QUIERO SALIR DE AQUÍ

1687 Words
Los días parecían pasar lentos después de aquella llamada. Hacía décadas que Lorena no se sentía tan destrozada. Joonam era el único hombre que había amado en su vida y aunque desde hacía tiempo se decía a sí misma que lo de ellos no era posible, el descubrir que tenía novia le había caído como un balde de agua fría. – Cariño ¿qué haces aquí? ¿no es muy tarde para ti? Lorena reaccionó al escuchar la voz de Lily. Le sonrió de vuelta en cuanto la vio entrar en la oficina. Negó con la cabeza en respuesta a lo que le preguntaba. – Se me fue el tiempo. No me di cuenta que ya había pasado la hora de salida –dijo riendo al ver su reloj– ¿Viniste a recoger los registros de esta semana? – Sí. También vengo a buscar otras carpetas que Joonam me pidió –explicó acercándose a un enorme archivador que estaba en una esquina de la oficina. Ese nombre la hizo suspirar. Lorena quería preguntarle a Lily sobre aquella “novia” que Joonam tenía, pero no sabía cómo hacerlo. A pesar de todos los años que llevaba amando a ese hombre, no le había confesado a nadie más que a su amiga Steph aquello que sentía. Pero ella ya no estaba ahí para escucharla. La extrañaba mucho. – ¿Qué ocurre cariño? –preguntó Lily en cuanto observó lo triste que se encontraba. – Nada importante… es solo que… me hace falta Steph y pues, he estado pensando en que quisiera poder verla… quisiera poder salir de aquí –exclamó suspirando con pesar. Lily la observó en silencio por un momento antes de hablar. – Quizás haya una manera. – ¿Qué quieres decir? –Lorena la miró confundida. Lily regresó a donde estaban los archivos y buscó entre las carpetas. Sacó la que necesitaba para luego regresar a donde Lorena estaba y mostrársela. Era su expediente. – He pensado varias veces en eso –le confesó– No me parece justo que estés aquí encerrada para siempre. Siento que tu castigo es un poco exagerado –Lorena la observó curiosa– Estuve leyendo los documentos en tu archivo y creo haber encontrado algo que quizás te ayude… no es seguro –aclaró en cuanto la vio sonreír– no quiero que te hagas falsas ilusiones, pero es una posibilidad que podemos intentar. Lily se tomó el tiempo en explicarle varias cláusulas que existían, estas formaban parte del reglamento que el consejo aplicaba en las prisiones, en esta decía que si un recluso cumplía con ciertos criterios de buena conducta, podía optar para una libertad condicional. Sin embargo, las posibilidades eran mínimas y usualmente esas condiciones que el consejo imponía, eran muy estrictas y difíciles de cumplir. – Pero lo puedo intentar –aseguró Lorena– No importa lo que tenga que hacer, quiero intentarlo –Lily asintió. – Muy bien. Lo primero que tenemos que hacer es buscarte un abogado, pues es él quien debe hacer la solicitud. – No conozco a ninguno –exclamó algo decepcionada. – Pues yo sí –repuso Lily con una sonrisa. Lorena la miró ilusionada– El hijo del señor King es un excelente abogado y suele tomar los casos que su padre le pide. – ¿El señor King tiene un hijo? Lily se echó a reír ante la pregunta de Lorena. El señor King, el jefe por debajo de Joonam, era bastante reservado con su vida. A pesar de ser una persona muy habladora y alegre, no tendía a relacionarse mucho con los demás. Por lo general, estaba encerrado en su oficina y Lorena solo trataba con él cuando le tocaba hacerlo por temas de trabajo. Así que para ella fue una gran sorpresa descubrir que aquel hombre obeso y extraño, estaba casado y tenía dos hijos. – Hablaré con el señor King, estoy segura que estará dispuesto a ayudarte –le aseguró Lily. Lorena se lo agradeció. Al día siguiente las cosas ya estaban acordadas. Lily llamó a Lorena para avisarle que había hablado con el señor King y este había aceptado ayudarla. Él ya había conversado con su hijo, quién había quedado en comunicarse con Lorena en los próximos días y así fue. Un par de días después, aquella llamada tan esperada llegó. – Buenas noches, ¿me comunico con la señorita Lorena Starring? –se escuchó decir a una voz grave del otro lado de la línea. – Sí, ella habla –respondió nerviosa. – Soy Robert King. Mi padre me comentó sobre su caso y quisiera acordar una pequeña reunión con usted para hablar sobre algunos puntos importantes. Lorena aceptó de inmediato. Si de algo estaba segura era que quería salir de ese lugar, así que no lo pensó dos veces para acordar lo más pronto posible aquella reunión. Dos días después se escucharon los golpes en la puerta de su apartamento anunciando la llegada de Robert King. Los ojos de Lorena brillaron en cuanto lo vio. Aquel joven no lucía nada parecido a su padre. A diferencia de él, era delgado y esbelto. De hecho, aunque