Robert se había quedado frustrado con la situación, las cosas no estaban saliendo tal cual él lo había esperado, sin embargo, estaba confiado de que al final saldría victorioso. Se mantenía serio sumido en sus cavilaciones hasta que escuchó a Lorena llamarlo haciendo que la sonrisa volviese a su rostro.
– Robert –él volteó de inmediato hacia ella– ¿podemos hablar? –él asintió y la dirigió a una habitación pequeña que había junto a la sala.
– ¿Qué ocurre cariño? –preguntó en cuanto cerró la puerta.
– Por favor explícame que está pasando. ¿cómo es eso de que seré tu esposa? –Robert sonrió.
– Lamento no habértelo dicho antes, fue algo que decidí a último momento.
– ¿pero no deberías tomar en cuenta mi opinión sobre esto? –exclamó sarcástica.
– ¿No quieres casarte conmigo? –preguntó tomándola de las manos y mirándola a los ojos.
Aquella mirada de un azul profundo hizo acelerar el corazón de Lorena. El brillo de esos ojos, pero sobre todo, de esa sonrisa tan hermosa, la hizo sentir que se le cortaba la respiración.
– No se trata de eso, es solo que no me has dicho nada, ni siquiera me lo pediste –respondió Lorena nerviosa.
– ¿Quieres que te lo pida? –preguntó Robert arqueando una ceja divertido mientras aun sonreía.
Lorena no supo cómo responder a eso, sentía que su corazón se le iba a salir del pecho. Robert acercó sus labios a las manos de la chica que mantenía sujetadas y le regaló un dulce beso en el dorso de cada una, luego se arrodilló lentamente y mirándola a los ojos hizo aquella pregunta.
– Lorena Starring ¿Te quieres casar conmigo?
La quijada del ángel cayó por la sorpresa. No podía creerlo ¿Qué se supone debía responder? Por su mente pasaban un montón de preguntas. Siempre soñó con que alguien le pidiese matrimonio, pero por décadas imaginó a Joonam en ese papel, nunca pensó que llegaría a recibirla de su abogado que tenía tan solo dos meses conociendo, aunque siendo sincera, él la había cautivado desde el primer momento en que lo vio y cada parte de su cuerpo respondía a la presencia de ese hombre, así que no podía decir que no sentía nada por él, pero todo era tan inesperado y extraño que no sabía qué pensar.
– Sé que me quieres ayudar a salir de aquí y yo quiero salir, de verdad no quiero seguir más aquí… pero… ¿Por qué te quieres casar conmigo? No lo entiendo –expresó Lorena confundida– ponte de pie por favor –le pidió soltándole las manos y separándose de él.
Lorena se sentó en una de las sillas que estaban en la pequeña habitación y suspiró con pesar. No sabía qué hacer. Robert ya había hecho la solicitud diciendo que se iban a casar, pero ella apenas lo conocía. Él estaba mintiendo y eso no era correcto, por eso se debatía en si debía seguir con esa idea o no.
– Te diré la verdad –exclamó Robert sentándose en la silla junto a ella– me pareces una chica formidable y tras leer tu expediente, creo que no está bien que pases tu eternidad aquí, te mereces una vida mejor. Cuando dije en la sala que me habías cautivado apenas te vi, no metí –confesó. Lorena lo miró sorprendida. Él le sonrió– me gustas mucho y creo que en otras circunstancias, no lo hubiese pensado para invitarte a salir –le aseguró con una sonrisa– en un principio pensé que no sería demasiado complicado ayudarte, pero después de leer todo tu expediente me di cuenta que aunque hayas hecho todo bien durante tu tiempo en prisión, la manera en que fuiste juzgada y el castigo que te dieron, hace imposible que puedas salir, ellos jamás aceptan reducir una condena eterna, aunque el crimen haya sido un simple error que cometiste siendo tan solo una niña.
La decepción invadió el interior de Lorena. Agachó la cabeza intentando ocultar las lágrimas que estaban por salir. Deseaba tanto ser libre, conocer otros lugares y disfrutar de la vida que no había tenido. Se arrepentía de todos los errores que había cometido y pensaba que su hermana sentiría vergüenza de ella si supiese lo que había hecho. Quería borrar todo su pasado y volver a comenzar. Robert la tomó de la barbilla y la hizo mirarlo. Con su mano libre, limpió las lágrimas que ella dejaba caer por sus mejillas.
