Estremecida la madre de Julia en la bañera, llenando su mente de recuerdos tan tortuosos, terminó su ducha y salió de inmediato del baño.
Recogió todo y se fue a su habitación.
—Nada de esto hubiese pasado si no hubiese actuado así... —Murmuraba Julia mientras la observaba en silencio.
—¡Jazmin! —Exclamó Celestia— Iré a dormir, no me vayas a molestar, a menos que sea algo realmente importante.
—¡De acuerdo! —Exclamó Jazmín desde su habitación, pero esta fué corriendo antes, a donde su madre.— Antes que te duermas, Charly me invitó a ir al centro comercial ¿puedo ir?
—Esta bien, pero no llegues tarde. Estaré aquí
Jazmín se fue a arreglar para así irse a salir. Y Celestia a terminar de vestirse. Acercándose a los gabinetes donde guardaba su ropa íntima, notó que, algo no estaba igual...
—Que extraño. —Murmuro. Su mirada se concentraba en inspeccionar todo aquello, sentía que alguien había estado husmeando en sus cosas, ya que veía las fotos desordenadas. Terminó de vestirse y siguió buscando, habían cosas que no podían ser descubiertas así que en todos los cajones donde solo ella sabía lo que escondía, buscó.
Entre cuadernos y libretas no encontraba su libreta de desahogo, así le llamaba a esa especie de diario que ella tenía, que ahora estaba en "manos" De Julia, quien la veía y sonreía con mucha picardía, ante el desespero de su madre.
—¿Donde carajos puse esa libreta? Juro que lo puse aquí...
Caminaba buscando en todas partes, pero no encontraba la dicha libreta. A Celestia se le comenzaron a venir millones de pensamientos > soltando un quejido, se salió desesperada a seguir buscando en la habitación de Jazmín.
Para luego ir a la de Julia.
—No encontrarás nada... Pero yo, debo de encargarme de esta situación. —Susurro Julia, desapareciendo para llegar hasta donde estaba la señorita Sunny.
Apareció tan de repente en aquella pequeña casa, era mucho más pequeña que donde vivía ella, en comparación de donde vivia Julia parecía una gran casa. Esta solo tenía dos habitaciones, una pequeña sala comedor, una cocina y un solo baño.
> pensaba sin parar, hasta que comenzó a escribir en un hoja:
"Señorita Sunny, soy Julia. En estos momentos no puedo decirle donde estoy pero necesito de su ayuda para que se haga justicia. Mi madre no es como cualquiera, ella no está bien y es muy peligrosa, pero si usted me ayuda yo le diré como hacer justicia perfectamente. Por favor, dígame que contaré con usted, ya que no tengo a nadie más..."
Metió la carta debajo de la puerta principal y tocó el timbre.
—¡Ya voy!
Ella vivía sola, apesar de ser jóven aún y muy guapa, sin olvidar esa personalidad tan dulce... Pero Sunny es alguien que nunca ha querido comprometerse, por ello prefiere estar sola, ya que tampoco desea tener hijos.
—¿Quien es...? —Se agachó para recoger la Carta pero no vió a nadie y volvió a cerrar la puerta.
Con mucha curiosidad la destapó enseguida y la leyó para sí. Asombrada y a la vez confundida volvió a salir a ver si se encontraba con Julia pero... Solo consiguió una carta más.
"Para saber que esta de acuerdo, tome un vaso con agua y echelo hacia afuera. Yo entenderé eso como un sí y sabré que tendré su apoyo."
Mucho más que sorprendida, entró a casa para tomar un vaso con agua, dudó un poco en hacerlo pero vió las cartas y sentía que debía hacerlo. Caminó despacio y sin pensarlo mucho lo echó hacia el frente.
—Perfecto. —Susurro Julia.
De repente la brisa se arreció y sopló con más fuerza, volando los cabellos de la señorita Sunny y marcando así el comienzo de una lucha para desenmascarar a Celestia.
Sunny, creyendo que Julia estaba cerca la comenzó a llamar viendo hacia los lados.
—¡Julia! ¡Julia! ¿Donde estás? puedes acercarte, hablemos en mi casa.
Y tan pronto sin ver respuesta ni nada entró nuevamente a su casa. Y vió otro papel escrito por Julia.
