CAPÍTULO VEINTIDÓS Volusia estaba frente a las puertas abiertas de la capital, extendía las manos ante ella inútilmente y observaba horrorizada cómo los Caballeros de los Siete se le echaban encima, a menos de cincuenta metros. Era la muerte mirándola a la cara, galopando hacia ella, y sentía que venía con certeza. Finalmente, estaba a punto de morir. Pero esto no era lo que la aterrorizaba más. Lo que la llenaba de una sensación de frío pavor, incluso con más dolor que la muerte que se aproximaba, fue algo que entendió de forma repentina. ¿Ella no era, a fin de cuentas, una diosa? No lo podía entender. Había intentado convocar todos sus poderes y había fracasado. ¿Por qué no le había respondido el mundo? A no ser, se dio cuenta Volusia con un nudo en el estómago, que todo hubiera sido