Capítulo 4

1756 Words
Jazmín se fue rápido a la habitación de mamá. —Mamá. —Mencionó. —¿Si Jazmín? —Dijo con cierto fastidio. —Creo que Julia no está del todo bien… —Agregó algo titubeante. —Claro que no lo está, ¡porque está siendo una rebelde completamente! —Contestó con molestia. Jazmín resopló. —No me refería a eso… Ella está actuando muy raro, a veces me da risa, pero, en otras ocasiones, me da miedo… —Concluyó. —¿Miedo? —ella soltó unas carcajadas— No seas ridícula Jazmín, no pareces hija mía. Ella solo quiere molestarte, no le prestes atención… Y déjala que haga la cena, no la interrumpas. En eso ella solo asintió y salió yendo a su habitación. Yo quedé haciendo unos hotcakes porque era lo que más amaba cocinar y más fácil de hacer. Fue con papa con quién aprendí a hacerlos. «Espero que les guste esta cena a las mujeres exigentes» Por pequeños, muy pequeños momentos pasaba por mi mente el querer envenenarlas y así no me harían daño, pero sería volverme como ellas, sería estar a su nivel y yo no soy así. Mi papá me enseñó a respetar a todo ser humano, independientemente de como sean, todos somos humanos y erramos, nadie es perfecto. Así que, solo debía soportar hasta el final, de igual forma es solo mi mamá y una hermana, ¿no? Puede que sean así conmigo porque como dijo mi papá: “Es su forma de amar…”. Pero, su forma de amar duele. Serví los hotcakes con miel, y jugó de naranja. Fui y las llamé. Toqué la puerta y llamé a mamá. —La comida esta lista, puede venir a comer. —¡Ya era hora! —la escuché decir. Fui a la mesa y me senté a comer, ellas aparecieron y se sentaron. Jazmín ni me miraba, y estaban muy calladas las dos. Terminé de comer antes que ellas, y al levantarme mamá rompió el silencio. —Julia. Me detuve en seco. Justo detrás de mamá estaba papá mirándome, mis pupilas se expandieron y di un paso hacia atrás. —Jazmín dice que estás actuando de forma extraña, y acabo de darme cuenta de ello. —Parecía que estaba sosteniendo la sonrisa. Papá me sonreía, claro, que solo podía ver una sonrisa desgastada y tortuosa, el resto de su cara era sombra oscura y me hacía señas como preguntándome si estaba rica la comida. Jazmín me miro y trató de ver lo que yo estaba viendo. Y mamá se dio cuenta. —¿Me estás escuchando, Julia? Volví mi mirada a ella, y volteé a ver a Jazmín, ¿podrá ver a papá igual que yo? —¡Julia! —Alzó la voz mamá para llamarme la atención. —Dígame. —Papá desapareció y volvió aparecer al lado de Jazmín, quien me veía fijamente, igual que mamá. Mis vellos se erizaron, y mi corazón se aceleró. —¿Mamá... Acaso no? —Tartamudee. —¿Qué dices? Habla claramente, no como tonta. —¿No puedes mirarlo? —señalé a papá, ambas voltearon a ver, pero lamentablemente no vieron nada, no podían verlo, solo yo. Papá me hizo seña con su dedo sobre su boca que guardara silencio. —¿Mirar qué Julia? —mamá puso su tenedor en la mesa con fuerza y molestia.— Definitivamente tenías razón Jazmín, tu hermana está loca. ¡Ve a lavar los utensilios, Julia! A ver si ocupas tu mente demente. Se levantó y Jazmín de igual modo bruscamente. —No, yo lavaré los utensilios. Quiero hacerlo. Sorprendida y notoriamente mamá igual, miramos a Jazmín con intriga. —¿Y ese cambio? Tú que eres tan perezosa… —Agregó mamá. —Solo quiero hacerlo. —Como sea. Entonces Julia, vete a tu habitación y sin molestar o causar estragos, por favor. —Lo decía como si yo fuese una mala conducta, cuando apenas hablo y hago lo que ella siempre me dice. Dando unos pasos se detuvo en seco y volvió a mirarme, yo iba detrás de ella. —¿No se deberá esa extraña conducta a tu obsesión con el baile? —Su tono fue tan malicioso que me causó terror escuchar lo que podría seguir diciendo. —¿Qué? —Repetí insegura. —Mejor que te portes bien, o tendré que tomar medidas drásticas. Y sabes a lo que me refiero. —Recalcó señalándome con su dedo. Se volteó y entró a su habitación, y yo me fui a la mía, cansada de seguir cada día con tantos miedos, con tantas acusaciones, regaños y —¡Ah! Quisiera no vivir esta vida. —Dije frustrada, con un nudo en la garganta, tirándome a la cama. Luego de unos veinte minutos, tal vez, saqué mi cuaderno donde tengo cartas para papá. “Papi, te extraño muchísimo. No entiendo por qué solo yo puedo verte, y las demás no. Me duele tanto tu partida, a veces me molesto contigo por haberme dejado sola, me siento tan vacía y quiero refugiarme en el ballet, así como dijo la señorita Sunny… Pero, tengo miedo que mi mamá me lo impida, dice que me estoy volviendo loca, pero no me siento loca, me siento ahogada, me siento sin fuerzas para querer seguir ¿Tú