SENTENCIA

1744 Words
Lorena lloró por varios minutos luego de quedarse sola en esa habitación. No lo pudo evitar. Se había arriesgado a confesar, de forma indirecta, su amor por Joonam y aunque no había sido del todo clara y había la posibilidad de que él no hubiese entendido lo que le intentó decir, ella había sentido que las cosas no habían salido bien. Por primera vez se había arriesgado de alguna forma a contar todo lo que su corazón escondía y la respuesta que recibió fue una reacción tan seca e inexpresiva que la golpeó igual de fuerte que un rechazo rotundo. – ¡Ya es hora! –escuchó a Robert decir desde la puerta– ¿te encuentras bien? –preguntó confundido al notar que había estado llorando. – Sí –le aseguró ella forzando una sonrisa. – ¿Seguro? No pareces estar bien ¿Qué pasó? –quiso saber acercándose a ella para abrazarla y regalándole un beso en la frente. – Todo está bien. Solo estoy un poco abrumada –mintió. Él le sonrió con ternura. – Todo saldrá bien. Ya verás –le aseguró. Robert le acarició la espalda con ternura sin soltarla de aquel abrazo consolador. Ella asintió un poco más calmada y tras un pequeño beso en los labios que él le regaló, ambos salieron de la habitación de regreso a la sala donde estaba por retomarse la sesión. Los nervios se instalaron nuevamente en Lorena cuando ella vio reaparecer a los miembros del consejo. No pudo evitar posar su mirada en Joonam cuando este se incorporó a la sala junto al resto del jurado. Ella hizo todo lo posible por desviar su mirada e ignorarlo, pero le costó cumplir con esa tarea. Estaba sintiendo un poco de miedo por el resultado de aquella solicitud. Robert le había explicado que la respuesta se la darían ese mismo día, al igual que las condiciones que debía cumplir, en el caso de ser aprobado el permiso. Su ansiedad crecía sin control pues estaba a punto de descubrir, cuál sería su destino. – No ha sido fácil llegar a un acuerdo con esto –inició Hans la sesión– estuvimos debatiendo durante largo rato pues al parecer, cada uno aquí tiene su propia opinión sobre esta situación. Lorena notó como el juez principal miraba a Joonam de reojo al momento de decir aquello. Se estaba muriendo de la ansiedad porque no sabía si su jefe al final había decidido ayudarla o simplemente lanzarla a los tiburones. Si le rechazaban aquella solicitud, el tener que quedarse encerrada no le iba a doler tanto como el saber que Joonam había sido el causante de esa decisión. No quería creer que él no quisiera apoyarla, pero después de todo lo que había pasado, era un desenlace bastante probable. – No quiero seguir haciendo esto más largo, así que iré directo al grano –el juez pidió a todos que se levantaran mientras daba la sentencia. Lorena respiró profundo esperando la respuesta– Señorita Starring, luego de evaluar su caso y de examinar con detalle toda la información presentada en su solicitud, el consejo ha decidido otorgarle la libertad condicional. El tiempo pareció detenerse en ese instante. Lorena suspiró soltando un peso enorme que había llevado guardando por dos siglos. Hacía tanto que esperaba por aquellas palabras que ahora, no parecían reales. Se encontraba tan conmocionada que no pudo reaccionar ni siquiera cuando Robert, que se encontraba a su lado, la abrazó. – Señorita Starring –ella reaccionó finalmente cuando escuchó al juez llamarla. Volteó a verlo de inmediato. – Sí su señoría –respondió en voz baja aun temblando por las emociones del momento. – Debo hacer énfasis en que la libertad es condicional, es decir, debe cumplir con ciertas condiciones para mantenerse fuera de aquí y en caso de fallar alguna, regresará de inmediato a su celda ¿está claro? – Sí su señoría –asintió fervientemente aguantando las ganas de llorar por la alegría que sentía. – Muy bien. Ahora procederemos a explicar cada una de las condiciones que hemos decidido para usted. Hans pidió a los presentes que tomaran asiento y le pidió a Robert acercarse al estrado para hacerle entrega de la documentación pertinente. En cuanto éste regresó a su lugar, el Juez inició su discurso. – A partir de este momento se comenzará el proceso para la liberación de la señorita Lorena Starring, considerando que deberá cumplir con las normas establecidas por este consejo a partir del instante en que dicha liberación se haga efectiva. Lorena permaneció atenta a cada palabra del juez, quién se dedicó a explicar una a una las normas que debía cumplir, asegurando que eran necesarias para mantener el orden en su sistema. Las condiciones impuestas serían las siguientes: 1. La libertad se mantendrá como condicional hasta que el consejo lo decida. Esto quería decir que el tiempo en que Lorena debía cumplir con las condiciones no estaba realmente establecido, sino que debía esperar a una nueva audiencia con ellos para que estos evaluaran si podían o no, levantar dichas condiciones y otorgarle la libertad plena. 