¿NO ME QUIERES LIBRE?

2189 Words
La ansiedad de Lorena crecía mientras permanecía a la espera de las palabras de Joonam. Él la miraba atentamente. Ese día parecía estar más serio que de costumbre. La observaba con cuidado como si estuviese haciendo una inspección detallada de ella, su actitud hacía que Lorena se preguntara en qué tanto pensaba. Su corazón latía acelerado por los nervios que tenía, no sabía que le diría Joonam, pero estaba más que segura que él no se encontraba ahí para felicitarla por su compromiso. – Señorita Starring –comenzó a hablar su jefe luego de varios minutos de silencio– sea tan amable por favor de explicarme la situación ¿cómo es eso que se casará con el señor King? Lorena tragó duro. Ni ella misma sabía cómo explicar bien lo que estaba sucediendo y peor aún, no podía contarle la verdad, pues si lo hacía, podría arruinar todas sus posibilidades de salir de ese lugar como tanto deseaba. – Bueno, señor Leng, creo que ya debe haber leído toda la solicitud y ya ha escuchado lo que se dijo en la sala. Me casaré con Robert, no sé qué otra cosa quiere que le diga –Joonam tomó aire intentando calmarse. – Señorita Starring, por favor, estamos hablando de un asunto serio, no quiero que se burle de mí. – ¿Por qué cree que me burlo de usted señor Leng? –preguntó sorprendida. – Si todo esto es verdad, significa que ha roto la confianza que he depositado en usted –respondió tajante. Lorena trató de permanecer inexpresiva, pero se sentía algo abrumada por sus palabras– me siento terriblemente decepcionado con todo esto. Yo la creía una persona diferente. – No le entiendo. No estoy rompiendo ninguna regla –aseguró lo más tranquila que pudo– ¿Por qué se lo toma tan apecho? –preguntó inspeccionándolo de la misma forma en que él lo hacía– Usted es tan solo mi jefe –sentenció de manera firme. Aquellas palabras fueron como un puñal que se clavaron en el corazón de Joonam y aunque no lo quisiera, era la realidad a la que se debía enfrentar. Lorena tampoco se había sentido bien al decirlas, pero era hora de afrontar las cosas. Ya había internalizado el hecho de que su amado jefe tenía novia y no había manera en que ella pudiese salir victoriosa de esa situación, así que ahora, debía seguir adelante con su vida. – Le recuerdo que tenemos reglas –continuó Joonam. – Si se refiere a las relaciones entre empleados y reclusos, estoy consciente de ellas y por eso le puedo asegurar que no he roto ninguna –Joonam resopló en burla. Lorena respiró profundo y continuó– en primer lugar, Robert no es empleado de usted ni de la prisión, es un agente externo. En ninguna parte de las normativas dice que los reclusos o los empleados no puedan tener pareja fuera de la prisión. Todos están en derecho de encontrar su felicidad y si no fuese así, usted mismo estaría rompiendo su propia regla porque le recuerdo que usted tiene novia –sentenció con una sonrisa. Joonam apretó los dientes con molestia. – Señorita Starring… – No he terminado señor Leng –le interrumpió. Él se limitó a asentir resignado mientras intentaba controlar sus emociones– en segundo lugar, no hemos hecho nada dentro de la prisión –aclaró– así que no se preocupe. Él y yo hemos convivido solo lo suficiente como para saber que nos amamos, pero en ningún momento hemos tenido la oportunidad de expresar nuestro amor como es debido, por eso mismo nos queremos casar, creo que ya es hora de que podamos disfrutar de nuestro amor como debe ser. – Siento que me han hecho ser el hazme reír de todos aquí. Ustedes llevan dos meses de relación en secreto dentro de mi prisión cuando las reglas son muy claras. – Señor Leng, no nos hemos burlado de usted, ni es el hazme reír de nadie. Todos le respetan y le puedo asegurar que entre Robert y yo jamás ha habido algún contando físico dentro de su institución. A pesar de habernos enamorado durante sus visitas, no hemos roto ninguna regla, así que no tiene de qué preocuparse. Nuestro compromiso no