podrías dármelas? Por cierto, espero que estés bien porque siento que te duele el cuerpo, aunque disimules, siento que estás adolorido. Mañana iré a clases, me gustaría que me esperes fuera, así podríamos irnos juntos. Te adoro, con amor, tu brillarina”. Guardé mi cuaderno y me fui a cepillar los dientes, para dormirme. Cerré mis ojos, y no tardé que quedarme dormida profundamente. De repente una silueta como de una mujer invadió mi espacio, se veía como si ocultara algo, su aura era tan pesada e incómoda que podía hacerme sentir mal solo con su presencia, a medida que se acercaba más a mí mi cuerpo comenzaba a temblar y no podía controlarme. —¿Mamá? —Pregunté, enfocando mi visita, pues no lograba distinguir, pero parecía mi mamá. Ella no contestaba. Solo hizo un gesto con la mano, susurrando: —Shss. No quería que diera otro paso más a mí, me aterraba en gran manera. —¿Qué quieres? —Apenas pude decir. —Bailarina de papel. —Dijo aquella mujer. —No, yo no soy… —¡Bailarina de papel! —Repitió en un grito, uno tan fuerte que me hizo gritar atormentada. —¡Aléjate! ¡Aléjate! —Solté gritos agudos, apretando los ojos y apretando las sabanas. Ella se lanzó encima de mí y solo vi su boca roja, con dientes de oro, pero desprendía un olor desagradable y causaba más terror en mí. No dejaba de gritar hasta que abrí los ojos y mi respiración estaba honda y agitada. Me calmé cuando me di cuenta de que solo se trataba de una pesadilla. Me toqué el corazón y estaba que retumbaba. —Rayos… Qué miedo, qué fea fue. —¿Quién? Una voz repentina me preguntó a mi lado cerca del oído, haciéndome sobresaltar. Miré y se trataba del mismo cuerpo de papá. Resople ya cansada, eran las 3 de la mañana… —He tenido una pesadilla. —Dije cuestionándome si realmente estaba papá o era mi imaginación, me sentía confundida. Trague grueso y sentía punzadas en la cabeza. —¿Qué clase de pesadilla? —Preguntó, y yo seguía sin saber por qué no podía acercarme o mirar su rostro. —Una muy desagradable… Había una mujer que quería hacerme daño, se acercaba lentamente, pero no podía verla, estaba oscuro todo de ella, solo veía su silueta. En eso me dijo algo que me dio más dolor, me hizo querer llorar y gritar. —¿Qué fue aquello que te hizo sentir tan mal, cariño? —Inclinaba su rostro para verme como si tuviese vista, porque no se veían ojos. —Ella dijo "Bailarina de papel". Recordé cuando mi mamá junto a Jazmín se burlaron de mí diciendo aquel detestable apodo que me hacía sentir fatal. —Eso es muy grosero, muy humillante y no es para menos que te sintieras mal. Asentí, entonces voltee de un lado y expandí mis ojos cuando en el espejo solo yo me reflejaba. Detuve mi respiración y volteé a ver a “papá”. —Creo que eso me afectó. —Murmure, poniéndome de pie, y confirmando que realmente él no se reflejaba en el espejo. Miré mis manos y se veían reales, las acerqué para ver mis venas y era muy real. —¿Pasa algo, cariño? —Me miró de un lado. —Eh, no, no. —Titubee— No sé. —Dije sacudiendo mi cabeza.— Iré por agua. Fui a la cocina, mirando a los alrededores, como si alguien me estuviese mirando. Saqué de la nevera el agua y me serví. Mientras bebía escuché unos sollozos, provenían del pasillo. Seguí cautelosamente los sollozos, y provenía de la habitación de mi mamá. —No sé por qué tengo que vivir esta vida, me siento miserable y más desde que Derian me abandonó… —Pegué mi oído a la puerta— todo por culpa de la niña esa, esa Julia tan desagradable. Todo lo hice por él, todo se lo di hasta a la Julia se la di. La escuché tomar algo… Ella lloraba descontroladamente y no entendía que tenía que ver yo en eso, ¿a qué se refería? Mi mente divagaba hasta una mano en mi hombro me sobresalto, pestañee lento y Jazmín me sorprendió. —¿Por qué husmeas en la habitación de mi mamá? —Dijo alzando las cejas, frunciendo el entrecejo y de brazos cruzados, imponiendo carácter. —La escuché llorar. ¿Sabes qué le pasa? —Señale la puerta. Ella se sorprendió y acercó su oído a la puerta. En eso ambas escuchamos los pasos que se acercaban a la puerta y nos quitamos de inmediato, solo que al meterme a mi habitación ella pudo ver mi cabello volar. —¡Sal ahora mismo! —Grito temblorosa, tratando de sonar molesta. No sabía si salir o quedarme, estaba asustadísima y mi corazón estaba acelerado. «¿Qué hago?» Papá apareció junto a mí. —Cariño, hazle caso a tu mamá. —Me dijo sonando tranquilo para que yo me animara a salir. —¡Cuento tres y te veo fuera! Uno… No quería salir, tenía miedo, temor… Mis manos sudorosas me hacían sentir más incómoda y tensa.
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