– Quiero ayudarte. Déjame ayudarte –le pidió con ternura– sé que quieres salir de aquí y sé que esta no es la manera en que tenías pensado hacerlo, pero realmente quiero ayudarte y por eso estuve investigando y leyendo mucho, quería encontrar una solución y lo hice –expresó sonriendo–. Ellos quizás no te den la libertad absoluta, pero pueden darte una de prueba y eso es lo que estoy solicitando. Tu expediente es impecable y hay muchas posibilidades si tienes a un responsable que esté a tu cargo, alguien que se comprometa a estar pendiente de ti y asegurarse que cumplirás con sus reglas. No hay muchas personas en los que ellos confíen, pero en mí sí lo harán. Ya lo escuchaste, Hans me conoce desde que era niño y nuestra amistad es fuerte. Él confía en mí y confiará en ti si eres mi esposa ¿Qué dices?
La pregunta de Robert dio vueltas por la cabeza de Lorena. Estaba llena de dudas. No sabía prácticamente nada de aquel hombre y parecía una completa locura confiar ciegamente en él, pero la verdad es que no tenía muchas opciones. En realidad, no tenía ninguna otra opción, si quería ser libre tendría que aceptar su propuesta de matrimonio, de lo contrario le tocaría permanecer encerrada en esa cárcel por el resto de su eternidad.
– Muy bien –respondió finalmente Lorena mientras asentía.
– ¿Sí? –quiso confirmar Robert. Ella asintió una vez más mientras le sonreía– ok, pero hagamos esto bien.
Robert se levantó de la silla y tomó a Lorena de la mano haciéndola ponerse de pie, luego se arrodilló nuevamente frente a ella, como lo había hecho unos minutos atrás. Sostuvo sus manos mientras la miraba a los ojos y repetía su pregunta.
– Lorena Starring ¿te casarías conmigo?
– Sí –respondió la joven sonriendo.
Robert se levantó y se acercó lentamente a ella para regalarle un suave y delicado beso. Lorena sintió su corazón latir con fuerza cuando los labios de él se posaron sobre los suyos. Fue su primer beso y lo sintió justo como lo había soñado. No fue largo, ni corto, duró el tiempo perfecto para que ella pudiese sentir que quizás ese matrimonio no era tan mala idea después de todo. Ambos se miraron a los ojos al momento en que se separaron, sonrieron felices por unos segundos en que pareció que nada a su alrededor existía más que ellos disfrutando de aquel momento.
Un toque en la puerta los sacó de sus cavilaciones. Robert se acercó a abrir y atender a quien había llegado. Lorena se mantuvo absorta del mundo, en aquel momento se sentía tan feliz que no le importaba nada. Volvía a ser aquella adolescente llena de ilusiones y sueños que alguna vez fue. Robert regresó junto a ella y le dijo que debía retirarse un momento, Hans lo estaba llamando.
– No te preocupes, no pasa nada malo, solo resolveré algunos detalles con él –le aseguró– volveré contigo muy pronto. Espérame en la sala –le pidió antes de retirarse de aquella habitación. Lorena asintió sonriendo.
Muchas cosas estaban cambiando muy rápido y ella no sabía qué pensar, pero en el poco tiempo que tenía conociendo a ese hombre, había comenzado a confiar en él e incluso comenzaba a creer que también se estaba enamorando. Suspiró con anhelo. No podía borrar la sonrisa de su rostro o al menos eso creyó hasta que sus ojos se encontraron con la persona que la esperaba fuera de esa habitación.
– Señorita Starring –la llamó Joonam en cuanto la vio salir.
– Señor Leng –se limitó a decir ella.
– ¿Me permite unos minutos? –preguntó en tono serio– necesito hablar algo importante con usted.
Joonam no esperó a que ella respondiera, simplemente abrió nuevamente la puerta de aquella habitación y movió su mano en señal para que ella volviera a ingresar. Lorena respiró profundo y entró en aquel lugar sintiendo que las cosas se iban a complicar aún más.