Ese tipo de pesadillas me atormentaban, luego despertaba y abrazaba mi almohada, cerrando los ojos e imaginándome a mí bailando en un gran escenario.
Temblorosa, aun con la respiración agitada me fui calmando, y este sentimiento de soledad se hacía más fuerte, deseaba que mi padre estuviese aquí para calmar mis miedos.
Me asustó mucho esa pesadilla… ver a mi propia madre en esa manera tan siniestra, me levantaba los pelos de puntas.
Tuve que encender la luz, porque ya había quedado algo inestable y sin sueño, así que aprovecharía para ensayar algo, así lo hice, pero comencé a sudar tan rápidamente, me sentía algo débil. Salí de mi habitación a la cocina para tomar algo de agua, Julia estaba en la sala, viendo TV.
—¿Qué haces? —ella preguntó al verme.
—Tomaré agua, tengo calor. ¿Y mamá?
—Salió, dijo que iría a casa de su amiga Eugenia. —Dijo pegada a la TV.
Abrí mis ojos con interés «Podré ir hasta su habitación y saber qué hay en el cofre» Tomé toda el agua del vaso que había llenado, y me fui a mi habitación en pasos lentos, deseando que apareciera el espíritu o el fantasma de mi papá.
—¡Papá! —susurré en todos lados. Hasta que entré a mi habitación y vi una gran sombra en mi cama.— ¿Papá…?
Nada contestaba.
—Papá, debemos aprovechar, es nuestra oportunidad para ir a la habitación de mamá y ver que oculta en esos cofres y cajas. —Dije en voz baja.
—Cariño, brillarina. —La sombra se transformó en una sombra más humana.
Di un paso hacia atrás porque era algo tan increíble.
—Vamos. —Le indiqué y descalza me fui despacio, hasta la habitación de mi madre.
Entré y el ambiente se sentía tan espeso, tenso y pesado. Oscura estaba la habitación, así que prendí la luz. Directo fui hasta el cofre que estaba debajo de la cama, tomé el primero y al abrirlo quedé confundida.
—¿Qué es esto? —murmuré frunciendo el ceño.
—Esto… ¡Estos son mis cabellos, Julia! —Me dijo papá, y todo el cofre estaba lleno de los cabellos de papá.
—¿Qué? ¿Para qué mamá tiene esto aquí?
Él no dijo nada, y abrí la otra caja. Había cientos de fotos de papá, desde que era un bebé hasta adulto, antes de fallecer. Debajo de todas las fotos conseguí varias cartas que tomé y guarde dentro de mi pantalón.
Cuando iba a abrir la tercera, esta estaba cerrada con llave. —Ay, no puede ser… Está está cerrada. —Me quejé.
—La llave debe estar guardada en alguno de estos gabinetes a menos que ella lo lleve consigo. —Corroboró el espíritu de papá.
—Mejor vámonos antes que ella llegue.
Salí de la habitación, y con mucha habilidad llegué a mi habitación, y terminando de cerrar la puerta de mi habitación, escuche su voz, estaba algo ebria…
—Estoy tan agotada… Me duele la cabeza. Ay Derian, mi querido Derian, te necesito tanto… —Dijo pasando el pasillo hasta entrar a su habitación. Luego la escuché gritar: —¡Jazmín! Tráeme agua, por favor.
—Uffs, estuvo cerca. —Le comenté a papá.
—Brillarina… —él tenía su cuerpo en dirección hacia mí— ¿Por qué estás sudando tanto?
—Tengo mucho calor. —Repetí, sin darle importancia. Solo quería saber que decían las cartas en que había sacado de las cajitas.
Me acosté en mi cama, nuevamente. Tomé las sabanas y me cubrí hasta el pecho con ellas. Cuando no escuché ningún otro ruido, tomé la primera carta y papá se acostó a mi lado, sin rozarme, pero su presencia me erizaba la piel.
—Veamos de qué se trata… —Dijo él.
Y comencé a leer en voz baja.
"He estado tomando mis medicamentos y sin dejar al SINGULAIR (montelukast), pero sigo teniendo ataques de noche, mayormente de noche. La ansiedad a veces me consume o el insomnio no me deja dormir… ¿Será que me está avanzando? He de admitir que a veces cuando no puedo más me ahogo en alcohol, pero es tan inevitable… ¿Cómo no podría? Este ha sido mi reporte del mes.”
