ver quién era aquel hombre que le ponía las manos a su mujer, pues el tipo nunca se desmontó del vehiculo. A Hugo se le heló la sangre, le habían dicho que su abuelo había muerto, y que su abuela estaba interna, entonces ¿porque diablos ella está en una cita?. Hugo volvió a entrar para esperarla dentro. —Buenas noches—le dijo Hugo, serio mientras Samira empujaba la puerta para entrar. —¿Que haces aquí a esta hora?— pregunta sorprendida Samira. —Solo pase a saludar...¿Cómo has estado?¿Donde estabas a esta hora?—pregunta para ver qué Samira le iba a responder. —No te molestes, pensé que ya lo tenías claro, que no quería verte. Así que regresa por dónde viniste—dice ella mientras saca unas sandalias más bajitas de su cartera y guarda las de tacos altos. Hugo se llenó de enojo, pensaba que ella estaría deprimida, como lo estaba él, sin embargo la a visto besar a otro hombre. —Pregunte dónde estabas a esta hora—la agarra del brazo fuertemente. Samira no entiende su aptitud, ya ella le había dejado el camino libre para que él siguiera con su vida, y estuviera con cuántas mujeres ricas el quisiera, solo piensa que él se a obsesionado con ella, al haber tomado su virginidad. —Hugo a ti no debería de importarte no somos nada ¿recuerdas? —le dice mientras se suelta y empieza a subir escalones a toda prisa. — ¿Que quieres decir con que no debería de importarme? aún no seamos nada como dices, me preocupo por ti, hoy supe por boca de Jesús, que estabas en un mal momento meses atrás, que tú abuelo murió y que tu abuela está muy grave...¿por qué demonios, no me dijiste nada, ni me pediste ayuda, yo estoy dispuesto a ayudarte con los gastos, yo fui muy egoísta, y te menti pero porque no me dijiste, por lo menos como amigos? —¡No te preocupes ya me he encargado de todo, si eso es lo que te preocupa!—le grita, cuando paró en seco para verlo a la cara—. ¡Asi que por favor no vuelvas por aquí!. Aquellas palabras herían de mala manera a Hugo, ¿Cómo es posible que ella no lo necesitara? ¿Acaso aquella mujer era tan obstinada, que preferiría, comerse un cable antes que pedir auxilio? —No pienso dejarte sola—dice él mientras ve que ella abre la puerta. Cuando Hugo ve que ella se iba a voltear, para replicar, él la abraza. —¿Que demonios crees que haces? ¡Suéltame ahora mismo carajo!— ordena ella, mientras comienza a golpearlo con el bolso. En ese momento, se le salen los zapatos, el dinero del sobre y unos condones. Samira había olvidado cerrar su cartera cuando puso los zapatos dentro. Hugo al darse cuenta, queda atónito. Ve el dinero no sabe cuánto es, pero ve muchas papeletas de 100 dólares, y una de 500 dólares, también ve 3 condones XL sellados y 4 envolturas de condones vacias. —¿Que demonios? ¿te estás prostituyendo?—pregunta sorprendido. Aquello le dió mucha vergüenza a Samira, empezó a recoger sus cosas y meterlas de vuelta en la cartera. Ella no tenía por qué darle explicaciones. —¡No te importa lo que yo haga con mi vida, o con mi cuerpo, así que no te metas conmigo!.—le grita a todo pulmón. Hugo no podía creer que tan bajo había caído ella por la desesperación. Eso le partía el corazón en dos. Aún no podía creerlo. Agarra a Samira por un brazo, y terminó de empujar la puerta, entra con ella hasta la sala y la empuja al sofá. El le arranca a la fuerza aquel vestido dorado de mangas largas dejándola totalmente desnuda, pues ella no llevaba ropa interior, pero él solo veia con horror, las marcas en sus muñecas, sus brazos, sus tobillos, cuello y chupetones en todo su cuerpo.
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