Capítulo 11

1922 Words
La madre Celestia asombra sus ojos, fingiendo perfectamente que no sabe nada y que le parece extraño que no estuviese. —Toda su ropa está en su armario pero ella no está... —Repuso Jazmín muy seria. —Probablemente salió a donde alguna amiga... Jazmín soltó unas carcajadas. —¿Amiga? Julia no tiene amigas, y lo sabes madre. —Pues, ya aparecerá, quizá fue a caminar ¿por qué te preocupa Julia tan de repente? ¿La extrañas? —Ella comenzó a reírse sarcásticamente. Jazmín le volteó los ojos. —Solo preguntaba... Me parece muy extraño porque sabes que ella no sale, solo va a sus clases. —Ya aparecerá, seguro aprovechó nuestra ausencia para hacer y deshacer. —Ella se volvió a reír tan maliciosamente, sabiendo que Julia estaba muerta.— Ay, —dió un bostezo— iré a ducharme. Se fué a su habitación y al entrar, notó que algo estaba extraño... —Que raro... ¿Por qué se siente diferente? Sin darle mucha importancia siguió y se despojó de sus ropas para ir a la bañanera. Se envolvió con el paño de baño y justo cuando iba a salir de la habitación, la radio comenzó a sonar por su cuenta. Celestia volteó sobresaltada. —¿Que suena? Miró en dirección de donde venía la música instrumental que salía de la radio. De pronto la música dejó de sonar y el locutor anunció la hora: —Y cuando son las 9:00... Entonces Celestia la apagó de inmediato. —¿Como esta cosa se encendió sola? Debe ser el tiempo sin uso que ya está echándose a perder... —Murmuro para si, creyendo que estaba sola. Julia la veía fijamente. > Celestia veía a sus alrededores para cerciorarse de que todo estuviese en orden y se fué a duchar. Mientras lo hacía, recordó a su esposo Derian, y entre lágrimas comenzó a hablar en su soliloquio. —Derian... Me haces tanta falta —ella comenzó a sorniar su nariz— porque es difícil estar sola, es difícil seguir viviendo sin mi hombre perfecto. Te extraño amor mio... Tus ojos, tus cabellos, tu piel, tus dientes, tus dedos y tu voz, tu manera de ser y pensar, tan justo, tan empático... Tan perfectamente perfecto que deseaba tenerte y ahora la vida es tan injusta porque te quita de mi lado ¡Después de todo lo que hice por tenerte! —golpeó el agua con su palma de la mano. Julia recostada de la puerta escuchaba todo lo que su madre decía... De pronto, como la puerta de la ducha estaba húmeda, Julia con su dedo comenzó a escribir "Enrique" Y después sopló, cuando ella volteó a ver, quería escucharla decir algo de él, pero sólo... Celestia al mirar la puerta y aquel nombre que se formó inesperadamente y luego desapareció por más humedad... Expandió sus ojos y se echó hacía atrás. Sacudió su mente y sus pensamientos. —Debo estar loca, necesito la medicina... —Recogió agua con sus manos y la echó en su rostro. —Ese bastardo sucio... Aún recuerdo y... —Celestia pasó su manos por sus brazos como cubriendose. -Flashback- Estaba celestia mucho más joven, con unos 20 años de edad cuando se casó con Enrique, su primer esposo el cual la manipulaba siempre, tanto que hacía con ella lo que quisiera. Celestia se casó con él porque era la única forma en que el padre de Enrique, un cirujano que hacía casi milagros, pudo salvar a la madre de Celestia... En una delicada operación del corazón. Ya que el cirujano solo no hacía más que insinuar que ella sería perfecta esposa para Enrique su hijo, y este mucho más que deseoso, también queria casarse con Celestia, pues siendo tan joven y algo ingenua e inocente sería perfecta esposa sumisa. Ella viéndose entre la espada y la pared, acorralada y sin más opciones accedió a casarse con él. Todo fué rápido al igual que la operación (siendo muy riesgosa) salió todo rápido y en orden. La madre de Celestia pudo salvarse, pero ella apenas entraba al comienzo de su infierno. El primer día viviendo juntos, casi que la obligó a estar con ella. —Celestia ¿Que haces? —La voz de Enrique era rígida y fuerte. —Voy a dormir... Ya es tarde. El comenzó a reírse como si fuese un chiste. —Ay, que ingenua. Pero no, aún no vamos a dormir. El comenzó a quitarse la ropa, mientras la veía fijamente con la lujuria a flor de piel. —¿Que haces, Enrique? —Su voz salía débil. —Quítate la ropa, quiero verte. Ella guardaba silencio, no sabía qué hacer. Nunca antes habia estado con un hombre, y está situación le daba miedo, viendo a Enrique, de piel tan pálida y siendo este con mucha experiencia... Eso a ella le asustaba, le asustaba lo que pudiese pasar. —Enrique, mejor después. No me siento lista... Yo... —Shss —puso su dedo en los labios de ella— quitate la ropa, todo pasará sin que hagas nada. Ella algo temblorosa, subió sus manos a su camisa de pijama desabrochando cada botón con lentitud, dudosa y con miedo, mientras el hombre de al frente con una mirada maliciosa la veía casi sin parpadear, de arriba abajo. Se quitó la camisa, luego bajó su pantalón, quedando en ropa interior. —Continúa. —Agregó Enrique. —Tengo miedo... —Corroboró. El volteó los ojos, y desesperado se acercó a ella. La volteó bruscamente y quitó el sujetador seguido de la braga. —Te enseñare que no da miedo. Celestia no quería, cada cosa que me hacía Enrique le parecía un castigo. Incluso estaba derramando lágrimas en pleno acto. El era el único en disfrutar de aquello. Mientras ella solo sufría, le parecía doloroso pues la forma tan brusca en