Capítulo 16

1381 Words
La inoportuna visita de la profesora Sunny fué por completo un acto de estorbo y molestia para Celestia, quien predispuesta y tan delicada con sus cosas, se llegó a sentir invadida por la presencia de la profesora, que suspiro más tranquilamente cuando está salió de la casa. —Que casa tan tétrica... Está incluso más siniestra que las veces que vine anteriormente. —Corroboró Sunny dando pasos firmes por la acera en la que iba camino a la parada para tomar un taxi. > Sunny no dejaba de pensar en muchas cosas, aquella visita en la casa de las Wilkinson la dejó perpleja y pasmada. Mientras que, Celestia terminando de desayunar, se encerró en su habitación. Entrando y viendo como si contemplara todo el desastre que tenía dió un suspiro seguido de una carcajada. —¡Esto está patas arriba! Y es mejor así... Combina perfectamente con mi alma, esta igual de desastrosa que esto, o quizá peor. Se acercó a la cama, y se sentó. Con la mirada perdida y pensando en Derian, su difunto esposo a quien extrañaba. De pronto se levantó de golpe como si recordara algo, buscó en las fotografías que tenía de a montones del señor Derian y tomando una en específico donde solo salía su rostro, lo tomó y pegó de una pequeña almohada y lo puso en su cama. —Debí haber hecho esto hace mucho... —Inquirió pensativa, sin dejar de ver la foto pegada a la almohada. La que de repente tomó y beso.— Eres tan encantador... Desearía besar tus labios otra vez. Y sacudiendo sus ideas tan variantes, se cambio de ropa, pues parecía que tenía intenciones de salir. —¡Jazmin! —Exclamó desde su habitación, tan fuerte para que su hija la escuchara. —¿Si? Dígame. —Contestó Jazmín con pocas ganas. Celestia se acercó más al pasillo para hacerse oir. —Alistate para que me acompañes a hacer unas diligencias al centro comercial. —¡En seguida! —Repuso la muchacha con entusiasmo pues le encantaba ir a los centros comerciales para ver las tiendas y traer aunque sea algo de allá. Celestia giró los ojos sabiendo que Jazmín se emocionaria demás. Volvió a entrar a su habitación y recogió todas las medicinas que tenía regadas y las guardo, botando algunas que estaban ya vencidas. —Necesito comprar unas nuevas, estas ya se me acabaron. —Comentó viendo la cajita de SINGULAIR (montelukast). Y luego de haber guardado y botado lo necesario, se vistió luciendo una falda, una blusa con varias decoraciones y un sobretodo encima. —¿Ya estas lista? —Preguntó dirigiéndose a Jazmín. —¡Me faltan los zapatos! —Agregó ella, afanosa por salir. Bajando las escaleras, mientras deslizaba su mano por las barandillas, sintió unas punzadas fuertes en el estómago. —¡Ay, que dolor tan molesto, carajos! —Se quejó en susurros. Hasta terminar de bajar y seguido venía Jazmín a toda prisa, casi corriendo. —¡Lista, podemos irnos! Tomando la cartera y las llaves salieron de la casa para ir al centro comercial que le quedaba más cerca. La brisa soplaba bastante fuerte, levantando las hojas caídas del suelo y también un poco de la tierra. Celestia iba caminando de paso en paso sin ver a los lados, con esa aura prepotente y de arrogancia. "Que mujer tan engreída" "¿Quien se cree qué es?" "Se ve que es una amargada" Y muchos más comentarios hacían a medida que avanzaban en su camino y las personas aumentaban. Ambas tomaron un taxi que las condujo al centro comercial, donde se bajaron y fueron directo a un súper mercado para comprar algunos alimentos. Jazmín curiosa y ansiosa se fue más adelante por otros pasillos dejando a Celestia sola. El precio de las frutas estaba más elevado de lo usual, cosa que le sorprendió. Una señora mayor con un corte de cabello estilo Pixie, se quejó en voz alta deaa frutas. —¿En qué momento