—¡Hunter, tengo que salir ahora! —gritó Agnes abriendo su puerta, sin imaginar que lo encontraría desnudo, con una mano en el armario y otra en su cuello—. ¡Por Dios! ¡Cúbrete! Hunter la miró sin alterarse. Agnes se cubrió el rostro con ambas manos y le preguntó por qué estaba desnudo. —Porque es mi apartamento y mi habitación —dijo Hunter al girar hacia ella—. ¿Por qué no tocas antes de entrar? Agnes se cubrió los ojos con la mano derecha. —Esperaba que estuvieras listo. —Agnes abrió un espacio entre sus dedos y miró que continuaba desnudo—. ¿Puedes cubrirte? —No es nada que no hubieras visto. Agnes le dijo que por favor lo hiciera. Hunter se colocó la ropa interior y un pantalón. Agnes se quitó la mano de los ojos e intentó olvidar lo que vio, pero sería imposible. Fue como si lo