IV

1534 Words
Alex Northefolks era su nombre. Era demasiado guapo para ser verdad. Tenía a la princesa completamente hipnotizada con esos ojos oscuros y esa sonrisa matadora. Por su parte, este joven mesero también encontraba atractiva a la joven mujer que había pedido que lo acompañase así que ¿cómo podría negarse? A pesar de su apariencia atractiva, Alex parecía ser bastante reservado así que a mayor parte del tiempo era Natalie quien dirigía la conversación. Resulta que Alex era el hijo del dueño de la cafetería y estaba ayudando en el servicio ya que su padre estaba de viaje y no podía dejar desatendido el negocio. No hacia hace mucho que habían inaugurado esa sucursal y no tenían muchos clientes todavía, pero esperaban que pronto comenzase a tomar vuelo. Cuando no se encontraba ayudando a su padre, trabajaba como novelista independiente y ya había publicado varios libros bajo un pseudónimo. Sus dos libros sobre la realidad de Brixtine fueron best sellers. De hecho hasta tenía un club de fans que siempre lo estaban apoyando y ya había alcanzado cierta popularidad. —Espera, espera, espera. — dijo Natalie cortando el monólogo del joven y dejando de beber su café — Entonces, ¿eres A. North? ¿El autor de “Brixtine bajo la lupa”? ¡No puedo creerlo! ¡Me encantó tu libro! Nunca habría pensado que eras tú. —Qué puedo decir, no es como si fuese por todos lados revelando mi identidad. — dijo él bromeando y dándole una cálida sonrisa a la princesa, quien sintió un flechazo directo en el corazón. —¿En serio te vestiste de indigente y viviste bajo un puente durante todo tu escrito? Debió ser extremadamente agotador. —Ni que lo diga. Hubo días en los que no conseguía ni una sola moneda para comer y terminaba en la comisaría mendigando por pan, pero gracias a todo eso logré conseguir toda la información que necesitaba. —Wow. No sé si yo podría ir a tal extremo para conseguir información. Suena extenuante. —¿No podrías? ¿En qué trabajas? — la pregunta de Alex tomó desprevenida a Natalie, por supuesto no podía decir que no trabajaba porque ella era la princesa, pero tampoco tenía una coartada disponible así que dijo lo primero que se le vino a la mente. —Oh. Eh. Bueno, trabajo en el palacio. Soy criada de la Familia Real. Alex sonrió ampliamente y sus ojos brillaron de emoción, a lo que dijo: —¿Trabajas en el palacio? Debe ser una experiencia increíble. Estar rodeado de la realeza y todo eso. Debes haber conocido a mucha gente. —Ni te imaginas, pero a veces puede ser agotador. —Tengo alguna idea… ¿y qué me dices de la Familia Vide? ¿Los conoces? —Conozco a la princesa, es todo lo que puedo decir. Natalie sabía que si seguía dándole más y más pie a este tema de conversación, eventualmente cometería algún error y podría terminar revelando su identidad. Nada de eso era conveniente para ella porque si alguien se enteraba de las escapadas que se daba con Jeremy, ambos terminarían encerrados en un calabozo hasta el fin de los tiempos. Definitivamente no podían descubrirla. —Ella debe ser increíble. — Alex con unos ojos soñadores suspiró y sonrió cautivando una vez a Natalie quien estaba perpleja perdida en su mirada — He escuchado maravillas de ella. Me gustaría conocerla algún día en persona. Natalie solo pudo sonreír de vuelta. No iba a cavar su propia tumba. El sonido de una campana pequeña la sacó de sus pensamientos y la hizo voltear hacia la puerta. Un hombre de mediana edad había ingresado con su esposo a la cafetería. Clientes. —Bienvenidos. En un momento estoy con ustedes. — Alex se levantó del asiento frente a Natalie y sacudió su delantal — Fue un gusto hablar contigo, pero debo atender a otros clientes. —Oh. Sí. Por supuesto. Entiendo. Alex le sonrió cálidamente y se dispuso a dirigirse hacia la mesa de los comensales nuevos. Natalie había quedado maravillada con el chico y hacia mucho tiempo que no sentía algo así por alguien. No podía perder su oportunidad. Respiró hondo y tomó valor para lo que iba a hacer. Terminó su café de un solo sorbo y se levantó de la mesa rápidamente dirigiéndose hacia la caja. —Puede que suene muy… impetuoso lo que voy a decir pero ¿me darías tu número? Alex abrió sus ojos oscuros de golpe pero sonrió una vez más ladeando la cabeza. Dejó a un lado