"Tendremos que hablar solamente de esta manera, no tengo más opción. Gracias por ayudarme."
Sorprendida, volvió a asomarse por la ventana. —¿De donde provendrán estas cartas? Pero bueno... —hizo una pausa— como sea, Julia. Eres una niña buena, así que te ayudaré. Solo necesito saber cómo lo haré... Porque entiendo que tu madre es algo siniestra... —Corroboró para si misma, sin saber que Julia en realidad la estaba escuchando y escribió en otro papel y tocó la puerta.
"En mi casa, en mi habitación hay dentro de mi almohada blanca con un bordado dorado en la esquina, una bolsa con las pruebas necesarias para que sepas a lo que me refiero con mi madre... Solo debes ir a mi habitación."
Sorprendida y algo pálida Sunny se preguntaba ¿Como haría para entrar hasta la habitación de Julia con una madre tan gruñona y hostil? Jamás la dejaría pasar, ella necesitaba ingeniárse un plan que realmente le sirviera para poder entrar y tomar aquella bolsa.
De pronto, comenzó a llover fuertemente, en gotas tan finas y pequeñas pero de millones y millones, cayendo una lluvia fría que, agitaba el ambiente.
Julia al saber que ya podía contar con Sunny, se devolvió a la casa. Estaba triste, tanto que al llegar a casa y no ver a nadie, la música instrumental de la caja músical que Celestia le había dañado al lanzarla al piso, lo trajo y puso en la mesita de centro de la Sala.
De pronto empezó a sonar, Julia podía hacerlo ahora, y al menos ese era su consuelo.
Bailando y ensayando la canción de El Ogro y La Princesa, dando saltos y giros. Dejándose llevar sus brazos de aquí para allá, tan ligera parecía y mucho más con su traje de bailarina que ya se había manchado con sangre, por alguna extraña razón la herida parecía no cerrarse, y manchaba todo pero ya no le dolia.
Celestia, escuchando notas musicales tan agudas y de repente variantes... De un tono casi de cuna, salió de su habitación...
—Huele a tierra y a alcanfor... —Susurro Celestia caminando en pasos lentos por el pasillo. A medida que avanzaba escuchaba la música con mayor volumen.— ¿Que es...?
Hasta que lo vio, vió la caja músical desarmada pero que aún sonaba, extrañamente.
Julia no dejaba de bailar, sabiendo que ella se acercó debido a la música. Pero, no pensaba detenerse pues estaba inspirada.
—Mírame madre, ya que nunca fuiste a ninguna de mis presentaciones... —Susurro Julia girando sobre su pie izquierdo en punta.
Perpleja Celestia, viendo la caja músical estaba casi paralizada y no sabía que hacer. Se giró observando a todos lados y pensó que fue Jazmín.
—¿Jazmin? ¿Fuiste tú? ¿Como demonios llegó esta cosa hasta aquí? Y que suene aún...
De repente Julia desapareció. El viento hizo abrir una de las ventanas y la lluvia mojó un poco hasta que Celestia sobresaltada se acercó para cerrarla. Sus pulsaciones aumentaban a medida que pasaban los minutos.
—Necesito mis medicinas... —Agregó en tono bajo.
De pronto intento acercarse a la caja músical pero, algo dentro de ella le impedía seguir y tomarla.
Julia se acercó mucho más a ella, y pasó su mano por el cabello y parte del rostro de ella. Y se detuvo cuando, esta sintiendo un frío extraño en su rostro, se tocó el rostro y dijo son más. —Esa maldita Julia... Menos mal me deshice de ella.
Julia abrió sus ojos exageradamente y se echó hacia atrás y con tantos sentimientos encontrados, la caja músical empezó a sonar más fuerte, su volumen se disparó y Celestia al acercarse para apagarlo, explotó. Hizo un corto circuito.
Y como si fuese poco los relámpagos aumentaron, llenando a Celestia de una pizca de miedo.
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¡Hola, lectores! La verdad se me ha sido un poco difícil escribir esta novela, necesito mucha concentración para describir cada detalle. Esta novela es un tanto peculiar y se necesita estar atento a todo, para desenlazar cosas que están ocultas y pueden descifrar misterios.
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