Para cuando llegue a mi cuarto y ese par ya no estaban, sus espacios estaban hechos un desorden así que pase al mío, de la habitación de ese hombre salí sin pantis y sin sostén, no podía quedarme hay buscando.
Me tomé un par de analgésicos vaya que me dolía el cuerpo, me di un baño, me puse algo cómodo y me tire en mi cama, dormí hasta que aparecieron mis amigas y se tiraron a mi lado.
—Andreina, amiga ¿estás bien?—Preguntó Nicolle, tratando de despertarla.
—Si estoy bien, déjenme dormir.
—Discúlpanos por dejarte sola anoche, te vimos tan entretenida con ese agradable sujeto y nuestros amigos dieron tan buenas referencias de él que no quisimos interrumpir.
—¿A qué hora bajamos del barco?—Preguntó Andreina, tratando de volver a dormir.
—Andreina, no te enojes con nosotras, te recompensaremos—dijo Melanie, pasando su mano por su espalda lo que hizo dar un salto a su amiga al sentir un dolor un poco fuerte.
—Ouch, eso dolió— dijo Andreina, mientra pensaba que no se dio cuanta de las huellas que habían quedado en su cuerpo.
Cuando me bañe no me fije que tenía varios morados por todo mi cuerpo, estaba tan emocionada recordando lo que había pasado que ni los vi.
—Andreina dinos, ¿qué te paso? Por cierto ¿ y donde amaneciste?
—Nada solo me tropecé anoche, saben como soy de torpe con esos zapatos de tacon alto, me di un par de golpes con una mesa.
—Huy amiga, pero esa mesa tenía dientes, te persiguió y te dio un par de mordiscos en la espalda.
Literalmente mis amigas me dejaron en ropa interior y descubrieron que la noche había estado bastante agitada.
—¿Te acostaste con ese chico de anoche? a ver cuéntanos, ¿cómo fue, si lo disfrutaste, qué te hizo?
Eran tantas preguntas que no sabía por dónde empezar a contestar, o mejor si ellas se callaran algún día para poder contarles.
Por fin logré que me dejaran hablar y les conté casi todo, algunas cosas preferí guardármelas, mi madre dice que al libro abierto las polillas se lo comen más ligero.
Después de aplicarme casi todo un tubo de ungüento me sentí mejor y ellas quedaron más tranquilas, era hora de alistarnos para bajar del barco.
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La busque por todos lados, espere a la salida al final de la tarde y no la vi descender con los demás pasajeros, lleve conmigo las sábanas y las fundas que usamos tenían su olor, su sudor y la prueba del acto maravilloso que había ocurrido en ese cuarto, si pudiera me llevaría el cuarto completo, también tengo como tesoro, su ropa interior, me imagino la frustración de mi pobre chica al no encontrarla, no sé cómo pudieron llegar a estar debajo de mi almohada.
—Amigo por fin te encuentro, ¿qué tal estuvo tu noche? —preguntó Mauricio esperando que su amigo le dé muchos detalles.
—Las he tenido mejores—contestó su amigo, con un poco de molestia, no quiere tocar el tema tiene otras cosas que pensár en este momento.
No quiero contarle a Guillermo lo que sucedió, no es que se malo, pero por primera vez siento que no debo compartir mi intimidad con él
—Amigo lo siento pensé que estabas contento con ese insignificante chica que estaba contigo anoche, sabía que no era tu tipo, demasiado delgada y ese color de piel tan repugnante.
Y Santiago no se aquívoca, lo mejor es no contarle nada no quiere escuchar comentarios malintencionados.
—No sabía que tenías esa clase de limitaciones mentales, veo que aún no termino de conocerte.
— No me malinterpretes, es solo que no me agradan, además mi tía adopto una chica de se color de piel y la odio, siempre tan juiciosa y esforzándose por mejorar, no supiera yo, que desean quedarse con la fortuna de mi tía.
Sin querer escuchar las quejas de su amigo, Santiago decide regresar a su casa
— Mejor vámonos, ya quiero llegar a mi casa.
Santiago no puede dar crédito a lo dicho por su amigo, es increíble que tenga esa clase de pensamientos, entiende por qué su abuelo no lo aprecia mucho.
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Las vacaciones terminaron, ha sido un mes muy emocionante, pero ya es hora de regresar al trabajo, todo parece indicar que tendremos nuevo jefe, por e-mail nos notificaron que el señor Rafael Vélez, sufrió un infarto y su nieto tomaría el cargo, espero que sea tan buen jefe como su abuelo, no pude estar en la reunión de presentación así que no tengo idea quien es, me daré prisa quiero llegar un poco antes para ver que todo esté en orden.
Al llegar al hotel se siente la tensión de un nuevo jefe, rápidamente voy a mi lugar, estoy ordenando algunos documentos, y veo a un tipo muy grosero discutir con el gerente, no entiendo por qué, si Raúl es muy amable, es un alma de dios.
El sujeto se va y Raúl de acerca a saludarme
— Hola Andreina , que bueno que estás de vuelta, verte aquí es un buen augurio, tú eres la paz y la calma en esta tormenta,
—No me digas que me extrañaste— dice Andreina entre risas.
