Finjamos ser felices

Intención

Ralph y Atlas salieron de su burbuja de amor. Él llegó al primer piso y sus primos le esperaban con una taza de café que le hicieron tomar como si fuese un shot de tequila, Atlas les recordó que podía ser peligroso y los dos hombres rieron. Elise estaba bajando con sus hijas cargadas dispuesta a bañarles. Las migas compartieron un breve beso y brazo debido a las quejas de las niñas.

—Tía Tily, hueles muy rico —la felicita Alba y tanto su madre como Atlas se ríen por la forma de ser tan honesta y desinhibida de la pequeña. En cambio, la pequeña Lucía es más seria y reservada que su hermana y apenas y la saluda Pia, la mujer ve a sus bisnietas despiertas tan temprano y las llena de besos. Lucía se queja y se revuelca durante su turno de amor. El esposo de Elise ingresa. Casa acompañado del abuelo Westborn.

—Mi amor, ¿Franky, tienes planes? —pregunta Elise.

—No, pensaba ayudar en lo que hicieron falta.

—Cásate de nuevo con este hombre—le indica su abuela.

Elise le preguntó a su esposo y su abuelo si podían llevar a las niñas a ver los animales, cansarlas un poco luego bañarlas y peinarlas y ella estaría lista como en tres horas para darles de desayunar algo más que una tostada.

—Como son los matrimonios modernos, a mí me dan esa lista de cosas y me voy de la casa para siempre —bromea Gabriel mientras toma a una de sus bisnietas. Le da un beso a su esposa quien sabe que todo es no está lejos de su realidad, él preferiría pagar dos niñeras más que atender solo a las niñas. Atlas y Elise comparten una mirada con su abuela quien les invita. Desayunar. Con ella.

—Será rápido y después pueden encargarse de sus asuntos, tengo mucho que supervisar.

Pilar las llevó al exterior y las invitó a prestarles su rincón favorito en la propiedad. Estaba listo para dos porque solía ser el ligar en el que desayuna con su esposo, las tres mujeres sonríen y se sirven un poco de café. Los dos jóvenes ven la abuela mientras se prepara unas tostadas exquisita.

Elise nota un chupetón en el hombro de su amiga y mueve su brazo un par de veces en un intento porque se acomode la manga de la camisa.

—Dice Elise que se te ve el sexo —bromea Pia y le da un mordisco a su tostada.

Atlas ve de un lado al otro y su amiga ríe antes de acomodarle la manga.

—Abuela, dónde es el lugar más caliente e inapropiada en el que ha tenido sexo.

—Avión presidencial.

—Muy bueno. —responde Atlas.

—¿Ustedes?

—En baños públicos llenos—Las dos mujeres asienten ante la selección de lugar de Elise.

—Ya todas dijimos, Tily.—la presiona su amiga.

—En medio de la nada o en la carretera camino a algún sitio.

—¿Mientras conducen?

—Algunas veces iniciamos un juego de manos dentro del auto y luego salimos en busca de espacio y pasión.

—¿Solo has tenido sexo con Ralph? —pregunta Elise.

—No, ni yo soy la única—Elise se ríe.

Pia está muy interesada en el sexo al aire libre y Alas recalca su calidad de abuela en su vida. Las dos mujeres ríen. Tily comenta que los árboles con tronco grueso son útiles y si el terreno está seco y estable, ¿por qué no ir al suelo? Elise reconoce que sea lo que sea que están haciendo Ralph y su novia, está espectacular y a la primera oportunidad lo probaría.

—¿Cuál es la clave para la felicidad eterna y el romance erótico abuela?

—¿Quieren un consejo marital?

—Uno que nadie nos dé en ningún lugar.

—¿En un matrimonio o una relación lo más importante saben qué es?

—El sexo—comenta su nieta.

—¿El respeto? —pregunta Atlas.

—Las intenciones.

Las dos se quedan en silencio viendo incrédulo a la primera dama, quien explica que la intención de sacar el tiempo, de hacer espacio, poner atención, amar, respetar, pero cada intención. Es lo que realmente los ayuda a intentar mantenerse a flote. Eso es lo más importante porque algunas veces nadie intenta nada por el otro, pero tiene intenciones con otros.

—A mí no me queda claro—dice Elise. —La intención no se ve.

—Se efectúa, hija,

—La intención de Ralph al salir de su casa e ir a buscar a Atlas por esto o lo otro. La intención que tuvo Atlas al aceptarle. Sabes cómo se empieza a marchitar un matrimonio, con intenciones, un día, él sale de casa porque no pasa nada en casa. No hay peleas, conversaciones, romance o pasiones. Solo silencio. Monotonía. Se trata de la intención de hablarle a otra mujer, de prestar su atención a ella, invitarla a comer, las intenciones en la persona equivocada son lo más poderosas y dicen muchísimo de nosotros y de lo que sentimos.

Pia le da un beso a Atlas y le ruega que la vea antes de la falta para prestarle algo, luego le da un beso a Elise y se va para comenzar a tallar al equipo de decoración a cargo de su gala benéfica.

Las dos jóvenes se quedan en silencio, mirándose confundidas y Elise reconoce que su abuela es un genio mucha más mujer de lo que ellas serían. Las amigas brindan con la taza de café y Elise le cuenta sobre sus intenciones hacia su marido.

Atlas recordaba con claridad esa época. Frank tenía los planes muy claros para el futuro. Él no estaba buscando una relación, no estaba interesado en una o ninguna. Elise sabía que le querría para siempre, para toda la vida y había ido a por ella. En cambio, en su caso, Ralph era quien siempre tenía las mejores intenciones.

—Él ha visto y me ha echado algo para un puesto y ha estado portándose fenomenal, muy amable y dulce y llevamos juntos un par de semanas, pero se siente como si el tiempo no se hubiese detenido. Es terrible.

—¿Por qué lo es? Se aman, eso lo sabe todo el mundo Tily.

—Lo amo, ese es el problema. Que no importa si es mi vecino, mi compañero de trabajo o alguien que conozco en un bar, nadie es Ralph y él solo me necesita como algo temporal.

—Atlas, mi primo casi le da un golpe en la frente a su abuela para irse a meter a la cama. Todos hemos bromeado porque Pia se ha ido por la derecha y él por la izquierda, todos sabemos quién llegó a la habitación primero.

Atlas se quedó en silencio y su amiga le preguntó:

—¿Qué tan malo puede ser?

—¿El qué?

—Que intentes disfrutar de toda la felicidad y el amor que mereces, Tily.