que el lo hacía la maltrataba, hasta hacerla sangrar. —Me duele mucho, Enrique. Ya basta. —No te quejes, Celestia. Es solo que no estás acostumbrada... Quédate quieta. Ella sin poder hacer más, se dejó dominar por el hombre que estaba encima de ella poseyendola sin ningún remordimiento. Al acabar el se quedó dormido, como si hubiese saciado su deseo, sin importarle ni un poco a ella. Desde ese momento, Celestia se volvió más callada y solo hacía lo que él decía, y mucho más cuando éste le levantaba la mano para golpearla cuando ella no quería hacer lo que él quería. —¡Cuantas veces te voy a repetir que no me gustan los huevos muy blandos y con poca sal! —Exclamó furioso haciendo rodar el plato en la mesa de madera. —¡No sé cómo hacerlos a tu gusto! —Gritó Celestia ya cansada, con una semana de embarazo. Este molesto al ser gritado por su esposa, furioso y prepotente se acercó a ella y le dio una bofetada con el dorso de su mano. Casi como un golpe más que una bofetada. —¡No te atrevas a gritarme! —¡Ya basta! —Grito con miedo y desesperada cubriendo su rostro. Este la sacudió por los hombros, y luego la empujó y ella se dejó caer al suelo para ponerse en posición fetal, cubriéndose y atemorizada. Enrique la vió y quiso desquitarse, sufriendo este de ira... Nadie podía controlarlo. Pateó a Celestia y ella no dejaba de llorar, adolorida fuertemente... Hasta que Enrique se aquietó. —Parate y limpia este desastre... Me iré a comer a fuera. Desde ese momento, el dolor fue aumentando, al ir al hospital pues no soportaba más, a veces sangraba... El doctor le dijo que había perdido al bebé. Ella lloró amargamente, y al avisarle a Enrique, le reclamó son importarle que el podría lastimarla. —¡Por tu culpa perdí el bebé, me golpeaste y mataste al bebé! —Dijo con la voz quebrada. —¿Que? —Repuso frunciendo el entrecejo— ¡Yo no lo mate! Tu fuiste, no me culpes por tus locuras. —¿Olvidaste que me tiraste al piso para patearme? —Entre la voz quebrada agregó— perdí a mi bebé... —¡Mira, Celestia! ¡La única culpable eres tú! Y solo para molestarla comenzaba a apuntarla con el dedo empujandola repetidamente. —¡Dejame en paz! —Ella se quejaba. —No, no. ¡Entiende que ahora eres mi esposa y tienes que escucharme a mi! ¿Que clase de educación te dieron? Seguro ninguna... Eres tan mediocre y estupida. —Repetía continuamente la última palabra, quizá para provocarla y luego lanzarle un puñetazo en el pómulo. Celestia vivia un infierno... Ella intento tomar un cuchillo para defenderse mientras le gritaba que se detuviera. Pero él, riéndose ante su acción de defensa, se acercó y le quitó el cuchillo, dándole la vuelvo le gritó al oído que era una mujer idiota. Entre gritos e insultos, le jalaba los cabellos con fuerza, luego como si fuera un total desquiciado le quitaba la ropa. —¡Dejame, sueltame, enfermo! —Su rostro estaba hinchado. —Haz lo que te digo, o prefieres que te golpee. —La tomaba de la mandíbula con fuerza y luego la tiraba. Ella sólo lloraba y lloraba, no tenía más opciones. Luego con los días... Intento envenenarlo, causando una intoxicación que fue atendida al instante... Celestia solo se quedó en casa, estaba aterrada. Quería huir pero no tenía a dónde. De pronto, del Hospital le informaron que Enrique había también contraído un virus, una enfermedad contagiosa. Por ende, debían tener mucho más cuidado al momento de tratarlo. Así mucho menos iría; ella pensaba que el sospecharia que fue ella quien lo intoxicó por eso mucho más le aferraba. Quien iba era la madre de Enrique a visitarlo y atenderlo, y era quien recibía las cartas que el le escribía a Celestia. Donde decían muchas atrocidades... Una locura total. Celestia se había enfermado de los nervios siendo tan joven, el asma le aumentó y no tuvo más remedio que ir al médico y después de órdenes estrictas y ansiedades creó una especie de adiccion al tratamiento que poco a poco creó una serie de efectos secundarios que involucraban: agitaciones, comportamiento agresivo u hostilidad, ansiedad, depresión, desorientación, trastornos de la atención, trastornos del sueño, alucinaciones, insomnio, irritabilidad, inquietud, sonambulismo, pensamientos y comportamientos suicidas, y temblores. Algunas veces Celestia intento suicidarse, pero Derian una vez lo impidió y la otra simplemente no causó la sobredosis que ella buscaba y sobrevivió. Luego de fijarse en Derian, se dió cuenta que era perfecto, todo un hombre diferente a como era Enrique. Pero, su mejor amiga estaba enamorada de él y el sentía cosas por ella ya que la buscaba mucho. Pero, Celestia decía estar "enamorada" Cuando en realidad ese amor... Se convirtió en una obsesión donde por tenerlo, llegó al punto de matar a su mejor amiga... —¡Bianca! Sabes que te había dicho cuanto me gusta Derian, ¿por qué te aferras a el? —Él también gusta de mí, y a mí me gusta, Celestia... Entiendeme, no es mi intención. Siempre él me gutsto. Celestia estaba molesta y la tomó del cuello. —No, el es y será mio, así tenga que quitarte de mi camino. —Celestia, sueltame. No está bien esto... Por favor. Y en eso, le dió una puñalada en el costado y luego lo pasó en su cuello de manera inmediata. Celestia se había vuelto más desquiciada... Y lo disfrazó muy bien. -Fin del flashback-
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