Interrumpimos

1069 Words
Atlas y Ralph había vivido juntos lo suficiente como para saber que tenían estilos totalmente diferentes, mientras el de Atlas era moderno y minimalista, el de su novio era un poco más clásico. A la joven le sorprendió que él estuviese viviendo en uno de los condominios de su padre, era un apartamento amplio de dos pisos con vistas a uno de los parques de Mainvillage espacio de juegos externo, gimnasio, canchas de basket, tenis y futbol, el lugar era precioso, pero sobre todo seguro. Por eso Ralph lo había elegido y estaba a cuarenta minutos de casa de sus padres bien para visitar y lo suficiente lejos como para que ambas partes les diera pereza, además estaba a solo veinte minutos del centro por lo que podía ir y venir de su trabajo con facilidad. Ralph bajó la maleta del auto y le mostró el interior de la casa, ella le dio las gracias por adoptarla y él asintió: —Tengo que trabajar desde aquí, pero me ocuparé de lo tuyo. Atlas llevaba muchas horas sin dormir, el cansancio era evidente y al ser la segunda vez que se sentía acosada los nervios no la habían dejado comer. La joven se veía cansada eso era evidente y la falta de sueño hacía que el mínimo ruido la pusiera a brincar. Ralph se acercó y le preguntó que le molestaba. —Ralph, ¿te molesta si duermo en el sofá de tu oficina mientras trabajas? Él la cargó y la llevó a la parte de arriba de su casa, Atlas le rodeó con sus manos y le dio un beso en las mejillas antes de acomodar su cabeza entre la curva del cuello de su novio. Ralph. La dejó en la cama y fue a buscar un pijama para ambos. Se cambió la ropa y vio a Atlas cambiarse mientras se metía en la cama. Ralph le dio un beso en la frente a Atlas y la abrazó, ella se agarró de su camisa por la parte trasera para que no se escapara. En cuanto se quedó dormida Ralph decidió quedarse unos minutos más mientras ingresaba de su teléfono al sistema judicial y revisaba en caso de Atlas, aparentemente no era la primera vez que la joven pedía que fueran a su casa policías debido a la presencia de alguien desconocido en la casa. Ralph salió de la cama una hora más tarde y llamó a la persona que tenía acceso a todas las cámaras de la ciudad. —Tío Gabe. —Hola, buenas, ¿qué quiere el sobrino más chineado del país? —Saber si vas el sábado a lo de abuela. —Claro, quieres que la mujer me mate. —Los hombres se ríen porque Pilar es capaz de matar cuando da una oren y no la siguen. — ¿Quién se atrevería a decepcionar a mi madre? —Leonel, solo él —bromea Ralph y los dos hombres ríen. —Tío, necesito un pequeño favor. —Claro, dispara. —Primero una pregunta: ¿tú recibes un registro del paso de drones?—pregunta Ralph. —No, pero el centro de aviación debería darte la información de vuelos por día, hay una especie de radar, cuando los usan nosotros sabemos que han sido encendidos por el rastreador que se les coloca para obtener el permiso de uso. — Gracias, Ahora, sí, mi favor, alguien está acosando a Atlas, necesito conseguirle a alguien acorde con respecto a seguridad y tú manejas la seguridad de Kamille, sabes que ellas necesitan un montón de cosas para aceptar a un especialista en seguridad. —Gabe se ríe, porque su hija es peor que Atlas. —Lo que más me precisa es acceso a cámaras, necesito identificar a la persona para poner una orden de restricción. —¿Desde hace cuánto la acosa? —Más de un año, sus vecinos ha reportado el mismo auto por el que ella ha llamado cuatro veces en los últimos dos meses. —Te voy a enviar a los mejores Ralphy, pero, sé algo muy importante sobre los acosadores, a ellos no les gustan los novios o los cambios y si lo rodeamos mucho puede atacarla, así que vete con cuidado y no le digas mucho a Atlas. Gabriel y Ralph conversan un rato más sobre los acosadores y lo peligrosos que pueden legar a ser, el alcalde le promete a su sobrino conseguirle las grabaciones que hagan falta para encontrar a esa persona y también a alguien para proteger a la mujer. Ralph se había puesto a trabajar y también había comenzado la cena para él y para Atlas, a ella le encanta la comida italiana, pero los canelones eran sus favoritos por mucho. La mujer despertó casi a las cinco de la tarde, vio el atardecer desde la cama cobijada con la manta de Ralph, la joven estaba casi segura de que llevaba un siglo sin lavarlo, pero le encantaba el olor a él. Ralph escuchó unos golpes en la puerta de su casa y se sorprendió porque no le había llamado de la portería, el joven dejó lo que estaba preparando y fue a ver de quién se trataba. Se sorprendió al encontrarse con su hermana pequeña, la cual trae quesos, rosas y una botella de vino. —Hola—saluda Sofía. —¿Me invitas a pasar?—pregunta la joven y su hermano sonríe antes de inclinarse y llenarle de besos. Le quita la botella de vino y pregunta si sus padres saben que está de visita. —Papá ha ido a dejar el auto, traemos pizza. —¿En serio? —pregunta Ralph mientras revisa la botella.—¿Qué opina, mamá? —Viene con unos chocolates a disculparse. —Ralph —saluda Melissa a su hijo con una bandeja de ensalada, vegetales y la caja de chocolates que su hermana mencionó. —Ellos insistieron en pizza, espero te guste. —Yo estoy haciendo canelones para Atlas... —Comenta el joven. —¿Interrumpimos? —pregunta su padre. El hombre deja ingresar a sus padres con las dos cajas de pizza, la ensalada, el vino, chocolates, los quesos y su hermana pequeña con las flores. A él le encanta pasar tiempo con Sofía, por eso no los devuelve y con todo el tacto del mundo intenta que sus padres y su hermanan entiendan el concepto de “discreción”.
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