¿Así de mal estamos?
— ya te contaré en el almuerzo—dice Raúl retornando a su lugar.
Hace una semana retorne a mis labores, todo es un caos, todos los empleados tienen algo de que quejarse y para ellos yo soy la encargada de trasmitir sus quejas a los mandos superiores, por ser la más antigua del hotel en esta sede, por lo general a los antiguos los transfieren a nuevas sedes para el entrenamiento de los contratados.
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Tuve una mañana de relajación, estar en el hotel me estresa me agota, pero debo regresar y al llegar a mi oficina me encuentro con Alfredo, mi viejo amigo, es todo lo contrario a Mauricio, ellos dos son como el ángel y el diablo que se paran en tu hombro al momento de tomar una decisión.
Es el único que sabe lo que me paso en el crucero y me ha estado ayudando en la búsqueda de esa mujer.
—Oye, cuéntame qué te pasa me sacaste de mi oficina como si de eso dependiera tu vida—dijo Alfredo saludando de mano a su buen amigo.
—Cómo te lo explico, si ni yo mismo se por donde empezar, siento que me voy a enloquecer, no entiendo nada del manejo de estos malditos hoteles, no encuentro a la mujer de la otra noche, extraño mi vida en Alemania.
—No puedo creer lo que voy a decir, pero te veo muy decaído, me preocupas y aunque no me guste lo que te voy a decir, deberías irte con Mauricio de parranda, necesitas despejar tu mente.
—Así de mal debo verme para que me des semejante consejo, pero no sé qué diablos me pasa, quiero volver a Alemania, pero también quiero estar aquí, por lo menos mientras encuentro a mi princesa, llevo un mes buscándola y nadie sabe de ella, conseguí los listados de los asistentes, pero no hay mayor información, odio este trabajo, no entiendo nada, me han entregado muchos informes, los leo, pero no logro descifrarlos.
Debo salir de aquí, me estoy volviendo loco.
—Te entiendo, tienes razón debes tomarte un respiro o no harás nada bien.
En cuanto al trabajo creo te complicas mucho la vida, busca soluciones, para entender el manejo de los hoteles te recomiendo buscar al empleado más antiguo siempre conocen cada detalle aunque no sea su área.
—Seguiré tus consejos, preguntaré quién es el empleado más antiguo para que me sirva de apoyo, tienes razón.
Pero amigo, esta noche quiero salir, busca un par de chicas, pero acompáñame, llamere a Mauricio y nos vemos más tarde.
—Si eso te hace sentir mejor me sacrificarse por ti.
Ahora te dejo tengo trabajo debo cerrar un par de negocios para poder ir de rumba con ustedes.
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Pero Andreina también está al borde de la locura, hay demasiado trabajo en el hotel, lleva horas buscando al presidente, necesita que le firme unas normas o perderán clientes muy importantes.
—Buenas tardes, señor— le dice Lorena su secretaria al regresar de su hora de almuerzo.
—Buenas tardes Lorena, tenemos algún pendiente en la tarde.
—Si señor, Andreina le ha buscado por todo el hotel, necesita que le firme unos documentos confidenciales.
—¿Y quien diablos es Andreina?
— La recepcionista principal, ella se encarga de los clientes más importantes del hotel, a nivel internacional.
—Llámala que traiga los dichosos documentos.
Odio a mi nuevo jefe y aún no lo conozco, hace una semana regresé de vacaciones y todo esta patas pa arriba, documentos sin firmar, pedidos sin hacer, facturas sin pagar, todo debe pasar por presidencia así lo manejo el señor Vélez, pero creo que a su nieto esto le quedara grande.
Mis compañeros le tienen pánico, es gritón, y degrada el trabajo de todos aquí.
Andreina tiene la cabeza vuelta un ocho, ya está cansada y justo cuando decide ir a tomarse un café suena su teléfono.
—Andreina, dónde estás? Ya está aquí el señor Velez, te mando a decir que subas los documentos.
—Por fin —dice Andreina y todos la escuchan, es hora de conocer a su jefe.
Sus compañeros hacen símbolos de cruces y le dan la bendición apenas se sube al ascensor.
—Hola Lorenita, gracias por avisarme de la llegada de tu jefe.
—Hola André, no es nada, para eso estamos, sigue te está esperando
Andreina pone su mejor cara espera que por lo menos sea agradable.
Toco la puerta y él me autoriza a seguir.
—Buenas tardes, señor, necesito que por favor me firme estos documentos, tenemos retrasadas varias contrataciones.
Pero Santiago está de espaldas a la puerta, revisando su celular, como si no hubiera nada que hacer, no se toma la molestia de contestar, así que Andreina decide soltar sobre el escritorio, el pesado paquete de papeles que hace más de tres días espera que él los firme y siempre está ocupado.
Se sobresalta con el ruido que causa el paquete, mientras Andreina observa varios montones de papeles por toda la oficina.
Se da vuelta en la silla, aun con la mirada fija en el celular y con su mano le hace señas que me siente.