el dinero de sus comensales y buscó una servilleta donde escribir. —Sabes, usualmente es el Alfa quien invita a salir al Omega. —Soy un Omega dominante, puedo hacerlo si quiero. —Me gusta eso. Alex le tendió la servilleta con una serie de números que eran de su teléfono privado y le guiñó a Natalie haciendo que ella se sonrojase ligeramente. —Quizá la próxima vez tengamos más tiempo de hablar y puedas decirme tu nombre. —Natalie. — le dijo ella devolviéndole una sonrisa — Hasta la próxima, Alex. Jeremy prácticamente se estaba quedando dormido en la mesa cercana al rincón. No bastó con su café para mantenerlo 100% alerta. Estaba super cansando por hacer guardia anoche y ahora tenía que soportar los coqueteos de Natalie con el mesero guapo que acababa de conocer. Cuando Natalie lo zarandeó para que despertase, él la miró con una mirada fulminante para luego pararse y salir del establecimiento con Natalie del brazo. Ella estaba radiante, como si le hubiesen dado una bebida energizante y un baño de burbujas luego de un día extenuante. Él era como un zombie resucitado luego de pelear en la Segunda Guerra Mundial. Polos opuestos como siempre. —¿Entonces lo invitó a salir? No debería salir con la primera persona que se le cruza en el camino. Es peligroso. —Él es una buena persona. Estoy segura de eso. ¿Acaso no lo viste? Es un novelista y ayuda a su padre como mesero ¿No es algo que las personas buenas de corazón hacen? Deberías estar más feliz por mí. —No puedo evitarlo. Es mi trabajo protegerla. ¿Por qué tiene que ponérmelo difícil, su alteza? —¿Otra vez me llamarás “su alteza”? Por favor llámame por mi nombre ¿sí? —Me temo que no será posible, su alteza. ¿Debo recalcarle que no podemos ser amigos otra vez? Natalie rodó los ojos y siguió caminando hacia la parada de taxis al lado de su sombrío guardia que no dejaba de fruncir el ceño claramente irritado. * Natalie se había desvelado intercambiando mensajes con Alex el mesero. Había descubierto que ambos tenían muchas cosas en común. En Brixtine el deporte más popular es el tiro con arco. Es mucho más popular que el fútbol, básquet o el vóley y la selección nacional participa en los Juegos Olímpicos todos los años. El tiro con arco es popular gracias a la Familia Real ya que toda la línea de los Vide eran expertos en el manejo del arco y para sentirse más cercanos a los miembros de la realeza, las personas comenzaron a practicar ese deporte. Natalie amaba el tiro con arco más que a nada. Como princesa en un país moderno pero con mucha tradición, sus obligaciones eran tener un concepto de la realidad, estudiar la historia de Brixtine a fondo y ser una buena princesa que en un futuro pueda casarse y subir al trono. Ninguna de estas cosas era algo de lo cual sacar provecho así que Natalie comenzó a practicar tiro con arco a los 15 años y se convirtió en uno de los miembros de la realeza más populares cuando fue parte de la selección nacional. Desafortunadamente esto no duró mucho porque su padre decía que los miembros reales no podían ser figuras públicas así que tuvo que salir de la selección nacional pero siguió practicando el deporte en los interiores del palacio. Por su parte, Alex era también un aficionado al tiro con arco y a pesar de que no se le daba naturalmente, daba todo de sí para competir en los concursos estatales y ganar un ingreso extra. Siempre supo que no podría ir muy lejos con el tiro con arco, pero al menos ahora era un medio de donde sacar un poco de dinero para sus publicaciones y estaba dando resultado. Así estuvieron hablando toda la noche sobre sus pasatiempos y quedaron un día para verse. Esta vez ya no en el trabajo de Alex sino que irían a una cita en un cine lo cual la hizo estar muy emocionada pues hacia muchísimo tiempo que no salía en una cita. La última cita que tuvo fue en la escuela secundaria y salió una sola vez con un Alfa que le parecía lindo, pero fue arruinado por el recién llegado guardia Jeremy. Desde entonces solo se había limitado a tener encuentros casuales con algunos Alfas y Omegas durante su celo, pero nunca nada serio. Ahora era diferente: había encontrado a alguien que le era sumamente cautivador e iba a aprovecharlo al máximo.
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