le afecta de ninguna manera. – Yo no estaba enterado de esa relación –insistió con rabia. – Y no tenía por qué estarlo –sentenció sonriendo. Joonam la miró sorprendido por aquella respuesta– usted no va por ahí contándole a todos sobre su novia y lo que hace con ella –soltó aquella frase con toda la mala intención que pudo. Quería sacar de su pecho toda la frustración que sentía– de igual manera, yo no tengo por qué andar por ahí contando lo que hago o dejo de hacer en mi vida privada. Una vez más, le repito, Robert no es su empleado, no hemos tenido ningún contacto físico dentro de la institución y en todo caso, de haber sucedido algo, solo los encargados de otorgar los permisos conyugales serían los únicos obligados a saber sobre mi relación, el resto del personal, no tiene porqué interesarle mi vida privada, porque es privada. Lorena observaba a Joonam de forma desafiante. Por primera vez desde que lo conocía, no le importaba llevarle la contraria. A pesar de su rebeldía natural, siempre había sido muy obediente con él, después de todo, había estado perdidamente enamorada desde el primer momento en que lo vio, pero ahora tenía claro que debía luchar por su felicidad y su futuro no estaba con él, así que si quería lograr su objetivo de ser libre, debía seguir adelante con el plan de Robert sin dejar que nada ni nadie se interpusiese, ni siquiera ese hombre que tanto había amado. – Le recuerdo que yo soy su jefe y el que está a cargo de esta institución –repuso de forma autoritaria. – Eso lo tengo muy en claro señor Leng, pero el que sea mi jefe no le da el derecho de querer controlar lo que ocurre en mi vida. – Pues la verdad es que me parece demasiada coincidencia que usted y el señor King se hayan prometido justo a tiempo para hacer la solicitud de libertad. – ¿Qué está insinuando señor Leng? – No creo que el amor que se profesan sea real –Lorena soltó un resoplido burlón. – Discúlpeme que se lo pregunte, pero ¿desde cuándo es usted experto en relaciones de parejas? –interrogó en tono sarcástico. Joonam la observaba serio sin decir nada– no sé cuánto tiempo tendrá con su novia o que tanto la querrá, pero sus experiencias amorosas no le da el derecho de juzgar a otras parejas o la manera en que alguien más puede amar. Lorena comenzaba a molestarse y era algo que Joonam estaba notando por la manera en que había empezado a hablarle. Nunca antes se había comportado de esa forma con él. Su espíritu rebelde jamás había estado oculto, él lo conocía muy bien. En diversas ocasiones la había visto discutir con otros miembros del personal y salir victoriosa en aquellos debates. Él admiraba esa lengua audaz que la chica tenía, aunque nunca se lo hubiese dicho, pero ahora, cuando por primera vez le tocaba enfrentarse a esa habilidad que tanto le gustaba de ella, no se sentía nada feliz. Joonam no estaba acostumbrado a que le llevaran la contraria, su talento hacía muy difícil que alguien lo hiciera, por eso se había habituado a que todos le obedecieran, pero sabía que con ella no podía y eso le molestaba. Ella era su Hanyagur y una de las muchas cosas que caracterizaban a esa relación tan única, era que ninguno podía imponerse sobre el otro. No había manera en que él pudiese controlarla y eso le sacaba de sus casillas. A él le gustaba tener el control de todo y en ese momento, lo estaba perdiendo. – Señor Leng –continuó Lorena observándolo detenidamente– quiero que sea honesto conmigo –Joonam se tensó en espera a lo que le preguntaría– ¿alguna vez le he fallado como empleada? – No –soltó de mala gana. No podía mentirle aunque quisiera. – ¿Alguna vez he roto alguna regla como reclusa? –continuó con su interrogatorio. – No señorita Starring. – ¿Alguna vez he hecho algo que hiciera daño a un m*****o del personal u a otro prisionero? – No… La verdad es que debo admitir que su conducta ha sido intachable durante todo este tiempo –confesó molesto sin querer mirarla. – Entonces ¿por qué no