No volvamos a salir

1430 Words
Atlas se sintió ansiosa durante toda la noche, la forma en la que las manos de Ralph estuvieron sobre su cuerpo durante la noche, el roce de sus cuerpos mientras bailaban, la química inminente sobre todo; el exceso desaprobación. Era como si todos fuesen un eco en sus cabezas que les pedían estar juntos, disfrutar de lo que sentían y ser libres con ello. La combinación de cosas la tenían entre ellos la estaba volviendo loca y deseaba tanto tenerle a solas, a pesar de que todos eran adultos a ella le daba cierto corte largarse para follar como si fuese un par de adolescentes alborotados. Ella le dio Atlas se había tomado el tiempo de tomar una ducha, refrescarse, atarse el cabello en un casi ridículamente perfecto moño despeinado, pasarse crema en toda la piel, se había puesto muy poco maquillaje y la cantidad perfecta de perfume. Quería estar lista por si a Ralph le daba igual pasarse a toda su familia por el culo y subir a follarla como si fuese Poseidón. No le importaban en absoluto la forma en la que él quisiera coger, lo haría, estaba lista, se sentía sexy y deseaba tanto volver a sentirse impresionantemente caliente y deseada como en el bosque. Ella había buscado preservativos en su maletín y un juego de lencería precioso. La joven escribió a su amiga Elise. Atlas Me acabo de poner lencería no sé si es demasiado o si estoy bien. Elise Ahh… ahora me hablas. Después de un acosador y de reconciliarte con mi primo... Atlas Esto es serio, mañana tienes todo el derecho a la indignación. Elise ¿Están reconciliados sin sexo? ¿Ese no es el punto de reconciliarse? Atlas Mañana vamos a caminar y nos ponemos al día. Elise. Bueno, la lencería siempre me hace sentir sexy, poderosa y más segura. Así que no te la quites y no he conocido al hombre que no desee ser recibido por su mujer medio desnuda sobre cualquier superficie. Son muy básicos. Atlas No es lencería, es una ropa interior para facilitar el sexo. Elise ¿Quieres que envíe a Ralph? Atlas No quiero verme necesitada. Elise Si te pones a jugar juegos de poder con tu pareja, entonces no durarán ni un año. Fóllatelo y ya, luego me da las gracias y me cuentas. Randolph había subido las escaleras de dos en dos, hasta llegar a la habitación en la que se suponía debí alojarse. Atlas estaba viendo una película mientras comía maní sin sal. El joven frunció el ceño y pensó que desde el momento en el que Elise le mostró la lencería de su amiga hasta ahora habían pasado demasiados minutos para sobrepensar. —Ey...—Saludó el joven. —Tienes que ver esto. —Voy a tomar una ducha. —Vale. Los dos compartieron una mirada, pero ninguno dijo nada. Atlas cerró su Ipad y dejó el maní de vuelta en la bolsa. La joven se cubre insegura y ve el corsé que lleva bajo la cobija, toma asiento en el borde de la cama y sigue intentando pesar por qué y como él pasaba de ella con esa facilidad. Atlas se pone en pie y va decidida hacia el baño, toca la puerta y no espera la respuesta, ella simplemente la abre. Ralph deja la rasuradora y le mira. —¿Estás pasando de mí? Ralph saca la cabeza de la cabina y ve a atlas cubierta en unos albornos de sed, con una lencería color azul preciosa, una especie de corsé con un montón de botones al frente y sobre todo sus pechos expuestos contra la tela delgada de la copa que los cubre. El joven ve a la mujer hermosa frente a él y no se esfuerza por cubrir su propio deseo. —No. Pensé que no querías. —Bueno… te he estado esperando. Ahora, sal del agua y sécate. Ralph cierra el grifo y toma la toalla, se seca y va envuelve la toalla alrededor de su cintura. Carga a Atlas y la lleva a la cama, los dos ríen mientras se besan y se acarician. Él reparte besos contra el cuello de Atlas y ella le rodea la cintura con sus piernas. —Estás preciosa, muy sexy, pero estos