Unholy Princess [en pausa]

III

—Te ves fatal.

Fueron las primeras palabras del día que la princesa le dio a su guardia. Jeremy Vince estaba parado fuera de la habitación del hotel esperando a que su protegida terminara de atender los asuntos personales en esa pequeña habitación de hotel.

—No es como si tuviera opción. — respondió el joven guardia beta arreglando sus cabellos oscuros pues no estaba presentable a esas horas de la mañana y mucho menos luego de quedarse parado toda la noche en vigilia.

—Si estabas cansado pudiste pedir una habitación y dormir.

El joven soltó una carcajada y luego se tapó la boca al recordar donde se encontraba.

—¿Y dejarla a merced de cualquier desconocido? Es mi responsabilidad cuidarla ¿recuerda? Me pagan por eso.

—Sí, sí… andando. Vamos a desayunar.

La princesa de cabellos rubios le dio una palmadita en la espalda a su guardia, pero ese no se movió ni un centímetro y se limitó a fruncir el ceño. Confundida, Natalie preguntó que sucedía.

—Su cuello. Tiene dos chupetones en la clavícula. Se notan demasiado.

Natalie bajó la mirada y efectivamente en su clavícula había dos chupetones que el alfa con el que había pasado la noche había dejado. Ella también frunció el ceño y se acomodó mejor blusa y su cabello para ocultarlos.

—Ese idiota. Le dije que no dejara marcas… — ella murmuró para sí misma pero claramente Jeremy podía oírla.

—La próxima vez escoja mejor a sus parejas sexuales. — se limitó a decir y caminó por el pasillo hacia las escaleras.

Natalie nunca pensó que esas palabras tan osadas saldrían de la boca de su guardia personal. Quizá era porque estaba de amanecida y eso lo tenía exhausto así que lo dejó pasar por esa vez. Además, a ella le gustaba que Jeremy fue un poco osado de vez en cuando. Se conocían desde hace 7 años y nunca la ha tratado como si fuesen amigos y ella eso le molesta.

Salieron del hotel y la luz cegó lo ojos de Natalie que estaba aún un poco mareada porque su celo aún no había acabado. Jeremy metió las manos a sus bolsillos e inmediatamente sacó unos lentes de sol que tenía consigo.

—¿Cómo es que tienes lentes de sol de mujer? — le preguntó ella con una sonrisa burlona.

—Soy el mejor. Eso es todo. — respondió el fríamente y ella sonrió.

—Aww, siempre tan atento. Sin duda eres el mejor.

Jeremy esbozó una sonrisa pequeña y ambos se adentraron a las calles en busca de un lugar tranquilo donde desayunar. Usualmente no era sencillo encontrar un lugar pues la princesa no pasaba desapercibida y esto podía causarles problemas. A veces incluso tenían que desayunar super tarde, casi al mediodía, porque a esa hora había menos personas y así se evitaban el riesgo de que la reconozcan. Otra regla que tenían era que siempre tenían que rotar de lugares hasta que las personas eventualmente olviden que estuvieron ahí y no convertirse en clientes regulares donde pudieran reconocerlos fácilmente.

Jeremy sacó su celular y mientras caminaban encontró en una página de recomendaciones de restaurantes una cafetería nueva con buena reputación y sugirió ese lugar para desayunar. Como era nueva no mucha gente iba a ese lugar y como ya se estaba haciendo tarde era la oportunidad perfecta. Natalie aceptó con gusto y se pusieron a caminar en dirección a la cafetería que estaba no tan lejos del lugar. Lo mejor que se le ocurrió a Natalie para hacer conversación durante el camino fue quejarse del alfa con el que se acostó anoche, lo que puso muy incómodo al pobre guardia que no tenía de otra más que escuchar.

—Entonces le dije que se moviera más rápido, pero no me hizo caso. Creo que hasta pensé que se iba a desmayar. Últimamente los alfas no duran tanto. Es como si los mejores alfas ya estuviesen ocupados y eso me molesta demasiado. ¿No lo crees? Incluso creo que un omega masculino aguantaría más el alfa de anoche. Dios, no quisiera encontrarme con otro así.

—¡Al fin!— exclamó Jeremy rodando los ojos y suspirando.

—¿Al fin qué? ¿Al fin crees que debería acostarme con omegas también? No pensé que dirías eso. En serio me sorprendes.

—¿Qué? Dios, no. Ya llegamos a la cafetería. ¿Ves? — el señaló al establecimiento de al frente de la calle — “Cafetería Northefolk e hijos”.

