Atlas nunca había sido mimada en exceso por su familia, ni siquiera ligeramente mimada, pero Ralph sabía todo lo que le gustaba y más. Le había masajeado el cuello y los hombros mientras veían un programa de juegos en la tele se había acurrucado a su lado cuando ya era la hora de dormir y la había despertado con la bandeja de desayuno más linda del planeta.
—Buenos días.
—¿Tienes que ir a trabajar?
—Sí, pero hay dos guardias de seguridad cuidando la casa y puedes entrevistar a tu guardaespaldas. —Ella le toma de las manos.
—¿Es sexy?
—Hay dos mujeres y dos hombres a elegir. Conn quien te sientas segura y muy protegida es a quien quiero que elijas.
—Hasta eres feminista Ralph se ríe.
—Este es tu nuevo celular, mientras revisan el otro y tu nueva computadora, tiene info básica porque las clonaron, si algo te falta llama a Salva, mi amigo.
—Gracias.—Dice Atlas. —¿Te queda tiempo para desayunar conmigo?
—Atlas, volveré al medio día.
—¿Podemos cenar a la parrilla e invitar a tu hermana?
—Claro, si tú invitas a tus sobrinos y tu hermano, no ha dejado de llamarte Atlas y no es su culpa nada de lo que está pasando.
Atlas revisó el teléfono y se encontró con doscientas llamadas de Drake. El joven se había preocupado por su hermana y en la tarde había ido con comida y bebida para los dos, no la encontró, solo la puerta mal cerrada y un sticker de la policía en la cual anotaban la visita realizada.
El hermano de Atlas vio un par de vecina tomando café en la acera de enfrente mientras comentaban como la periodista había sido víctima de un acosador.
—Creo que vamos a tener que reunirnos y considerar que cada quién debe cerrar con su propia malla.—comenta la mujer. — Eso va va a matar el look del lugar, pero es necesario.
—La inseguridad está fatal, ya no estamos para cercas en vecindarios familiares, la verdad.
—¿Disculpen, saben algo de Atlas Zollinger?
—No, nadie le ha visto. —responde una de las mujeres. —La policía la está buscando para interrogarla.
El joven llamó a su hermana, llamó a la policía y nadie sabía de su paradero, incluso había molestado a algunos de los vecinos quienes negaron haber visto a Atlas. Drake para aumentar su ansiedad había dicho a su trabajo y le explicaron que Atlas se había tomado un par de días personales.
—Drake—le llama Marcela. —Cálmate —Le pide la mujer y lo lleva a su oficina. La mujer le ofrece una botella de agua para que beba y le explica: —Hablé con Ralph.
—¿Ralph?
—Sí, dice que atlas está bien que alguien podría está acosándola y que necesitaba un tiempo sola, que no regresará hasta el lunes porque está algo nerviosa.
—Perdón por el escándalo.
—Sé que te imaginaste lo peor, tranquilo.
—Me puedes… dar el número de Ralph.
Marcela le pasa un papelito con el número de Ralph. Drake le da las gracias. Antes de llamar a sus padres y su hermana mayor para que vayan a su casa. Cuando llega su mujer está sirviéndoles café a todos y le pregunta si la ha encontrado, él asiente.
—¿Dónde está Atlas? —pregunta Drake a su familia.
—Debe estar con Ralph—responde su madre. —La última vez que fui verla estaba con él, iban de paseo.
—¿Gina, papá?
—Le envié un correo y no me respondió, tengo una entrevista en su trabajo en unos días—Responde orgulloso. —Le pregunté si quiere hacer algún tiempo de comida conmigo y si quiere que le lleve el café a la oficina.
—¿Gina?—insiste Drake.
—Ojalá que fuera de este planeta.
—Gina… —La regaña su madre. —No puedes vivir peleando con tu hermana.
