Era una mañana tranquila. Lorena permanecía en la cama sin querer levantarse. Por primera vez en su vida tenía una sensación de paz en su interior. Era difícil de explicar, solo sabía que estaba tranquila. Suspiró con calma y disfrutó de aquel instante, pues no sabía cuánto duraría.
Un golpe en la puerta la desconcertó. Ese no era día de visita en la prisión y ella no esperaba a ningún vecino o compañero de trabajo, así que no tenía ni idea de quién podía ser. Se levantó de la cama y corrió descalza por su apartamento hasta llegar a la puerta. Abrió apresurada y se encontró con la cálida sonrisa de Lily.
– ¡Hola! –saludó la chica con alegría. Cargaba varias bolsas y un enorme paquete.
– ¡Hola! ¿Qué haces aquí? ¿Qué es todo esto? –preguntó sorprendida, pero al mismo tiempo emocionada.
Lily se apresuró a entrar y le entregó la caja que cargaba en las manos. Lucía bastante sencilla a excepción del tamaño, pues era muy grande. La caja era completamente blanca sin nada que llamara la atención o si quiera le dijera de qué se trataba. Lorena la miró confundida, pero la tomó con alegría. Lily dejó todas las cosas que cargaba sobre la mesa, para luego quitarse los lentes y la chaqueta mientras se ponía cómoda esperando a que Lorena reaccionara.
– ¿Qué es esto? –preguntó confundida mientras inspeccionaba por fuera el paquete que su amiga le había entregado.
– No sé lo que tiene, así que ten cuidado –dijo riendo al tiempo que detenía la caja entre sus manos. Lorena la había comenzado a agitar de un lado para el otro intentando adivinar su contenido.
– Está bien –exclamó avergonzada. Ambas rieron.
– Es de Joonam, me pidió que te lo diera –indicó Lily con una sonrisa. Lorena abrió los ojos por la sorpresa.
– ¿Qué? ¿Có… cómo? –las palabras no le salían debido a la impresión. Lily se echó a reír.
– Bueno, le dije que usaría mi día libre para visitarte, sé que no te pregunté, lo lamento, pero pensé que no te importaría si venía –explicó avergonzada. Lorena negó con la cabeza mientras sonreía.
– No, no importa. Me alegro que hayas venido. La verdad es que necesitaba a alguien con quien pasar el rato.
– Lo sabía –aseguró orgullosa. Ambas rieron– bueno, el punto es que le dije a nuestro querido jefe que vendría a verte y me pidió… o mejor dicho, me ordenó –exclamó volteando los ojos– que te trajera esto. Antes de que preguntes, no sé lo que es –le aseguró levantando las manos con las palmas hacía afuera en señal de que era inocente.
Lorena se quedó observando la caja. Tenía una enorme sonrisa en su rostro, pero al mismo tiempo sentía nervios. Se preguntaba qué podría ser. Joonam no dejaba de sorprenderla. Siempre hacía cosas que la desconcertaban, pero eso era algo que le encantaba de él. Suspiró mirando el paquete entre sus manos, por más que lo pensaba, no se le ocurría que podía contener.
– ¡Ábrelo! –le ordenó Lily– yo también quiero saber qué es –explicó riendo.
– Ok. Ok.
Lorena estaba emocionada como una niña chiquita a quién le acababan de dar un regalo y de cierta manera, así era. Algo que la caracterizaba, era que a pesar de todo lo que había vivido, ella mantenía ese espíritu alegre e inocente como el de una pequeña niña. Colocó la caja sobre la mesa y se apresuró a quitar la cinta con la que estaba sellada. Suspiró con nervios antes de levantar la tapa y echó un vistazo dentro. Los ojos se le iluminaron al ver el contenido. Era un vestido de gala de color azul marino.
– Aww es hermoso –exclamó Lily al verlo– ¿Por qué te lo regaló?
– No lo sé –exclamó sonriendo mientras lo sacaba de la caja.
Era un vestido sin tirantes y se ajustaba tipo corsé en la parte superior. Estaba decorado con un hermoso arruchado que iba desde la parte de arriba hasta el fondo y contaba con muchos brillantes que parecían ser diamantes. Lorena no sabía si eran reales, pero no pudo evitar abrir los ojos al verlos. Eran bellísimos. Tomó el vestido entre sus manos y lo colocó sobre su pecho como intentando imaginar cómo le quedaba. Le llegaba hasta los pies, pero era suelto desde la cintura hasta abajo y tenía una abertura en una pierna que subía hasta el muslo. Tenía doble forro y el superior de ellos, era transparente, lo que le daba un efecto de mayor elegancia que la tenía maravillada.
– Debió costarle una fortuna –exclamó Lily sorprendida.
