Temblorosa y pasmada, un ser humano no está acostumbrado y también podríamos decir que no está capacitado, para convivir con seres de otro ámbito, otro mundo, otro espíritu...
Estaba Julia enfrente de Jazmín, ambas viéndose fijamente aunque de diferentes maneras. Una la veía sombría y fríamente, como si estuviese vacía por dentro y la otra, solo daba a relucir el terror que le invadía todo por completo. Jazmín seguía cada vez más palida y sin habla, no podía creer ni comprender lo que sus ojos físicos estaban observando.
—Tu ¿que haces en mí habitación?
La voz de Julia salía un poco seca, sonaba aguda y chillona pero con algo de resequedad.
Incapaz de Jazmín poder articular una palabra, sus piernas no lo soportaron más y cayó desplomándose al suelo.
Un desmayamiento por la impresión del susto, teniendo tantos encuentros paranormales en un mismo día debió ser muy fuerte para ella.
Pasaron unos minutos y Celestial abrió la puerta de la habitación de Julia.
Entrando en pasos lentos asombró las cejas cuando vio a Jazmín tirada en el suelo, totalmente desmayada.
—¡Jazmin! Cariño, hija ¿que sucedió? ¡Reacciona, reacciona!
Ella asustada corrió a levantarla y verificó si estaba respirando, afortunadamente así fué. Estaba respirando.
Sin embargo debia hacerla reaccionar, así que dejándola acostada en la cama, le colocó la almohada donde Julia había escondido la bolsa con las pruebas de todo sobre Celestia, y salió de prisa a buscar alcohol antiséptico y un poco de algodón.
Empapando el algodon de alcohol lo puso para que Jazmín respirara un poco.
Hasta que, volviendo en si puedo Celestia respirar con tranquilidad soltando un suspiro.
—Dios mío... Que susto me diste. —Colocó el algodón en la mesita y la abrazó.— ¿Como te pasó eso?
Jazmín se llevó la mano a la cabeza, arrugando la cara ante el dolor que sentía y el mareo que tenía.
—Siento que la cabeza me va a estallar... —y como si recordando automáticamente comenzo a ver a sus alrededores alarmada— ¿donde está? ¿Que de hizo? Mamá, Julia estaba aquí... Pero estaba vestida como de ballet y... Ella me asustó. ¿¡Donde esta!?
Celestia no entendía la reacción de su hija, pero prefirió imaginar que debido al golpe de la caída y que quizá también la extrañaba ya estaba comenzando a delirar...
—Cariño, aquí no hay nadie más que solo yo ¿si? —acariciando sus cabellos largos y suaves— tranquilizate, ya pasó todo. ¿Quieres comer algo? Debes tener hambre.
Jazmín asintió lentamente.
Cuando Celestia se levantó de la cama, su hija Jazmín la detuvo tomandola del brazo.
—Mamá ¿estas segura?
—¿Que debes comer? Si. —Agregó con una sonrisa.
—¿Solo estamos tu y yo?
Ella asintió para asegurarle. —Ahora ven, vamos a cenar. —Agregó para cambiarle el tema.
Apoyada de su mamá bajaron hasta la cocina para cenar. Entretanto que, Julia las observaba desde la entrada de su habitación y sin más se dibujó una pequeña sonrisa en su rostro.
Apareciendo en la casa de la señorita Sunny, la veía desde la ventanilla de la puerta, deseando poder hablarle pero era casi imposible.
Así que tomando unas hojas cerca del vestidor de Sunny, le dejó notas.
"Señorita Sunny, por favor ayudeme. Tiene que ir a mi habitación lo más pronto posible, y obtener la bolsa, solo así habrá justicia. Soy Julia."
Cuando acabó de ducharse y fué a dirigirse al vestidor a cambiarse, notó aquel papel escrito con tinta de bolígrafo. Ella sabia que tenía que ir nuevamente a esa casa tan fúnebre pero no era nada fácil para ella sola hacer ese acto ¿como se supone que entraría y tomaría la bolsa sin ser vista? Tendría que ser un día que no estén ahí... Obviamente de noche no se atrevería, el miedo sería demasiado grande.
Guardando las notas en su bolso, salió a la sala pensando y divagando en su mente cómo haría para entrar sin ser descubierta.
En la casa de Julia se sentí un silencio que penetraba los oídos de manera que aturdia. Luego de haber cenado, Jazmín no había querido hablar más, sino que se quedó mirando unas caricaturas en la TV, lo que Celestia vió y no dijo nada la respecto.
—¿Estaras bien? Ya quiero ir a dormir... Me siento muy agotada. —Repuso Celestia mirando a Jazmín.
Quien solo asintió.
—Vale, buenas noches. —Beso su frente— Descansa. Cualquier cosa solo debes llamarme.
Ella seguía hipnotizado ante la TV que ahora se había vuelto su entretenimiento para tratar de despejar su mente de todo lo que no podía comprender. Ver a su madre ahorcar a una señora mayor, luego ver a su novio retorcerse del dolor en el piso de una plaza y señalar a alguien que no puede ver, de pronto escucha voces... Parecidas a la de su hermana que supuestamente había huido... ¿Que significaría todo esto para Jazmín?
Ya cuando Celestia se habían ido a dormir, el teléfono de la casa comenzó a sonar. Jazmín lo miro sin muchas ganas de atender, pero sólo para que dejará de sonar agarró el teléfono.
—¿Si?
—...
No se escuchaba nadie en línea, así que colgó pensando que se trataba de solo un error. Volvió a sentarse frente a la TV y esta se había cambiado al canal 6.
Jazmín ignorandolo tomó el control y lo pasó al canal donde veía la caricatura. Sintiendo que ya le estaba dando sueño, apagó el TV para irse a su cama, pero de solo pensarlo le daba miedo ir sola, así que prefierio quedarse en el sofá frente a la TV encendida.
Cerrando sus ojos, el sonido de los canales pasarse comenzaron a molestarla y a causar una alerta en ella.
> Su cara reflejaba el estrés y la desesperación total. Otra vez sospechaba que ella no estaba sola...
Apagó la TV y la desenchufo, luego de asegurarse se fue hacia las escaleras para subir ya armandose de valor, pero se detuvo cuando escuchó algo que la alertó.
El gato se le acercó para acostarse en sus pies pero ella, espantandolo se acercó al patio para aclarar lo que escuchaba.
—La Cenicienta del dolor, tiene frío en el corazón... ¿Quien podría reanimarla? Nadie puede, porque no tiene alma.
Esa era la letra de una canción que tarareaba una voz familiar para ella. Cuando entonces dejó de escuchar y una mano la hizo soltar un grito.
—¿Que haces despierta todavía? —Era Celestia quien había bajado a la cocina.
—¡Me asustaste! Pero ya estaba a punto de irme a dormir.
—¿Que hacías aquí? —Preguntó con intriga pero disimulando.
—Me pareció escuchar algo, es todo. Bueno, me iré a mi habitación. Hasta mañana.