Capítulo 1
Aún recuerdo el aroma de mi padre cuando me daba aquellos abrazos cálidos y confortables cuando terminaba mis clases de ballet con la señorita Sunny. Era algo entre menta, el sol que siempre le caía de los mediodías —que a veces era muy fuerte— y su perfume francés que solía comprar cuando iba a viajes de negocios.
Aquella sonrisa que se formaba cuando apenas me veía salir me llenaba de todo el amor que necesitaba para querer seguir viviendo indefinidamente.
Ese día aún quedó grabado en mi memoria, y como si fuese fijado como un recordatorio perpetuo, todas las noches venía a mi mente, aquel día en que nos despedimos creyendo que volvería para enseñarle mis nuevos pasos juntos. Pero, no fue así…
- Flashback -
—¿Qué tal te ha ido hoy en tu clase de hoy, mi brillarina? —Me preguntaba, abrazándome fuertemente y poniéndole interés, a pesar de estar lleno de preocupaciones y deudas que debía pagar. Agradecía que fuese tan atento y nunca olvidara aquellos detalles de mí.
Me llamaba brillarina porque decía que yo era brillante y una excelente bailarina, entonces hizo esa combinación de palabras para crear lo que se convirtió en un apodo de cariño fraternal.
—¡Muy bien, como siempre! Esta vez la señorita Sunny nos enseñó un truco para poder dar los saltos más estilizados y lucir más natural al momento de hacer los Arabesque. —Le comentaba emocionada mientras iba tomada de su mano.
—¿Los Ara... Qué? —Preguntaba sonriente, sin entender mi lenguaje de bailarina.
Yo muy paciente, le explicaba de qué se trataba, incluso le hacía la demostración sujetándome del auto.
—Eres toda una brillarina, espectacular. —Decía al tiempo que me aplaudía.
Satisfecha de solo ser observada por el hombre, y probablemente la única persona que me amaba, era suficiente para mí y para completar mi día. ¿Y por qué decía que era la única persona que me amaba? Pues, por el simple hecho de que así lo sentía.
Todo ser humano puede darse cuenta cuando alguien realmente lo quiere y cuando alguien no lo quiere, a menos que el capricho o solo el afán de verse en una irrealidad los haga percibir una ilusión. Pero, yo si notaba como mi madre era tan indiferente, tan osada y a veces algo hipócrita conmigo.
Siempre sentí ese rechazo de parte de ella, pero disimulaba con papá.
Yo le comenté a él todo lo que sentía, confiaba en él más que a nadie, pero siempre decía que: —Ese es su manera de dar cariño, brillarina. Cada persona ama de una manera diferente. —. Pero, yo no estaba muy de acuerdo con esa hipótesis de papá; sin embargo, traté de creer que así era, para poder tolerar su manera de tratarme que a veces dolía, dolía, tanto que llegué a pensar >.
Íbamos en el auto, yo con la ventana abajo porque prefería sentir el viento fresco y soltarme la coleta para que mis cabellos volarán en el aire.
Al llegar a casa solía recibir caras disgustadas o regaños por parte de mi madre cuando me veía despeinada. Pero, aprendí a peinarme antes que ella pudiera verme.
Ella nos recibió con la merienda, había preparado el postre favorito de papá, pastel de arroz de Bilbao.
—Gracias, amor. Qué grata sorpresa. Pero, lamentablemente, tendré que comerlo en el camino porque debo irme justo ahora, John V. espera por mí.
Era otro negocio de papá, pero según él volvería en la noche… Para irse otra vez en la mañana y duraría una semana afuera, por lo que debía aprovechar, estar despierta para esperarlo y poder mostrarle lo que he avanzado en la escuela de ballet.
Antes que se fuera le di un abrazo y un beso en su cachete. —No vayas a tardar, te veo en la noche para hacerte una presentación especial. —Le hice un guiño.
—Ay Julia, aburres a papá con ese baile tuyo. —Agregaba Jazmín, mi hermana mayor, la consentida de mi madre, la que sentía que era más amada por mamá.
A veces le tenía ciertos celos a Jazmín porque tanto mamá como papá le daban el amor necesario, mientras que yo solo podía sentir el de mi padre.
—Ya Jazmín, no digas esas cosas. Pórtense bien y les traeré a ambas un regalo. —Papá cada vez que salía a uno de sus negocios nos traía algo, desde lo más mínimo como una pequeña flor o una piedra, hasta lo más grande como una mascota, unas bicicletas, etcétera.
El mejor padre del mundo, sin duda alguna.
Nos despedimos, y en ese momento me preparaba mentalmente para recibir toda la atención por parte de mi madre, y no una atención cómoda, sino una donde parecía solo darse cuenta de todo lo malo.
—¡Julia! Espero que no hayas llenado a tu papá con tus habladurías molestas que hacen que estresen a cualquiera. Me dijo que le dolía la cabeza… Estoy segura de que fue por ti. Debería darte vergüenza, ¿y dices querer a tu padre?
El dolor de cabeza apareció, pero en mí, al escuchar todo aquello que me señalaba. —No lo moleste, él era quién me hacía preguntas referentes a mis clases… —Atribuí en voz baja.