– ¿Cómo lo supo?
– ¿A qué te refieres?
– ¡El vestido! ¿Cómo supo que lo quería? –respondió emocionada.
– ¿Ya lo habías visto? –preguntó confundida.
– Sí. Sí. En tu revista.
– ¿Cuál revista? –dijo riendo, no entendía nada.
– La que estuvimos viendo el mes pasado. Esa con todos los vestidos del desfile de moda –explicó emocionada.
– Oooohhhh –Lily pareció recordar en ese momento a lo que se refería.
Ella había asistido a la famosa semana de la moda de Paris. Siempre había escuchado a los mortales hablar sobre eso, pero nunca había podido ir, hasta que un día, por casualidades del destino, un amigo de una amiga la había invitado. Había pedido permiso para ausentarse esa semana y en cuanto Joonam aceptó, se fue con su grupo de amigas a disfrutar de la ciudad del amor. Realmente la había pasado muy bien y había regresado con algunos recuerdos que consiguió en el camino. Uno de ellos era una revista especial con los vestidos que fueron galardonados como los más hermosos de la temporada.
Lorena había visto aquella revista un día que tuvo que ir al edificio blanco a una reunión con Joonam y otros miembros del personal. Ella había quedado encantada con las imágenes que Lily le mostró en secreto, no estaba permitido que ella ingresara cosas sin autorización a la prisión y menos dárselas a los reclusos, así que de cierta manera, estaba rompiendo las reglas, pero el rostro de niña ilusionada de Lorena la conmovió tanto aquel día, que no pudo decirle que no y la dejó hojear la revista a escondidas en la oficina de Joonam mientras él estaba ocupado en otro lugar.
– Dejaste la revista en su oficina –le explicó Lily.
– ¿En serio? –se sorprendió porque no sabía que había pasado con la revista– ¡oh! Si es cierto –recordó de golpe– estaba hojeándola en su oficina para que nadie me viera, pero él llegó sin aviso y me tuve que esconder. No quería que me descubriera, no tenía permiso de estar ahí.... Creí haber escapado ilesa, pero ya veo que metí la pata.
– Y mucho –respondió Lily seria– la dejaste sobre su escritorio y obviamente él la encontró. Cuando me preguntó de dónde había salido eso, no me quedó más que contarle la verdad y me regañó. Estaba muy enfadado.
– ¡Ay amiga, lo siento mucho! –exclamó avergonzada– De verdad lo lamento, no quería meterte en problemas.
– Lo sé –respondió sonriendo– no te preocupes, no es realmente tu culpa. Además, Joonam es bastante gruñón, no era la primera vez que recibía un regaño de él y estoy segura que no será la última –dijo volteando los ojos– ese hombre necesita relajarse un poco, pero hay algo que no entiendo.
– ¿Qué cosa?
– ¿Cómo supo él que ese era el vestido que querías?
– Bueno… es que en la hoja… escribí con lapicero mi nombre y le puse “mío” con muchos corazones.
Lily se echó a reír ante la confesión de su amiga. Sin duda era un encanto. Adoraba esa inocencia única que ella tenía. Lorena se disculpó una vez más por lo ocurrido y la chica le insistió que no importaba, que todo había quedado en el pasado, aunque Lorena se volvió a sentir mal cuando le preguntó por el destino de aquella revista y Lily le contó que no sabía que había pasado con ella porque Joonam no se la devolvió.
– Pensé que la había tirado a la basura –explicó tranquila– aunque él no suele hacer ese tipo de cosas –pensó por un momento– de cualquier manera, me quedé sin la revista –suspiró. Lorena volvió a disculparse con ella y Lily insistió en que no tenía importancia– ¿pero por qué te está regalando el vestido?
– No sé. Estoy tan sorprendida como tú.
– Mira, hay una tarjeta. Léela –insistió emocionada. Lorena tomó la tarjeta y procedió a leerla en voz alta.
– “Un hermoso vestido para un hermoso ángel” –los ojos de Lorena se abrieron por la sorpresa.
– AAAAAAWWWWWW –comenzó a gritar Lily de emoción– NO ME PUEDO CREER ESTO ¿QUÉ ESTÁ PASANDO? –exclamó exaltada.
– No sé –alcanzó a decir en medio de una risa nerviosa. Las dos chicas gritaban de euforia. No salían de su asombro.
– ¿En serio escribió eso? –insistió Lily conmocionada. No era el tipo de cosas que su jefe acostumbrara a hacer– No está firmada –exclamo revisando la tarjeta– pero estoy segurísima de que es su letra –confirmó estupefacta– ¡espera! Hay algo más –dijo revisando la caja. En el fondo de esta se encontraba un sobre. Lily lo tomó y se lo entregó a Lorena.