quiere que sea libre? –preguntó mirándolo detenidamente– creo haber pagado por los errores que cometí. Sé que no puedo enmendarlos por completo, pero no creo que este castigo sea justo ¿usted cree que sí? Joonam suspiró para luego negar con la cabeza. Sus ojos se encontraron con los de ella y durante un pequeño momento que pareció eterno, ambos se perdieron en aquellas miradas con la que se confesaban en silencio, todo el amor que sentían. Joonam sabía que lo que Lorena le decía, era cierto, él muchas veces lo había pensado. No era justo que ella pasara su eternidad encerrada, pero una parte de él no quería dejarla ir y menos sabiendo que sería con otro hombre. – ¿Por qué él? –preguntó Joonam en un susurro. No había podido evitar que aquellas palabras salieran de su boca. No hacía más que preguntarse porqué ella había elegido a Robert, porqué el universo era tan injusto y le había regalado a su pareja de vida en la forma de la mujer que no podía tener. – ¿Por qué no? –respondió Lorena sin quitar sus ojos de los de Joonam– uno no manda en el corazón –le aseguró con una sonrisa. – ¿Realmente lo amas? –quiso saber– ¿o solo estás haciendo esto porque es tu pase para salir de aquí?... dímelo –susurró casi en súplica. Aquella pregunta tomó por sorpresa a Lorena y la hizo tragar duro. No podía responderle mientras lo miraba a los ojos, así que dio media vuelta y se alejó un poco de él. Se había puesto nerviosa porque ella no era buena mintiendo, por lo que si debía hacerlo, tenía que asegurarse que él lo no la descubriera. – Es cierto que este matrimonio es la mejor opción que tengo para salir de aquí –le confesó– pero eso no quiere decir que no quiera a Robert –se le hacía difícil usar la palabra “amar” cuando apenas conocía a ese hombre– sé que no es la mejor manera de hacerlo, pero quiero casarme con él –le aseguró. Joonam la observaba sin decir palabra alguna, solo permanecía de pie frente a ella escuchando atento. Lorena no podía saberlo, pero él anhelaba oír de sus labios que solo se casaba para salir de ahí. Él habría sido capaz de mentir por ella y arriesgar todo, si tan sólo le decía que aquello era una farsa, estaría dispuesto a apoyarla y asumir todas las consecuencias. Él la amaba y aunque no tenía dudas del amor que ella sentía por él, ahora mismo temía que haber mantenido oculto sus sentimientos durante tanto tiempo hubiese sido el peor error que hubiese cometido. Tenía miedo que por culpa de su idiotez, ella hubiese terminado enamorándose de otro hombre y que todas esas historias sobre la pareja de vida que eran los Hanyagur, se hubiesen equivocado con él. En su mente no podía dejar de pensar que como siempre, él resultaría ser la excepción a todas las reglas y que aunque ella fuese su amor predestinado, no terminaría con él sino amando a alguien más. – Señor Leng… –continuó con algo de duda– si usted me quiere… quiero decir…me aprecia como empleada –se corrigió cerrando los ojos ante su error, sentía nervios por lo quería decir– si es verdad que considera que cumplí con mis deberes, he sido responsable, nunca le he faltado el respeto y siempre… le he sido fiel –abrió los ojos para mirarlo. Sus palabras comenzaban a ser susurros– si es verdad que cree que mi castigo no es justo y considera que debo tener una vida mejor, le pido por favor que me deje ir… –Lorena lo miraba con ojos de súplica– ¿o es que acaso no me quiere…? –hizo una pausa apropósito en su pregunta buscando una última respuesta en los ojos de él, pero el rostro de Joonam permanecía inexpresivo y eso la decepcionó– ¿no me quiere dejar ser libre? –terminó de decir con tristeza. Los ojos de Joonam se mantenían sobre Lorena, pero a pesar de lo que ella esperaba, él no dijo ni hizo nada más. Tras unos segundos sin inmutarse, se dio media vuelta sobre sus talones y salió de aquella habitación dejando a Lorena con un hueco en lo más profundo de su corazón.
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