—Atlas ha estado desaparecida desde ayer. Un acosador se ha presentado en su casa, solo ha merodeado alrededor y ella ha llamado a la policía. Uno de sus vecinos salió con un arma a defenderla y vio a esta persona huir de la escena. Ralph la ha llevado a su casa donde hay más seguridad y le han quitado el teléfono y la computadora apara poder analizarlo.
—¿Desde hace cuánto le está pasando esto? —pregunta su madre.
—Meses, aparentemente no se había dado cuenta o no lo había reportado hasta ahora.
—¿Le han identificado?
—No. Ni la han tomado en serio hasta que Ralph ha ido a la policía y ha mostrado la evidencia de que esta persona existe, en su trabajo lo han reportado varias veces y sus vecinos también. Al no haber nadie, lo desestiman y a Atlas la policía le ha dicho que está nerviosa.
El teléfono de Drake suena y ve el número de su hermana.
—Drake, troncazo, estoy bien. No vayas a mal pensar.
—¿En dónde estás Atlas?
—En casa de Ralphy.
—¿Qué haces ahí?
—De visita… Yo… estoy bien Drake.
—Ralph dice que te están acosando y tus vecinos dicen que alguien pudo haberte matado ayer, Tily.
—La gente sí habla. —comenta Atlas más para ella que para él. —Es mínimo, no pasa nada creo que seguro me lo imaginé. Estoy bien. No tienes que estresarte, no le digas nada a mamá y a papá ni a Gina, por Dios, no le digas nada a ella. Seguro que le paga para que me quiebren las piernas. En fin, estoy bien, estoy segura y viene en la tarde Sofí, mi cuñada, y Ralph me sugirió que te invitara, a ti, a los niños y Mily.
—¿Le digo a la familia?
—Tú eres mi familia, Drake. No te voy. Llamar como cuando éramos críos cada que tenga un problema, pero, sí cuando se me baje el susto. Tú, los niños y Mily son la familia que tengo…
—Atlas, —dice Drake.—Mamá, papá y Gina...
—Uy… no, no pienso que mamá tenga tiempo, ni papá y Gina me amenazó y no quiero pelear, de verdad… Voy a estar bien te lo prometo y si te hace sentir mejor, en cuanto tengo la historia completa, le contaré lo básico a papá, por ahora quiero no pensar en esto ¿Si?—Drake escucha cómo se le rompe la voz—Solo quiero comer mariscos a la parrilla con gente divertida. ¿Los niños siguen comiendo todo?—pregunta Atlas. —Voy a comprar hot dog y queso fundido, a Prince le encanta el queso. Estás muy... callado.
Drake no quería que su hermana le escuchara sollozar, había sido horrible para encontrar su casa con la puerta abierta, los vecinos chismorreando en esa dirección, había pensado lo peor.
—Atlas, claro, que iré, pero quiero que tengas algo muy claro; cuando te pinchas una llanta, tienes a alguien pesado en la oficina o cuando alguien se asoma por tu ventana. ¿Sabes que puedes llamarme e iré? No importa la hora ni el lugar, he pasado las peores horas de mi vida tarde pensando que estabas muerta por ahí.
—Estaba muy asustada y no se me ocurrió llamar a nadie.—Reconoce asustada nuevamente. —Yo solo… me escondí hasta que Ralph llegó.—reconoce en medio de lágrimas. —Es que siempre me digo; es tu imaginación, pero le vi mientras hablábamos y después… Me desperté y él estaba viéndome dormir, y fue aterrador —Responde en medio de llanto. —Yo creía que había alguien, pero, cuando le vi, me congelé y no pude girar ni moverme ni defenderme. No estoy segura en mi propia casa, si no hubiese sido por los vecinos—Dice. —Yo… no supe qué hacer.
Ralph llega justo en el momento en el que Atlas se pone a llorar. Él se quita los zapatos y la corbata, deja el saco y se sienta en la cama a su lado.
—Drake, Atlas, no puede hablar ahora… ¿Qué tal si le damos un chance?
—Cuando puedas hablar me llamas, Ralph.—pide Drake. — Atly, nos vemos más tarde.