– “Disfruta de tu libertad ¡Felicidades!” –leyó despacio para luego abrir el sobre y encontrarse con una tarjeta de plástico y algunos cartones– ¿qué es esto? –preguntó confundida. Lily las tomó para revisarlas y abrió los ojos por la sorpresa.
– Es una membresía exclusiva –explicó sin poder creerlo.
– ¿De qué? –preguntó con inocencia.
– Es una cadena de ropa de dama muy famosa en el reino mortal… y también muy cara –aclaró– te está regalando una membresía para que compres lo que quieras –gritó emocionada.
Lorena no salía de su asombro, aquello era mucho más de lo que jamás hubiese esperado. No lograba procesar lo que estaba pasando, no se trataba solo del hecho que le regalara todas esas cosas sino de que no entendía por qué lo hacía.
– ¿Por qué me ha regalado todo esto? –preguntó con la cabeza revuelta por no poder entender nada.
– Yo tengo mi teoría –respondió sonriendo. Lorena la observó curiosa– verás, he sido la asistente personal de Joonam por casi 200 años, así que puedo decir que lo conozco bastante bien –afirmó con una sonrisa– y pues… desde hace mucho tiempo he tenido la sospecha que tú, señorita, eres “especial” para él –explicó con picardía.
– ¿Yo? ¿especial? –Lorena negó con la cabeza un poco asustada.
– Claro que sí… y después de este regalo, estoy casi segura que mi teoría es cierta –rió.
– ¿Él te ha dicho algo? –preguntó con el corazón acelerado.
– No. La verdad es que no. De hecho, creo que no esperaba que yo descubriera el contenido de la caja –rió– él me pidió que te la entregara, pero no me dijo que era y me pidió específicamente que te dijera que la abrieras cuando estuvieses sola –apretó los dientes recordando su error– ¡oops! –exclamó avergonzada. Ambas rieron– bueno, la culpa es de él que no le gusta hablar de sus sentimientos, me podría haber dicho la verdad, yo no tengo problemas con eso, no me importan esas cosas aunque… –suspiró pensándolo mejor– él se toma muy en serio lo de las reglas, quizás demasiado en serio… es muy correcto… así que bueno… es difícil que alguna vez diga algo sobre lo que siente por ti… quiero decir que… eres una de las prisioneras de este sitio –explicó un poco avergonzado.
– Sí. Lo sé. Créeme que lo sé –dijo algo triste.
– He visto como ambos se miran. No creas que no sé qué tú también lo quieres –exclamó juguetona. Lorena se sonrojó.
– Pero él nunca ha hecho nada que diga que le gusto –insistió con tristeza.
– Si lo ha hecho, solo que no es claro para los demás –respondió riendo. Lorena la miró sorprendida.
– ¿Qué quieres decir?
– Bueno, yo llevo mucho tiempo trabajando con él y como su asistente personal, me encargo de muchas cosas, no solo de lo que tiene que ver con la prisión, también tengo responsabilidades fuera de aquí. Digamos que me ha tocado resolver varios asuntos que entran en la categoría de “personales” –rió– así que él me tiene bastante confianza y es por eso que sí noto ese tipo de cosas, sus reacciones son sutiles y por eso pasan desapercibidas para los demás, pero yo sí me he dado cuenta de esos cambios cuando tú estás cerca –sonrió– solo que es un cabeza dura y se toma demasiado enserio todo. Nunca se relaja. Cualquiera pensaría que le hace falta una buena revolcada –soltó como si nada. Lorena la miró asombrada y unos segundos después, ambas se echaron a reír.
– ¿En serio crees que él siente algo por mí? –preguntó ilusionada.
– Sí. Aunque él no lo haya dicho… y no creo que lo vaya a hacer –aclaró suspirando con fastidio– sé que es así. Se nota demasiado en sus ojos cuando te ve. Se le iluminan cuando estás cerca –aseguró– es una lástima que no puedan estar juntos.
La sonrisa que comenzaba a aparecer en el rostro de Lorena, se borró por completo al escuchar esas palabras. Le ilusionaba pensar que su amado jefe, aquel del que había estado enamorada por 100 años, la quería. Siempre había imaginado que algún día ocurriría algo así, pero la realidad había resultado no ser tan bonita. Habían pasado un siglo separados por las reglas de aquella institución en la que ella se encontraba y cuando por fin saldría para dejar atrás todo eso, él estaba con alguien más y ella, se iba a casar. Pensó por un momento en Robert y suspiró con pesar. Que complicado era todo. Definitivamente en sus destinos no estaba el que ella y Joonam, pudiesen ser felices juntos.