vestía de traje formal, Lorena estaba segura que poseía un cuerpo definido y trabajado. Era un hombre rubio y de ojos azules. Por un momento le hizo recordar a Minying, pero al contrario de su amigo, este hombre no lucía delicado y tierno como un ángel, de hecho, daba la impresión de que era bastante masculino y rudo. Su voz tenía un tono bastante grave, lo que ayudaba a esa idea de macho alfa que a ella le encantaba. – He estado revisando su caso y creo que hay buenas posibilidades de ayudarle –explicó Robert en cuanto ambos se sentaron a hablar. La reunión fue rápida. En un par de horas el abogado había hecho todas las preguntas que requería y había acordado con ella aplicar todas las solicitudes disponibles que permitieran ayudarla a ser libre. – No importa lo que tenga que hacer –exclamó Lorena casi en súplica– Realmente quiero salir de aquí, así que estoy dispuesta a aceptar cualquier condición que me pidan. – Muy bien. Así será –acordó el hombre– su historial es impecable –le dijo con una sonrisa. El corazón de Lorena se paralizó ante aquella sonrisa. Era la más hermosa que había visto– nunca había tenido a un cliente con un registro tan… perfecto –sonrió sorprendido haciendo que Lorena también soltara una pequeña sonrisa– creo que tenemos muy buenas posibilidades. Aquella pequeña reunión hizo mucha ilusión en Lorena, quién por primera vez sentía que era posible tener una vida fuera de ahí. Los días siguientes pasaron rápido. Robert la llamaba a diario para mantenerla al tanto de las solicitudes que hacía y pronto le informó que tendrían una audiencia ante el consejo. Esa era su mejor oportunidad. Ahí podrían exponer todo el caso y si ellos aceptaban, le darían la libertad inmediata. Los nervios se apoderaban de Lorena el día de aquella audiencia. Su pierna se movía nerviosa sentada en uno de los escritorios de la sala esperando por la llegada de los miembros del consejo. – Todo saldrá bien –le susurró Lily quien estaba sentada detrás de ella. Lorena no pudo evitar sonreírle. – ¿Qué hace él aquí? –preguntó asombrada al ver llegar a Joonam. – Es el jefe de la prisión ¿Cómo crees que no iba a estar aquí? – Pensé que solo estarían los miembros del consejo. – Sí, pero él también tiene autoridad, no pueden decidir sin él –el rostro de Lorena reflejaba terror– tranquila. Él está de tu lado –le aseguró Lily con una sonrisa. Aquellas palabras hicieron saltar su corazón. Amaba a ese hombre. Los ojos azabaches de Joonam se encontraron con los de ella y en ese instante, sintió que toda la sala desapareció. Una sonrisa se dibujó en los labios de ambos mientras sus corazones se aceleraban. La alegría pareció invadir a Lorena por un momento, pero esta se esfumó tan rápido como llegó. Junto a Joonam se acercó una chica rubia y elegante. Le susurró algo en el oído que hizo que él volteara a verla sonriendo. Él le susurró algo a ella y ambos rieron. Esa escena lucía como sacada de una película romántica y a Lorena la destrozó. Tragó duro intentando contener las lágrimas. – ¿Estamos listos? –una voz masculina la sacó de su trance. Se giró encontrándose con los ojos azules de Robert quien la miraba con una sonrisa alegre. Sin darse cuenta, Lorena estaba nuevamente sonriendo. Había algo en aquel chico que evitaba que estuviese triste. – Todo saldrá bien –le prometió Robert tomando sus manos para luego regalarle un beso en el dorso de cada una de ellas. El corazón de Lorena saltó de emoción. La sensación de los labios de Robert sobre su piel le produjo un pequeño cosquilleo en el cuerpo que le encantó. Pero pronto regresó a la realidad cuando anunciaron la entrada de los miembros del consejo a la sala. Tras un pequeño protocolo, Robert se acercó al juez principal para entregarle los documentos solicitados y este los hojeó rápidamente. El ceño del anciano se frunció con confusión. Lorena, quien observaba cada movimiento de forma ansiosa, no pudo evitar sentir nervios al ver la expresión de aquel sujeto. – Señor King, ¿estos documentos son correctos? –preguntó confundido. Lorena volteó a verlo nerviosa. – Sí señor –respondió con seguridad. – No entiendo esto –exclamó el juez negando con la cabeza. Los miembros junto al juez principal se inclinaron para observar los papeles que tanta confusión causaba y tras varias discusiones entre ellos en voz baja, retomaron la conversación de la sala. – Señor King, necesito que me explique algo –continuó el anciano– ¿usted será el responsable de la señorita Starring? – Sí, señoría. – Ok, entonces, ahora dígame por qué en la solicitud que está haciendo, su declaración de parentesco con la reclusa ha sido marcada como ESPOSA.
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