—Oh. Tiene más sentido.

Aliviado de que la tortura se haya acabado, Jeremy tomó del brazo a la princesa y cruzaron la calle sin prisa. La cafetería se notaba que era nueva. Era muy hermosa, de estilo moderno pero con un toque de rústico. Natalie abrió la puerta y el sonidito de una campana llamó su atención. El típico olor a nuevo invadió el área y eso le gustó mucho a la princesa. Azulejos blancos rodeaban todo el recinto y las sillas metálicas negras entraban en contraste con el fondo. Se veía de lejos que era bastante sencillo, pero era agradable.

—¡Bienvenidos! — una voz amable detrás del mostrador les atendió — Por favor tomen asiento donde deseen, en un segundo estaré con ustedes.

La persona detrás del mostrador era probablemente el hombre más atractivo que Natalie Vide había visto en su vida. Alto, tez bronceada, dulces ojos avellanados y con una sonrisa increíblemente seductora. Su cuerpo estaba tallado por los mismos dioses y su voz amable pero masculina lo hacían super, super atractivo. Tanto que incluso a Natalie se le olvidó como caminar.

Jeremy notó que algo andaba mal con su protegida así que la tomó del brazo una vez más y la guio hasta la mesa donde él escogió para sentarse.

—Tienes la misma expresión que cuando te mostraron la mina de diamantes en Rusia. — dijo el guardia muy calmado.

—¿No lo viste? ¿Cómo puedes estar tan tranquilo? Es demasiado guapo. — Jeremy podía jurar que los ojos de Natalie comenzaron a brillar.

—Quizá.

—¿Quizá? ¡Estás ciego, hombre!

—No es mi tipo.

—Eres un beta, puedes salir con un alfa masculino también.

Jeremy frunció el ceño ante esa idea pero a Natalie no le importó.

—Ese alfa no es mi tipo y no me agrada…

El guardia guardó silencio cuando vio que aquel chico se estaba acercando con una libreta en la mano y una sonrisa cegadora. Natalie estaba muy entusiasmada y sus ojos se centraron en cómo el delantal le quedaba demasiado bien a ese pedazo de hombre tan sabroso.

—Bienvenidos, mi nombre es Alex. ¿En qué puedo ayudarlos?

Natalie aún estaba embobada con la sonrisa del muchacho así que Jeremy tomó la delantera y pidió primero.

—Para mí sería un café americano y un sándwich eggmont.

—Excelente… — el joven chasqueó la lengua, escribió la orden y en seguida miró a Natalie con sus ojos divertidos:— ¿y para la dama?

—Ah. Sí. Un cappuccino descafeinado y un sándwich de pollo.

—De acuerdo… — Alex, el mozo, escribió la orden y volvió a ofrecerles una sonrisa — En seguida traigo su pedido.

Alex se retiró y solo entonces Natalie pudo respirar con normalidad. Jeremy solo quería que el día se acabase para regresar al palacio y descansar en paz, pero pobre de él que no sabía lo que le esperaba.

—¿Viste esos brazos? — ella le susurró a su guardia — Dios, me gustaría que me tomara entre esos dos brazos voluminosos y me hiciera suya.

—No tengo que escuchar esto tan temprano por la mañana.

Cansado de escucharla hablar de cosas sexuales, Jeremy tomó sus cubiertos y se levantó de la mesa para sentarse en otra mucho más alejada aprovechando que el local estaba vacío. Natalie se quedó en shock, pero pensó que estaba bien darle su espacio, quizá si se había excedido. Mucha confianza ponía incómodo a Jeremy.

Desde la distancia, Natalie le puso una cara adorable a Jeremy para que la perdonara, pero él no iba a ceder tan fácilmente así que se volteó y le dio la espalda hasta que ella paró. Jeremy siempre era comprensivo y servicial, pero incluso él tiene un límite.

No pasaron más de diez minutos cuando el mozo de nombre Alex salió del mostrador con el pedido de Jeremy en las manos. Le tendió su orden y regresó por el pedido de la chica.

—Aquí tiene. — le dijo super amablemente — Espero disfrute su comida.

Alex se dio la vuelta, pero no pudo continuar pues la chica lo había tomado de la tela de su delantal y no lo dejaba ir. Natalie tomó valor y con una sonrisa seductora se dirigió a él:

—La cafetería no tiene clientes ahora, ¿por qué no te sientas a platicar conmigo?