son demasiados botones. —Ya, me tomó un rato. Eso es lo erótico—Ralph vio a Atlas y los dos se rieron antes de que el apoyara su cuerpo contra el de la joven, le besó en la mejilla y Atlas llevó sus manos hacia el rostro de Ralph. Ella él acarició con cuidado y se enredaron en un suave beso, lleno de caricias llenas de suavidad y respeto. El joven acomodó a Atlas encima de él y le bajó las bragas en el proceso, Ralph introdujo un par de dedos en el interior de su v****a, ella gimió y se agarró de sus hombros. —Ralphy—le llama Atlas antes de repartir besos contra su pecho. —Estás muy húmeda, Tily. —Llevo toda la noche esperándote— recuerda mientras se mueve al compas de sus dedos. Ralph se incorpora ligeramente y Atlas juega con su polla, vigorosamente erecta y lista para jugar, ella acaricia la entrada de su v****a con la punta del pene de Ralph. Los dos comparten una mirada mientras él intenta contenerse, los dos gimen al momento en que sus sexos se encuentra completamente unido. Ralph besa cada uno de los pechos de Atlas y ella espera unos cuantos segundos antes de iniciar un ritmo lento. La pareja se besa, se toca y busca enloquecerse de placer, todo es perfecto. El ambiente, ellos dos, están llenos de fuego; sus pieles queman y sus sexos vibran en la misma sintonía, Ralph se toma el tiempo con cada uno de los botones que tiene el traje. Atlas se mueve a un ritmo lento enloquecedor. Ralph colocó sus manos alrededor del cuello de Atlas y sonrió porque era la única que sabía cómo le gustaba que jugaran con él, que le torturaran. Se sentía tan cerca de c******e, pero creí aunque antes enloquecerá de placer. Atlas aumenta el ritmo de su cuerpo, sube y baja en busca de su placer y el de Ralph. El hombre le estruja con fuerza las tetas y ambos gimen. —Tily, voy a correrme. —Córrete. Estoy cerca —Ralph frotó sus dedos en círculos contra el clítoris de Atlas, ante el aumento de excitación gritó con fuerza mientras se corrían casi al mismo tiempo y recibía en su interior los chorros de semen del joven, para cuando terminaron el corsé se había convertido el menor de sus problemas. Ralph besó el cuerpo de Atlas, la acomodó sobre el colchón mientras su cuerpo, su sexo todavía sentía la expulsión de placer recorriéndole el cuerpo. Ella mira a Ralph el cual está haciendo un camino de besos hacia el sur de su cuerpo. La joven le toma del pelo y lo obligaba a mirarle, Ralph, se arrastra hacia arriba nuevamente y busca los labios de su novia. Atlas le acaricia la espalda mientras le estruja contra su cuerpo, la pareja se besa los labios coa avidez, deseo y pasión. La noche había sido espectacular para ambos, Atlas se sentía como nueva. A la mañana siguiente, la mujer salió lentamente de la cama y fue al baño. Ralph abrió los ojos y vio hacia la puerta del baño. Escuchó la ducha y salió de la cama y fue al baño Atlas sonrió cuando le vio entrar. —Buenos días—saludaron al unísono. —Me estoy orinando —reconoció Ralph y Atlas quitó la mirada. Los dos rieron cuando el chorro de Ralph dejó de ser tímido, en cuanto terminó se deshizo de los desechos y se metió en la ducha junto a Atlas. Ella le abrazó jabonosa mojada, exquisita y la beso mientras seguí acariciándole. —Me duele un poco—reconoció Atlas contra sus labios, pero preocuparé relajarte. —Al paso que vamos no volveremos a salir de esta habitación. —No—los dos ríen y escuchan los golpes en la puerta del baño. —Tronco, me dijiste que íbamos a correr. —¿Viste la hora? —Sí, pero William está esperándonos hace una hora. —Estoy duchándome. —Bye. —Dame quince —Atlas ve incrédulo a Ralph y los dos ríen. Ralph pone su frente en el cuello del hombro de Atlas, ella le acaricia la espalda y los dos se quedan en silencio. —Te quiero, un montón, Atlas. —Y yo a ti.
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