Debajo de ese mensaje escrito por mamá, había otro párrafo de respuesta con diferente letra.
“Es que no estás siguiendo el tratamiento como se debe, si sigues así… Automedicándote terminarás por acabar con tu vida. No debes tomarlo más, ya que produce esos efectos como ansiedad, insomnio, depresión, confusión, problemas con la memoria o la atención; incluyendo dolor de estómago, diarrea; fiebre u otros síntomas de la gripe; dolor o sensación de que su oído está lleno, problemas de audición; dolor de cabeza; dolor de sinusitis, tos y un sinfín de efectos secundarios. ¡VEN URGENTEMENTE A MI CONSULTORIO!”
Me quedé perpleja… —Entonces esa cajita de Medicina que vi en el baño… ¡Era eso! Mamá está enferma y no nos ha dicho nada… —Comenté sorprendida leyendo todo.
Mi papá no había dicho nada, a lo mejor estaba igual de sorprendido que yo.
«¿Por qué hablaban por cartas? Es extraño...»
Quedé sumergida en mis pensamientos, ahora entendía el comportamiento tan extraño de mamá… A veces ella actuaba más agresiva de lo normal, y otras tan callada...Había días en las que si escuchaba mucha tos proveniente de su habitación, pero durante el día parecía ir todo bien.
—Jamás supe que ella estaba enferma… —la voz de papá sonó más grave y casi un susurro.
—Voy a seguir buscando a ver de qué se trata todo esto…
Abrí rápidamente la siguiente carta.
“Mi vida es una miseria total desde que mi Derian me dejó y se fue como si nada. Le había dicho a ese Ojo de Gato que me vigilara a Derian, no que se lo llevará dejándome con el corazón roto… Ahora ese estúpido debe estar revolcándose en la tierra, nadie lo manda a inepto.”
La tercera carta decía: “Para Celestial Bell, de Enrique, tu esposo, aunque no lo quieras aceptar. Llevo dos semanas enfermo y hospitalizado, mi madre me ha dicho que no has venido porque no quieres arriesgarte y contagiarte, pero sé que no vienes porque deseas mi muerte. No te preocupes, igual al paso que voy no me queda mucho tiempo. Celestia, nunca me entiendes y siempre haces todo mal, es mi deber como tu esposo corregirte, aunque se me haya pasado la mano muchas veces, quiero que sepas que siempre te llevaré en mi corazón porque eres la mujer a la que entregué mi vida y con la que decidí casarme. Cuando muera podrás ser libre y hacer lo que quieras, mientras tanto no seas tan descarada y al menos acompaña a mi madre a venir. Te extraño.”
Quedé aún más perpleja… «¿Mi mamá tenía otro esposo? >>
Pensativa y boquiabierta le iba a comentar a papá, pero al voltearme a mi lado ya no estaba…
—¿Papá? ¿Pa' dónde estás? —murmuré, aunque ya se había desaparecido.
Guardé las tres cartas entre la cama y el colchón. Estaba tan sorprendida y mi corazón se aceleró, fue mucha información para mí en poco tiempo, y ahora podía comprender un poco más el porqué ella es así… Sin embargo, aún no entendía, ¿por qué solo conmigo? Con Jazmín no era así… Aún quedaba esa duda en mí.
De repente escuché unos fuertes relámpagos y alguien entró a mi habitación, simulé que estaba dormida y me cubrí con más sabana.
—Hey, Julia. —No abrí mis ojos al momento, pero era mi madre— Despiértate, olvidé avisarte que mañana iremos de viaje tu hermana y yo.
Abrí los ojos con lentitud, estrujando mi cara. —¿Ah? ¿A dónde irán?
Me levanté simulando despertar. Ella miraba penetrantemente, pero debido a la oscuridad de la habitación no sabía qué miraba exactamente, pues estaba de pie estática.
—Mamá... —Repique para que me contestara, llamando su atención.
De pronto se acercó y prendió la luz.
Me quedó mirando como inspeccionándome. Hasta que nerviosa recordé las cartas y las tapé con mi brazo y sabana.