—Claro, todo el tiempo te haces la inocente. No sé de donde aprendes esas conductas tan malcriadas… —Me tomó del brazo fuertemente, llevándome al lavandero.— Mira todo ese desastre de ropa que tienes, me haces el favor y limpias todo eso.
—Pero, eso no es mío… Eso es de Jazmín.
Mi mamá me soltó bruscamente y volteó a ver a Jazmín. —¿Eso es tuyo, Jazmín?
Ella asintió riéndose.
—Bueno, pero de todas formas limpiarás eso de castigo por molestar a tu padre. El que se encarga de mantener esta familia… ¡Debes ser más consciente! El se esfuerza trabajando para pagar tu escuelita de baile…
—Ballet. —Corregí inevitablemente y eso fue un gran error.
Ella se enfureció y comenzó a discutir conmigo por tonterías. No podía defenderme porque sería peor, así que solo la ignoré imaginando que toda aquella ropa que lavaba eran personitas a las cuales les ponía nombres referentes a sus colores o diseños y telas.
La voz de mi madre de pronto era ya lejana, como un murmullo, hasta que sin darme cuenta ya no se escuchaba más. Y me adapté a este método casi siempre, para poder terminar cuanto antes.
Luego que acabé de lavar todo, me fui a mi habitación a dormir un rato para así estar despierta en la noche para recibir a papá con algo de energía. Al caer la noche, eran como las 9, ya habíamos cenado hace rato y desde mi habitación escuchaba aún los pasos de mamá esperando a mi padre también.
Jazmín era la más apática, ella se había dormido.
Pasaron las horas y dejé de escuchar los ruidos que hacía mamá, ya eran las 12… Estaba luchando en no dormirme, incluso practiqué la presentación que le haría a papá.
Pero, no aguanté más y salí, sin importar que mi madre me diera otro regaño más. Aun así cuando salí, ella estaba en el teléfono.
—¿Sí? Claro, soy su esposa, Celestia Bells... ¿Pasa algo?
No entendía de qué se trataba aquella llamada, hasta que miré la reacción de mi madre al tumbarse al piso por lo que había dicho aquella voz en el teléfono.
Mi padre había tenido un accidente automovilístico cuando venía de regreso y perdió la vida.
Corrí hasta donde ella, tenía la mirada perdida. Parecía estar en shock, no me reconocía ni tampoco me respondía. Le hablé hasta que me diera una noticia, y fue cuando comenzó a llorar descontroladamente.
Escuchar aquella noticia fue haberme golpeado el corazón, no entendía, mi mente no podía entenderlo, no podía tan solo imaginar a mi padre muerto. Entonces, tomé nuevamente el teléfono que por fortuna estaba aún en línea aquella voz que informó. Le pregunté donde estaba, que cuál era la dirección y lo anoté inmediatamente.
—¡Esta es la dirección! Vamos a ir, seguro debe estar vivo, solo qué herido, pero muerto no, la gente exagera a veces. Vamos mamá, levántate.
Hice que ella se levantara y nos fuimos directamente, ella y yo solas, en un taxi. Pero, al llegar al hospital, la tragedia inundó nuestras vidas…
Mi padre había muerto verdaderamente.
Así como también mis ganas de seguir viviendo…
Mi madre en crisis comenzó a reprocharme y a echarme la culpa de la muerte de él, cosa que me hacía doler más, y cuando sucedía no podía ignorarlo como solía hacer imaginando cosas… Era tanta la conmoción que mi vista se oscurecía y caía desmayada al suelo.
Ella pensaba que se trataba de un drama mío, Jazmín era quien me estremecía, y me hacía reaccionar nuevamente. Me llevaron al médico y notificaron que debía de tener unas terapias con un psicólogo, pero mi mamá dijo que era innecesario, que solo debía reposar en casa unas semanas sin ir al ballet. Ella dejó de reclamarme la muerte de mi padre, pero aún estaba en shock…
Y sentía que aún podía llegar y entrar a mi habitación. A veces, dormida, me despertaba y podía verlo hablarme y comenzaba a bailar en mi habitación para mostrarle aquella presentación que nunca pude hacerle.
Mi mamá me veía a escondidas, ella creía que yo estaba loca y me trataba mucho más así.
-Fin del flashback-
Desde aquella noche en la que él se fue sin llevarme con él, mi corazón se volvió trizas, y ya no sentía ganas de sonreír por nada.
De vez en cuando en las noches me parecía ver a papá, y entonces me levantaba de mi cama para hacerle una presentación de ballet solo para él. También, le escribía en mi diario cartas como si él me estuviese leyendo.
Pero, con el tiempo, mi madre se volvió más obstinada, más gruñona y molesta. Discutía por lo mínimo, pero solo conmigo. Nadie podía defenderme, y muchas veces tuve que tragarme los gritos ante sus maltratos por equivocarme o no hacer las cosas a su manera, pero este problema solo era conmigo… Jazmín vivía tranquila, y solo me veía sonriendo descaradamente, sabiendo que estaba en la palma de la mano de su mamá.
Porque ya no sentía a mi madre como tal… Sino como una desconocida que estaba encargada obligatoriamente de mí.