2. Las evaluaciones de la libertad condicional se realizarán cada 10 años. Lorena debía esperar a que se cumpliese este periodo de tiempo para solicitar una nueva audiencia que evaluara sus condiciones, en caso de que su solicitud de libertad plena fuese rechazada, no podría volver a hacer una hasta dentro de 10 años más. Las primeras normas la hicieron tragar duro. Lorena se esperaba que fuesen estrictos, pero se sentía nerviosa porque estas dos primeras reglas la obligaban a obedecer, quisiera o no, todo lo que le pedirían después y algo le decía que las demás condiciones serían bastante difíciles. 3. La prisionera contará con un responsable y un supervisor durante su periodo de prueba. El responsable estará a cargo de ella en todo momento, pues en caso de que ella faltara a alguna de las reglas, él también deberá asumir las consecuencias de dichas faltas. Por su parte, el supervisor velará porque ambos cumplan con todas las normativas y realizará sus visitas de manera esporádica y sin previo aviso con la intención de asegurar que ninguno este mintiendo o aprovechándose de alguna manera del sistema. – Señorita Starring, no es usual para nosotros colocar un responsable y un supervisor en un mismo caso –aclaró Hans– por lo general, los prisioneros a quienes le asignamos la libertad condicional, solo cuentan con uno de los dos. Usualmente es el responsable. Ya que tendemos otorgar este tipo de libertades a reclusos con penas bajas y buen comportamiento. Sin embargo, su caso es bastante peculiar. No habíamos tenido a nadie con una pena tan grande que haya sido tan bien portado –exclamó sarcásticamente. Los demás miembros del consejo se echaron a reír por la pequeña broma. Lorena solo lo miraba sin decir nada– pero el señor Leng nos habló muy bien de usted –ella se sorprendió y volteó en seguida para mirar con desconcierto a Joonam que permanecía sentado en el estrado de manera impasible– él parece tener un concepto muy bueno de usted y nosotros lo tenemos de él, por lo que confiamos en lo que nos dice y es por eso que hemos decidido darle una oportunidad. – Gracias su señoría –respondió Lorena en voz baja haciendo una pequeña reverencia. Estaba realmente anonadada ante aquella revelación. – De igual manera, el señor King también es nuestro hombre de confianza –dijo tranquilamente el juez. Robert no había dicho palabra alguna, pero se notaba claramente molesto ante las alabazas que le hacían a Joonam– aunque nunca hemos otorgado libertad condicional a un prisionero condenado a pena eterna, su impecable historial y los dos hombres que hablan tan bien de usted, nos hace confiar que estamos tomando la decisión correcta, por lo que esperamos no nos falle. – No lo haré su señoría –exclamó nerviosa y con lágrimas en los ojos que intentaba retener. – Habiendo dicho eso, creo que está de más decir que se ha asignado al señor Robert King como su responsable como se había pedido en la solicitud. Debo suponer que él sabrá muy bien cómo controlar a su mujer –exclamó riendo. A Lorena le pareció aquello un comentario bastante machista, pero se mordió la lengua, no estaba en condiciones de discutir con el juez del consejo y menos, cuando todos los demás hombres en la sala parecían reír de forma alegre ante ese chiste que le parecía de tan mal gusto, pero su corazón comenzó a latir rápidamente y de manera inesperada cuando su mirada se posó sobre Joonam y notó que él era único hombre en esa sala que no le había parecido gracioso el chiste. Éste continuaba en su asiento manteniendo su silencio, pero en su rostro se marcaba la inconformidad que sentía con la situación. Su ceño estaba fruncido y su quijada salida hacia adelante. Ella sabía que esa característica peculiar de su cara solo ocurría cuando estaba realmente molesto y eso la hizo sonreír. Bajó nuevamente su cabeza para ocultar la sonrisa que había aparecido en su rostro. Él era diferente a todos y por eso lo amaba. Que injusta era la vida. – Muy bien –dijo Hans retomando su discurso– con respecto al supervisor, tampoco nos tomó mucho decidir, él mismo se ofreció y a todos nos pareció la elección correcta. La votación fue unánime. Desde ahora en adelante, su supervisor de la libertad condicional será el señor Joonam Leng. Lorena elevó la cabeza de golpe al escuchar aquellas palabras. Abrió la boca por la sorpresa y volteó a mirarlo rápidamente sin salir de su asombro. Joonam se mantenía tranquilo como había estado hasta ese momento, pero ahora, en su rostro se dibujaba una sutil sonrisa. Lorena pudo notar que un brillo saltaba en sus ojos. Se preguntaba si sería alegría, diversión o algo más. Jamás había visto esa expresión en él y lo que más le desconcertaba era como su mirada se había fijado sobre Robert que ahora era quien apretaba los dientes de la rabia que sentía. Intentaba lucir calmado, pero era una tarea que le estaba costando. La rivalidad entre ambos hombres era evidente y ninguno parecía querer dejar de pelear o bajar la guardia. Un susto se apoderó del corazón de Lorena al pensar que se vendría una batalla campal y ella estaba, justo en el medio.
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