subieron de precio las frutas? Esto es un abuso... De verdad. —Murmuraba para si, pero Celestia escuchando sin querer la miro con el rabillo del ojo, y qué impresión tan grande se llevó que la hizo sobresaltar y luego voltearse para no ser descubierta. > volteó a ver si Jazmín venía y como no la vió por ningún lado, buscó a la señora que ya se estaba yendo a otra sección. Disimuladamente se le acercaba tratándo de no ser vista. La vió tomar unas lechugas, ajies y rábano, echandolo en el carrito. Hasta que sin contenerse más se acercó al lado de ella pero esta se quitó dejando el carrito allí mismo, sorprendida Celestia arqueo las cejas y se dió cuenta que solo iba al baño así que la siguió. Cuando Celestia entró y se encontró cara a cara con la señora el ambiente parecía más frío e incómodo de lo normal. —¡Celestia! Cuanto tiempo... —Dijo la señora regalándole una sonrisa que se veía forzada. Esta, sin devolversela parecía estar nerviosa y a la vez molesta. ¿Por qué podría estar Celestia molesta con una señora así? Se le acercó, ignorandola y solo observandola de arriba abajo. —¿Como te ha ido? Me enteré que has quedado viuda por segunda vez... ¿Tan mal esposa eres? —Agregó con un tono burlón e irritante. Aquello fue para Celestia como una bomba que estalló dentro de ella haciéndola explotar y no controlar sus impulsos. Con el paso acelerado se le abalanzó y con su mano derecha la tomó por el cuello apretando despacio pero con fuerza. —¿Que haces en mi camino? ¿Quien te crees para venir y decirme estas cosas? Tu hijo fue lo peor que me ha pasado en la vida, igual que tu. Encargados de hacer de mi vida un completo desastre. —A medida que hablaba apretaba mas, y la voz de la señora madre de Enrique el primer esposo de Celestia, parecía enrrollarse toda entrecortarse, no podía pronunciar ni articular bien. Apenas se le podía distinguir un "déjame" Y con los ojos cristalizados ya, con lo mano temblorosa y con el sólo deseó de asfixiarla, la soltó inmediatamente cuando escuchó el sonido del trapeador de la conserje quien las quedó mirando cuando la señora quedó por fin libre y pudo respirar otra vez, tosiendo y ajustando otra vez su respiración que había quedado descontrolada. —¿Todo bien? —Pregunto la conserje viendo fijamente a la señora y luego a Celestia sospechosamente. —Por supuesto, mi vecina se ahogó un poco tomando agua... Pero ya está. —Mentira. —Susurro la señora entre la tos que no se calmaba. Celestia se rió ante su intentó de hablar, y tomando un poco de papel comenzo a limpiar la boca de la señora rústicamente para hacerla callar. Acercandosele al oído le supuso: —Si llegas a decir algo te mato yo misma. Ella asustada y nerviosa asintió. La consejer comenzo a limpiar sin darle importancia al asunto y Celestia quedó lavando sus manos sin saber que Jazmín había presenciado todo antes de entrar. Tan sorprendida y casi en shock pues jamás había visto a su madre actuar tan siniestra y psicopatamente. Pero, para no ser descubierta disimulo estar a punto de entrar al baño, en eso Celestia iba saliendo. —Ah, aquí estás. —Repuso Jazmín sonriendo inconscientemente, tratando de ocultar que sabia lo que había hecho su madre hace un momento. —Claro querida. ¿Me buscabas? —Si, no te encontraba en los pasillos. —Ya vamos. Sin dejar de pensar, aquella escena quedo grabada en la memoria de Jazmín casi como fijada, que se repetía a cada segundo, provocándole escalofríos y erizos en la piel, haciendo que se sintiera insegura de su madre ¿que ocultaba su mamá? ¿Por que hacia eso? Se preguntaría Jazmín... Tan impactada que le era difícil despojar la mente despues de haber presenciado lo inimaginable.
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