Díselo

1288 Words
Los matrimonios son muy complicados, eso es lo que pasaba por la cabeza de Rafael mientras les insistía. Sus hijos y a su nuera en volver a la mesa y seguir conversando como si nada. Su matrimonio con su esposo había estado roto por demasiado tiempo y los dos habían intentado reconstruirlo pero en momentos distintos. La falta de sincronía había hecho que su esposa pensara que no le importaba y esa misma mañana se lo había reclamado. —Creo que rompí a mamá —Reconoce Sofía con tristeza. —Yo le he dicho cosas horribles primero—Asegura Ralph. —Yo llevo meses ignorándola. —Dice Rafael y todos dirigen su mirada hacia él. —Yo quebré a su mamá. —Voy a ir uno a uno, Sofía, cuéntanos qué has hecho. —Le dije que me inscribí para reclutaros paralímpicas y que me da igual si a ella le da vergüenzas si estoy en una silla de ruedas. Tengo que pensar en mi futuro ¿Saben? Y no quiero pasar la vida pensando si ser nadadora a pesar de mi condición es lo que debería estar haciendo con mi vida. Y le dije que tampoco quería seguir recibiendo clases en casa, sé que es complicado y todo, y que la gente va a verme raro, pero, hay colegios en los que podemos donar un poco de dinero para ampliar rampas o cosas… —¿Tú quieres más independencia?—pregunta su padre. —Quiero que me traten igual que a su otro hijo. —Mi otro hijo trabajaba y le exigíamos notas a tu edad. —Bueno... puedes exigirme notas. Es difícil que me contraten en una tienda. —Y te contrato en una de mis cafeterías —Responde Ralph. —La adaptaré y trabajarás. La joven se queda seria mirándolos y Atlas sonríe. Sofía había sufridos a sus ocho años de Guillain Barré, si bien la enfermedad le había paralizado hasta el tórax, la medicación había hecho que se revirtiera de forma que no había sido mortal, pero, la parálisis en sus piernas no se había revertido tras meses de terapia y todos los esfuerzos médicos. Su familia la había consentido de más y la había protegido de todo, siempre, así que entendía que parte de salir de ese cascarón que sus papás construyeron su alrededor era tomar responsabilidades a las que no estaba acostumbrada. —Yo elegiré un colegio y empiezas el lunes. —¿Puedo opinar? —No, a mi hijo no lo dejé elegir colegio. Tienes toda la razón vamos a ser igual de rudos contigo que con él. Al final, tendrás que ir a la universidad y necesitas ser tu propia persona —Comenta su padre y sigue comiendo. —Hablaré con tu mamá. —¿Ralph, quieres liberarte de lo mal hijo que has sido?—pregunta Atlas. —Sí, yo le hablé… de tus amantes y de que tiene que conseguirse un empleo y dejar a Sofía en paz. —Le gritaste—lo acusa su padre. Atlas medio que él estaba ganando como mal hijo y Sofía apoyó la moción porque ella estaba solo velando por su futuro. Uno en el que Ralph tiene sus propios hijos de los que ocuparse, un trabajo y una esposa y poco tiempo para estarle visitando y cuidando y sus padres están muertos. —Tú eres el peor hijo de los dos… —Gracias, Sofía. —responde Ralph. —¿Tú, papá, quieres contarnos? El hombre estaba indeciso porque significaba romperles un poco la ilusiona sus hijos, pero, a cómo iban las cosas tarde o temprano se enterarían de que su matrimonio no daba para más. Después de tantos años le parecía frustrante y si podía buscarle un sinónimo al divorcio la derrota era lo que más se le acercaba. —Su mamá y yo… hemos estado contemplando… divorciarnos. —Pero están bien… —Se queja Sofía. —Mamá y tú están bien. —Sí, pero tal vez mamá necesite estar mejor, con alguien que la haga 100 % feliz todo el tiempo. —Es no existe. —difiere Atlas. —Las relaciones son de resistencia. Hay que saber cuándo, y cómo, sobre todo cuánto se puede resistir. Después de treinta años es incluso injusto para ustedes dos terminar la historia sin dar una pelea. —Entonces por qué lo dejaste con Ralph?—pregunta Sofía. —Dije que hay que saber cuánto resistir y yo no puedo cambiar al 100 % por más que a él le haga feliz. ¿Tú sabes por qué estás enamorado de mí?—pregunta Atlas a Ralph y él asiente. —Díselo, para que no se vaya nunca más—pide Sofía. —Sofía, si ya has terminado de comer, me gustaría ir a casa y ver que tu madre esté bien. La joven asiente y Ralph le pide a su padre que por favor le llame en cuanto sepa que su mujer está bien. El joven llena de besos a su hermana y luego le da un breve abrazo a su padre, atlas se despide de los dos y se pone a recoger un poco la mesa. Lleva los paltos a la pila y busca guantes para intentar lavarlos. Ralph llega en el momento en que ella se dispone a lavarlos y le abraza por la espalda. —Sé que suena raro, pero mandé un correo al trabajo avisándoles que no iré y espero que hagas lo mismo, tomaremos una ducha larga con agua tibia, y nos doparemos con esas pastillas locas para dormir y nos meteremos juntos a la cama. ¿Te importa si me baño primero?—pregunta la joven y él le besa en la comisura de los labios antes de hacerle una seña para que vaya. La joven toma una ducha espectacular, se lava el pelo, lo seca un poco, se coloca perfume y ropa interior sexi antes de ponerse otro de los pijamas de Ralph. Él decide tomar su ducha en el cuarto de visitas después de lavar los platos y preparar un poco de café y servir un postre maravilloso que ha estado probando para sus cafeterías, la pareja se acuesta y conversan sobre la comida; la energía de Sofía, sus ganas de vivir y disfrutar. También de lo sola que podría haber estado su madre durante todo ese tiempo. Ralph había aprendido de ella que fingir era un arte, a veces mirar del otro lado cuando las cosas no van bien es lo más difícil. El joven entendía que su madre estaba pasando por muchos cambios y sobre todo ceder el control podía estar matándole, pero definitivamente, reinventarse era algo que le salía de maravilla a Melissa Westborn. Ayudó a Atlas a arrollarse el cabello para que le amaneciera bonito, el joven tomo asiento detrás de ella y fue arrollándole el pelo y clavando pines en su cabeza, al finalizar como el experto que acolochándole el cabello y le coloca la seda encima para que no se le esponje. —Lo siento… me lo he comido todo. Este es el mejor Blondie que he probado. —¿En serio? —Está espectacular, Ralph. —¿Quieres más?—pregunta Ralph y le besa la curva del cuello. La joven se acomoda entre sus brazos y le acaricia las manos. —Ralphy… —Te amo porque eres divertida, inteligente, muy dulce, eres aparte de mi vida y de mis sueños. Te amo porque estás guapísima y eres todo lo que me gusta en una mujer, trabajadora, carismática, simpática, vanidosa, sexi. Atlas, eres brillante, te amo, porque eres tú. La persona que hace una circunstancia horrible en el momento más lleno de paz o alegría. ¿Te queda claro?
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