Capítulo 21

1167 Words
Jazmín viéndose sin más opciones, e ignorando todos esos sucesos extraños que más bien se estaban volviendo muy usuales, se fue a su habitación con la mente en blanco. Aún podía tener ciertas imágenes exactas de la Julia que vio en la habitación. Antes de entrar a la suya, se quedó mirando la habitación de Julia, pensando que qué pudo haber sido eso que ella vió, tan claramente, parecía demasiado real, pero incluso a ella le parecía algún tipo de alucinación. Entró a su respectivo dormitorio, directo a su cama, no pensaba más seguir despierta pues se turbaba fácilmente con cada cosa extraña que sucedía. Pero no, Julia estaba dispuesta a pagar conforme le habian hecho. —No las dejaré tranquilas, a ninguna de las dos. Jazmín solo apagó la luz y acomodando su almohada donde recostaría su cabeza sintió que a su lado en la cama se hundió como si un cuerpo se hubiese acostado a su lado. Con tantos nervios a millón, se quedó pasmada ante el erizo de piel que le causó aquella presencia. Inmediatamente se levantó y prendió la luz, aunque no vio a nadie ni nada, seguía con el miedo y las sospechas de que había alguien ahí. Mirando a su alrededor respirando despacio, se volteó de golpe cuando uno de sus perfumes se cayó solo de la peinadora cayendo al suelo y desplomándose por completo. Soltó un pequeño grito, y fue la gota que derramó el vaso, pues a Jazmín salió de inmediato del cuerto, acercándose a la habitación de su mamá, comenzó a tocar la puerta desesperada. —¡Mamá abre! ¡Abreme! Rapido por favor. —Dando golpes con las palmas de la mano en la puerta. De pronto la puerta se abrió dando a Celestia media confundida. —Pasa, ¿Que ocurre? —Pregunto cerrando la puerta. —Mamá sucede que... —tomó aire para calmarse, era evidente que no estaba tranquila— no estamos solas. —Aquellas palabras le hicieron eco a la mente de Celestia— No, hay alguien más, es como un fantasma un espiritu no se... Pero no me deja estar en paz, tengo mucho miedo. —Se acercó a Celestia para abrazarla y esta estaba tan callada pues estaba sacando conclusiones en su cabeza. —¿Me dejarías dormir contigo? Por favor —Dijo suplicante. —Claro está bien. —Respondió pensativa, dejando que Jazmín se acostara en la cama.—¿Como es eso que hay un fantasma? —Hizo unas risitas de broma— ¿No será Tinieblas quien hace ruidos y te confundes? —Mamá, se lo que digo. Que me andan siguiendo, me cambian los canales de la TV sola, se me cae mi perfume, apagó la luz en mi habitación y comienzan a sonar unos pasos, y lo peor es... —Ella bajó la cabeza. —¿Que es lo peor, Jazmín? Luego de una pausa, contestó. —Que el fantasma se parece a Julia. Celestia se quedó sin ninguna expresión en su rostro, hasta que para disimular volteó la cara y comenzó a reírse. —Cariño, Julia simplemente se fue, ya no está. Mejor vamos a dormir, ya deja ese miedo absurdo. Apagando la luz y ya acomodados en la cama matrimonial de Celestia, Jazmín estaba más tranquila y no tardó en dormirse. Sin embargo, había algo en Celestia que no la dejaba en paz, seguía con esos pensamientos sobre Julia, ella sabia perfectamente que también estaba siendo molestada por algo anormal, algo fuera de la realidad que se involucra en este mundo. Acostada mirando el techo, mientras divagaba en su mente pensando que no todo eran los efectos de las medicinas, pues ahora comprendía que si de trataba de que Julia estaba en casa, aún. —La Cenicienta del dolor, tiene frío en el corazón... ¿Quien podría reanimarla? Nadie puede, porque no tiene alma. Se escuchaba ese canto tan lejano, parecía que provenía del patio. Celestia, sin poder dormir simplemente bajo y caminando despacio, iba aumentando y aclarandose el canto que sin duda era la voz de la pequeña Julia. —La Cenicienta del dolor, tiene frío en el corazón... ¿Quien podría reanimarla? Nadie puede, porque no tiene alma. No tiene alma... Ayudenla a abrigarle, ese corazón lleno de un frío imborrable. —Ya estoy cansada de estos jueguitos estupidos ¿quieres atormentarnos? Pues no lo vas a lograr. —Susurro Celestia hablando consigo misma. Decidiéndose y abrió bruscamente la puerta del patio, pero no había nada, tampoco se escuchaba nada, el viento solo soplaba golpeando los árboles y haciendo sonar las hojas de las plantas. Dió dos pasos al frente y se quitó cuando piso una piedra que no sabe cómo llegó hasta ahí. Recordó de pronto, perfectamente había enterrado a Julia y los instrumentos que usó justo en este lugar, jamás nadie lo sabría. Todos los días ella limpiaba la tierra y le regaba café molido a toda la tierra. Es por eso que el olor a café era fuerte en el patio. Viendo que todo estaba en orden se dió la vuelta para irse, y tan inesperadamente al frente de ella estaba Julia viendola fijamente, Celestia se echó hacia atrás por la impresión apretando sus puños y abriendo sus pupilas mucho más. —¡Vete de mi casa, ya déjanos en paz! —Le exclamó como si eso fuera algo que Julia vaya a obedecer... La risa de Julia se intensificó y acercándose como a una gran velocidad a milímetros de la cara de Celestia quien se echo hacía atrás y se cayó al suelo, notando así que Julia estaba levitando, sus pies no tocaban el piso. Siendo de noche, en un lugar con poca iluminación y viendo a quien había matado y enterrado perfectamente, se levantó de prisa, corriendo lo más que podía a entrar a casa. Pero la puerta trasera se cerró de un portazo. —¡Vete, ya alejate de aquí! Maldición... —Exclamó en queridos y llormiqueos, sin saber que hacer. Corrió a la ventana pero Julia no se veía en ningún lado podía perfectamente jugar con todos los sentidos de ella. La ventana derecha estaba algo truncada y se necesitaba de una mayor fuerza para abrirse, pero Celestia insistía porque el pánico la invadía. Sintiendo como el canto apareció otra vez, se detuvo a voltear y su difunta hija le cantaba sonriente haciendo que la ventana se subiera y de golpe cerrar pisando los dedos de Celestia hasta quebrarlos. El grito de dolor que expulsó de sus adentros hizo volar a los pájaros que anidaban ahi, luciendo como una casa espantosa. Y como si fuera poco, las risas de ella seguían sonando tan fuerte que de un momento a otro, la desesperación hizo que Celestia despertara y viéndose acostada al lado se Jazmín, quien le estaba diciendo que se calmara. —¿Mamá qué pasa? Cálmate, solo fue una pesadilla. —Murmuro en tono bajo. —Hija, tienes razón. Definitivamente no estamos solas, Julia está aquí.

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